David Páramo

Análisis superior

David Páramo

26 Jun, 2023

Política y populismo

El fin de semana se publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto a través del cual se impone un arancel de 50% a las importaciones de maíz amarillo. Básicamente se han generado dos tipos de reacciones. Primero, las de aquellos quienes, en términos generales, están en contra de las decisiones del gobierno en materia de política exterior y dan por hecho que generará mayores tensiones en el marco del T-MEC.

Según esta visión, las consultas solicitadas por Estados Unidos y Canadá no únicamente sobre maíz, sino todos los organismos genéticamente modificados (OGM) derivarán en una disputa comercial. Aseguran que México la perderá y que tendrá que pagar importantes sanciones económicas. De hecho, ya adelantan que podría dislocar la revisión del acuerdo comercial, establecida para 2026.

Algunos más llegan al extremo de asegurar que se trata de acciones proteccionistas que dañarán a México como protagonista del libre comercio. No son pocos quienes dan por muerto al país dentro de la ola del nearshoring.

REMATE CONTROVERTIDO

También están por ahí los que afirman que se trata de una vuelta al populismo, que enarbola la autosuficiencia y la sustitución de importaciones.

En el otro lado están quienes consideran que la Secretaría de Economía, encabezada por Raquel Buenrostro, está realizando un trabajo políticamente muy interesante por instrucciones del Presidente. Según esta visión. El poner un arancel de 50% a las importaciones de maíz blanco realmente no tiene ningún impacto comercial, pero sí de orden político interno.

México es prácticamente autosuficiente en este producto, que se utiliza principalmente para tortillas y nixtamal. Así que las importaciones son pocas y el decreto exime a los países con los que México tiene acuerdos comerciales. De acuerdo con expertos del CCE, la afectación no llegaría ni a 4% del maíz blanco importado, es decir, prácticamente nada.

No obstante, aseguran, tranquilizará a los productores del noroeste del país, que ya han recurrido a bloqueos ante la caída en el precio y que han sido parcialmente atendidos por el gobierno, bajo promesas de mayores subsidios.

En las negociaciones con Estados Unidos y Canadá se ha mantenido el mismo guion: asegurar que no hay daño comercial por las decisiones internas de México, que han sido prorrogadas.

Sobre la petición, remarcada por la solicitud de consultas por parte de Canadá, de que México fije su posición en torno a los OGM con base en la ciencia, deben puntualizarse varios puntos.

El gobierno de Justin Trudeau no tiene su foco en el maíz, sino en la canola, que es un producto importante en sus exportaciones y de ahí que quiera tener mayores claridades.

Mucho más allá del discurso político del Presidente, que una y otra vez remarca que no se debe temer a un panel dentro del T-MEC, la realidad es que Buenrostro y su equipo están haciendo todo para que no suceda.

Esperan convencer a sus pares comerciales de que no hay daño comercial y, por lo tanto, no hay motivo de discusión. Sin embargo, la posición de Canadá fuerza a México a tomar una postura científica sobre los OGM.

REMATE INDEFINIDO

Es clara la división en el gobierno. Mientras que algunos como el secretario de Agricultura, Víctor Villalobos, están en una posición con base en la ciencia, el subsecretario de esa misma dependencia, Víctor Suárez, está del lado de la creencia neopopulista.

No se ve cómo está administración pueda resolver su conflicto interno entre la ciencia y la creencia. La Secretaría de Economía tampoco tiene tiempo para esperar que se resuelva este conflicto disfuncional, pero tiene una carta bajo la manga, convencer a Estados Unidos y Canadá no únicamente de que no hay daño comercial, sino que realizarán un estudio sobre los OGM y, en tanto, no se hará ninguna prohibición.

Poco puede confiarse en Conacyt, en el que su directora, María Elena Álvarez-Buylla, es una de las impulsoras de lo que el Padre del Análisis Superior ha catalogado como ciencia neopopulista y que goza de muchos adeptos como Suárez o el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.

Por lo menos en este momento el PAS no se detendrá mucho en analizar cómo López-Gatell y sus ocurrencias han sido nefastas en temas como el manejo de la pandemia o sus fallidas cruzadas contra el tabaquismo o contra la obesidad.

Los datos duros demuestran que la gestión de este hombre ha sido desastrosa, pero hasta el momento ha sido parcialmente cubierta por el rollo político.

 

 

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