José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

1 Feb, 2019

México, patio de servicio de EU

Por mucho tiempo los mexicanos resintieron que a su país se le llamara el “patio trasero” de EU, pero la mendaz política de su nuevo gobierno, al aceptar “en lo oscurito” la imposición de enviarle a quienes llegan a EU solicitando asilo humanitario, convierte a México en su indudable patio de servicio.

Para aquellos lectores que no estén familiarizados con las funciones de un patio de servicio en México, es muy afortunado que puedan ver la afamada película Roma, donde se ve que ese espacio, además de contener lavaderos, calentador, tanque de gas, etcétera, es el vestíbulo para los cuartos de los sirvientes.

El martes pasado se formalizó la entrega del primer hondureño que llega a México desde EU, en un giro radical de la política migratoria de ambas naciones, imposición que México aceptó con sumisa obsecuencia, lo que nunca antes había ocurrido en su historia.

El gobierno —es un decir— de Donald Trump trató de convencer al de Enrique Peña Nieto de que aceptara tornar a México en lo que la jerigonza diplomática se llama Tercer País Seguro para así poder ejecutar lo que ahora está sucediendo, pero ese gobierno nunca lo aceptó, lo que merece reconocimiento.

De haberlo hecho, el escándalo hubiera sido mayúsculo y toda la izquierdiza, más la derecha antiamericana, se le hubiera ido a la yugular, acusándolo de traición a la patria y de ser un lacayo de los yanquis. Curiosamente, la reacción crítica a este acto del actual gobierno ha sido exigua.

Según reportes de prensa, el gobierno de México se comprometió, el 20 de diciembre pasado, “a aceptar y proteger a los migrantes de terceros países que sean devueltos” a su territorio en lo que concluye su proceso de asilo en EU, según lo revela el documento oficial enviado a su personal fronterizo el lunes.

Ese documento del Departamento de Seguridad Doméstica de EU cita una misiva enviada hace unos días por el encargado de negocios en su embajada en México —que está acéfala desde hace 9 meses— John Creamer, al subsecretario de Relaciones Exteriores, Jesús Seade, en la que le informan que EU “considera (?) que México aceptó” los términos propuestos por EU en diciembre.

O sea que, por lo visto, los gringos no están seguros de que sus contrapartes mexicanas entendieron el compromiso que asumieron hace sólo un mes, pues de otra forma no se entiende la redacción de la carta enviada al smiling camel, como se le apoda a Seade en Washington, por su gansa y perenne sonrisa. 

La política de deportar a México migrantes, por lo pronto centroamericanos, pero en cualquier momento podrían ser de otras latitudes, la bautizaron en EU como Protocolos de Protección a Migrantes, que quién sabe qué signifique en el orwelliano lenguaje del entorno trumpiano, porque su vecino del sur es cualquier cosa, menos un país seguro y capaz de protegerlos.

Las dimensiones de este programa pueden ser catastróficas para México, pues se calcula que hay más de 800 mil migrantes en espera de ser procesados por los pocos juzgados que ven estos casos, por lo que tienen retraso de muchos años, a lo que se suma que las caravanas del sur siguen llegando.

¿Qué lleva a un gobierno que dice defender la soberanía a aceptar volverse el patio de servicio de su vecino? No hay una respuesta clara, salvo que a su líder, que suele actuar como bravucón de barrio, “se le arrugó” ante el potencial pleito con EU, pues él “quiere llevar la fiesta en paz” sin reparar en el costo.

Para no variar, no hay plan ni recursos, instalaciones o entrenamiento de personal para atender esta potencial invasión de extranjeros que hoy fluye al país, también del norte,  y mucho menos dónde alojarlos o rastrearlos para que, eventualmente, puedan asistir a sus juicios de asilo en Estados Unidos. No hay nada.

¡La confusión es la gran aportación de la Cuarta Transformación!

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