José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

24 May, 2019

Remembranzas del ’94

La bien documentada serie 1994, de Diego Osorno, recuenta las tragedias políticas ocurridas en ese año y también relata las secuelas de la crisis económica que causó el “error de diciembre”, pero no se detiene a explorar causas o responsables del desastre.

Los hechos que llevaron a la catástrofe siguen concitando un fogoso debate entre quienes atestiguamos lo ocurrido entonces, y un signo de interrogación en la creciente mayoría de los que o no tenían edad para entender o no habían nacido para vivir esa situación.

Por ello es de la mayor importancia discutir de nuevo los argumentos e intentar aclarar lo que pasó con objeto de que no vuelva a suceder en el futuro. Una de las opiniones más generalizadas era que:

“…el gobierno de Carlos Salinas cometió durante 1994 varios errores (graves) de política económica. El principal consistió en cambiar deuda en pesos por Tesobonos (denominados en dólares), hasta llegar mucho más allá de lo que los inversionistas podían considerar como sostenible”.

Después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, las autoridades trataron, primero, de controlar la sangría de reservas internacionales para evitar una devaluación masiva del peso al quedarse el banco central sin dólares.

Quienes piensan que se podía enfrentar el abrupto cambio de expectativas con un ajuste al techo de la banda cambiaria que existía entonces o con una depreciación calibrada del peso, se equivocan, pues la reacción del público hubiera sido exactamente la misma que tuvo cuando ocurrió: pánico, seguido de copiosas salidas de capital cebadas por la abundante liquidez existente.

Para evitar mayor pérdida de reservas, las autoridades financieras cerraron el mercado cambiario y montaron una amplia y exitosa campaña global de información para tranquilizar a los inversionistas. Al abrirse de nuevo la ventanilla de divisas, no hubo ya pérdida de reservas.

Como complemento, colocaron deuda pública en dólares, lo que se había hecho con éxito en capítulos previos de desconfianza como la víspera del debate en Estados Unidos sobre el TLC de Norteamérica entre el vicepresidente Al Gore y el candidato Ross Perot en 1993. La victoria del primero restauró la confianza.

Remplazar deuda en pesos con pasivos en dólares era riesgoso, pues el balance en moneda extranjera del sector público se tornaba más vulnerable. El razonamiento fue que la muerte de Colosio, al igual que el debate citado, eran episodios no recurrentes y con efectos pasajeros, pues los cimientos económicos del país eran sólidos.

Por supuesto que hubo también consideraciones políticas. Era evidente que con elecciones presidenciales en puerta y la llegada del poco carismático Ernesto Zedillo como candidato del PRI, una devaluación masiva de la moneda hubiera llevado a su derrota.

El rechazo a mover la banda de la paridad o apurar la depreciación del peso, nacía de la convicción de que trocar el sistema cambiario que estabilizó la economía en 1987, llevaría a una devaluación masiva e incontrolable como ocurrió en diciembre.

 

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