Me sorprenden las reacciones de molestia que han generado las decisiones que en materia fiscal han tomado los diputados.
Con esa idea, contraria a la modernización y el progreso, jamás aceptarán que algunas partidas del Presupuesto deben ser reorientadas o canceladas.
Hablamos de mantener la estabilidad económica, pero actuamos en la dirección contraria; elevamos el déficit y la deuda.
Debería, si se atreviere a actuar responsablemente, recortar o eliminar ciertos programas no prioritarios o aquéllos que han dejado de ser útiles.
La experiencia ha demostrado que para enfrentar y resolver los problemas que se nos han venido encima, debemos reducir el gasto.
¿Qué tratan de demostrar cuando, lejos de condenar a los que se dedican a delinquir y obtener beneficios sin fin, los apoyan abiertamente?
La conducta de la CNTE no es algo inexplicable; es resultado del quehacer político que nos hemos dado de manera consciente.
La experiencia acumulada demuestra que el cambio, el avance y la modernización de las sociedades, son imposibles de detener.
La inutilidad de este tipo de encuentros quedó clara hace cinco años, cuando Calderón pensó que concretaría una reforma energética real.
Los problemas estructurales y la idea del desarrollo que producen en la población, difícilmente serán comprendidos por sus integrantes.
Los países que dejaron atrás muchos de los problemas que aquí parecen eternos, han hecho del respeto de la ley práctica común.
La universalización del IVA es, quizás, uno de los temas fiscales más estudiados, no sólo en México sino en decenas de países.
La construcción de la mal llamada “reforma hacendaria” apenas la convierte en la reedición de viejas herramientas recaudatorias.
Se oye bien eliminar “privilegios”, pero las cosas no son tan simples como lo quieren hacer ver quienes aplaudían desde su más profunda ignorancia.
La apertura de la economía y posterior firma y entrada en vigor del TLCAN fueron resultado de la inminencia de la debacle...
¿Habrá quien crea, que en poco tiempo tendremos nuestras escuelas con todo lo necesario para que los niños estudien en las mejores condiciones?
El final no puede ser otro que el descrédito del país, del gobierno y su Congreso; también, la peligrosa pérdida de credibilidad del Estado.
Esto, que uno considera natural en el mundo de los políticos, se ha extendido en campos que hasta hace poco considerábamos inmunes.
Parece que estamos en medio de una situación donde muchos de los problemas contenidos por decenios estallan al mismo tiempo.
Lo visto ayer y anteayer es expresión clara e irrefutable de ese apego a lo viejo, a lo que de nada ha servido, salvo para hundirnos.