Opinión del experto

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3 May, 2023

La levedad del no hacer

Veo más un propósito de ayudar a las líneas estadunidenses con esta medida… no es un asunto que yo considere grave.

López Obrador
(sobre la degradación de

la Categoría 1 en aviación)

 

Por Rodrigo Perezalonso 

Al entrar este gobierno en funciones, el transporte de pasajeros vía aérea en México se tornó de ser un tema económico a uno político. El resultado ha sido que, desde el 2018, las decisiones erráticas, unipersonales y faltantes de rigor económico o comercial han causado mucho daño. Este mes conmemoramos dos años de compartir la deshonrosa Categoría 2 en aviación de la Administración Federal de Aviación (la FAA de Estados Unidos) con Venezuela, Pakistán o Bangladesh.

 

En mayo de 2021, esa agencia reguladora de aviación decidió castigar a nuestro regulador nacional (y sus prácticas administrativas en seguridad) con esta categoría. El resultado fue que las aerolíneas nacionales como Volaris, Interjet (ahora en quiebra), VivaAerobus y Aeroméxico no pudieron, desde esas fechas, modificar o abrir nuevas rutas a distintas ciudades de Estados Unidos. La pandemia sumó esta noticia para debilitar significativamente a estas empresas.

En un vuelco histórico, las aerolíneas nacionales perdieron terreno para cederle su lugar a las aerolíneas estadunidenses en el principal mercado de aviación a nivel internacional. Para muestra, el mercado de transporte aéreo entre México y Estados Unidos representó, de enero a marzo de 2023, 84.45% de todos los pasajeros internacionales transportados desde y hacia nuestro país. Las aerolíneas estadunidenses tienen, en marzo de 2023, más de 70% del mercado. Las aerolíneas mexicanas como Aeroméxico y Volaris tienen, en marzo de 2023, 18.8% de ese mercado.

El problema significativo no es el movimiento de un mercado tan competitivo como éste. El aprieto real es que se puso a pelear a las aerolíneas nacionales con las grandes aerolíneas de ese país, como Delta, American Airlines y United, con las manos atadas en la espalda. El problema es, entonces, que no se tomaron con seriedad las preocupaciones de la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos hace dos años. Se ridiculizaron desde la mañanera y, como siempre, se politizó el tema, buscando un complot.

 

Ahora, dos años después, el Congreso de la Unión reformó las leyes de aviación civil y la de aeropuertos para atender las observaciones de la FAA sobre seguridad aérea. También incorporó la creación de una aerolínea estatal –contra los preceptos del T-MEC– y militarizó el espacio aéreo, temas que seguramente sacarán chispas en la administración de Joe Biden.

El secretario de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes ha dicho que “seguramente” recuperaremos la categoría 1 en junio o julio. Para entonces, los pasajeros perderán opciones de transporte y las aerolíneas nacionales habrán dejado ir el verano, uno de los principales periodos de transporte aéreo de pasajeros en el año.

Si a ello le sumamos las ocurrencias gubernamentales del cabotaje, la aerolínea del Bienestar (Mexicana de Aviación recargada y estatizada), las malas decisiones en el Aeropuerto de la Ciudad de México y otras, la realidad es que el gobierno no ha dado una en aviación.

 

Es el resultado de la levedad del no hacer lo conveniente en aviación.

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