Frecuencias
Rodrigo Pérez-Alonso20 Jul, 2022
La dura reciprocidad de Biden
El gobierno de Joe Biden está molesto. Esto se hizo evidente con la visita de trabajo, la semana pasada, del presidente López Obrador a Washington. Con una recepción desangelada y fría, el gobierno de Estados Unidos demostró, con el sutil lenguaje diplomático, que tiene serias preocupaciones sobre México en temas estratégicos para la relación bilateral, como seguridad, inversiones y energía. Esa preocupación se está convirtiendo en acciones que afectan a México y sus empresas. Estados Unidos ya le está leyendo la cartilla a AMLO.
Dos temas han salido a la luz en recientes días. El primer tema, revelado en algunos medios, es la cooperación en seguridad. En la reunión que sostuvo López Obrador con la vicepresidenta Kamala Harris, el Presidente fue sorprendido con la solicitud de arrestar a Caro Quintero. Por más que quiso defender al narcotraficante, López Obrador fue arrinconado a ceder a las condiciones de Estados Unidos. Y es que el gobierno de ese país está sumamente frustrado por el cese unilateral de la cooperación de México con la DEA y otras de sus agencias de seguridad. Biden está sorprendido por la estrategia de “abrazos, no balazos” que únicamente empodera a los narcotraficantes para seguir sus actividades impunemente.
El segundo tema de relevancia es la molestia de empresas y del gobierno de EU por la consistente obstrucción de inversiones en materia energética en México para favorecer a la CFE y a Pemex. Y es que el gobierno de México ha violado flagrantemente disposiciones del T-MEC de protección de inversiones en esta materia, además de su propia legislación nacional. La embajadora Katherine Tai, representante de comercio de ese país, ha sido muy enfática en criticar las políticas energéticas nacionalistas de López Obrador. Ayer se inició un proceso de consultas previsto en el capítulo 31 del T-MEC y, si en 75 días no se llega a un acuerdo amistoso, se convocará a un panel arbitral para resolver el asunto.
Estas noticias no pintan bien para la relación bilateral. El comunicado de la embajadora Tai menciona expresamente el motivo de sus inquietudes: “Hemos tratado de trabajar constructivamente con el gobierno mexicano para abordar estas preocupaciones, pero, desafortunadamente, las empresas estadunidenses continúan enfrentando un trato injusto en México”. Éstas no son acciones diplomáticas aisladas.
Es cada vez más evidente que, ante el clima de negocios y la molestia del gobierno de Biden, se están tomando acciones incrementales contra nuestro país.
Algunas de éstas incluyen las consultas en el marco del T-MEC, los constantes comunicados públicos de grupos industriales de energía (y otros) de EU, la Categoría 2 en aviación —que lleva más de un año y no pinta para resolverse pronto—, los comunicados de senadores de ambos partidos solicitando acciones más contundentes en energía e inversiones e, incluso, la preocupación privada de empresas transnacionales de ese país manifestando sus molestias ante el clima de inversión.
Sobre este último, las presiones en la mañanera del Presidente a cerveceras y refresqueras por “ceder su agua” son el más reciente insulto.
Lo cierto es que un cónyuge está molesto y resaltando los yerros de un matrimonio en crisis.
Esperemos que no se llegue al divorcio.