La fotografía parecía realista

En abril del año pasado, la Organización Mundial de Fotografía anunció que el ganador de su concurso anual en la categoría creativa era un retrato en blanco y negro de dos mujeres de diferentes generaciones, al estilo de los años cuarenta. Este concurso, patrocinado por Sony y reconocido como uno de los más prestigiosos a nivel mundial, destacaba lo mejor de las fotografías presentadas ese año. Sin embargo, surgió un problema: la foto ganadora era falsa.

El fotógrafo alemán Boris Eldagsen creó esta imagen utilizando una funcionalidad de inteligencia artificial de OpenAI, la compañía de San Francisco, EU, conocida por desarrollar ChatGPT. La foto, al igual que muchos otros contenidos audiovisuales, artísticos y escritos, fue generada con mínima intervención humana, utilizando comandos en una computadora. Esta fotografía puso en duda nuestra capacidad para diferenciar entre lo real y lo imaginario, lo creado por la mente humana y lo generado por una máquina.

Este debate ha cobrado relevancia a nivel mundial en los últimos meses, generando preguntas cruciales: ¿Debemos regular la inteligencia artificial? ¿Cómo distinguimos entre lo real y lo creado por IA?

En la Unión Europea se debate un marco legal que garantice la seguridad y se enfoque en los riesgos asociados a ciertas aplicaciones de IA, clasificándolas en categorías de riesgo y aplicando normativas específicas para cada una.

En Estados Unidos, la discusión se centra en la ética y la privacidad, con directrices de la Casa Blanca que enfatizan la transparencia, la justicia y la precisión, especialmente en áreas como la vigilancia y el reconocimiento facial.

El gobierno de Japón ha establecido pautas que resaltan la importancia de la transparencia, la seguridad del usuario y el respeto por la privacidad, promoviendo al mismo tiempo la innovación en el campo de la IA.

Curiosamente, la IA también se ha visto afectada por la política. Es común escuchar que grabaciones o audios de políticos o empresarios, como el reciente escándalo del hijo del presidente López Obrador, fueron creados con esta tecnología. Este fenómeno ha incrementado la demanda de herramientas de verificación y autenticación, llevando a empresas y gobiernos a invertir en tecnologías capaces de detectar creaciones de IA.

En América Latina, la conversación sobre la IA está en sus etapas iniciales, pero países como Brasil y México ya están comenzando a explorar marcos regulatorios, buscando equilibrar la innovación y el desarrollo económico con la protección de los derechos individuales y la seguridad.

La regulación de la IA es un desafío global que requiere una respuesta global. La cooperación internacional y el intercambio de mejores prácticas son clave. Sin un marco regulatorio sólido, la IA podría ser utilizada para crear desinformación, manipular realidades y perpetrar fraudes, con consecuencias potencialmente devastadoras.

El caso de la fotografía de Boris Eldagsen no es sólo un incidente aislado, sino el reflejo de un desafío mucho mayor que enfrentamos en la era de la IA. La regulación efectiva de la IA es esencial para asegurar que se utilice como una herramienta beneficiosa y no como un arma.

POSTDATA…

El escándalo de Gonzalo López Beltrán es sólo el inicio de las revelaciones de corrupción en el círculo familiar del Presidente (y sin necesidad de Inteligencia Artificial).