Rodrigo Pérez-Alonso

Frecuencias

Rodrigo Pérez-Alonso

15 Jun, 2022

La Guerra Fría no acabó

 

Se dice que América Latina es el patio trasero de Estados Unidos, la potencia hegemónica mundial. Esta visión generalmente es favorecida por políticos y gobiernos de izquierda nacionalista que, cada vez que necesitan arengar a las masas hacia sus causas particulares o justificar crisis internas, culpan al hermano mayor –rico y poderoso– como el causante de todos sus males. Es una visión conveniente y ciega a los acercamientos de estos gobiernos a grupos terroristas, gobiernos hostiles o juegos geopolíticos externos.

Éste fue el juego por excelencia en la Guerra Fría: regímenes bananeros y con poca gobernabilidad democrática se acercaban a la Unión Soviética (hoy Rusia), grupos radicales y gobiernos indeseables, bajo la excusa de hacerle frente a Estados Unidos, pero en realidad queriendo deshacerse del peso de ese país en la región –para bien o para mal– y cometer atropellos, amasar fortunas o crear dictaduras en aras de ideales marxistas de papel. El discurso era tirar al “imperialismo” usando el contrapeso de poder de otros países o grupos, por más indeseables que éstos fueran.

Los herederos modernos de este doble discurso de los años 70 son Cuba, Venezuela y Nicaragua, todas dictaduras de izquierda: por una parte, insultan y señalan a la Unión Americana como el país causante de todos sus males, al mismo tiempo que sus políticas internas tienen a su población en la miseria, políticamente oprimidas y sus líderes dándose la gran vida capitalista, amasando grandes fortunas y poder personal.

Dos incidentes en días recientes hicieron manifiesto este juego geopolítico: el 6 de junio, un avión de una empresa del gobierno venezolano proveniente de Querétaro, aterrizó en Argentina con un cargamento de autopartes, 14 ciudadanos venezolanos y 5 iraníes, posiblemente ligados al terrorismo. Es seguramente una conspiración del régimen chavista de Venezuela, de la mano del gobierno de Irán, cuyos propósitos todavía no sabemos con exactitud. En esta trama podría también estar involucrado el gobierno de AMLO; sospechosamente autorizó el aterrizaje y despegue de un vuelo con esas características desde Querétaro. El hilo conductor de todos estos actores y sucesos es la afinidad ideológica de sus gobiernos, el odio hacia EU y el acercamiento con grupos radicales.

Por otra parte, ayer la dictadura de Daniel Ortega, de Nicaragua, aprobó un decreto mediante el cual el ejército ruso podrá ingresar a ese país para “intercambio de experiencia y adiestramiento de labores de seguridad”. En otras palabras, Nicaragua permite al gobierno de Rusia que use su territorio como punto de enfrentamiento geopolítico con Estados Unidos. A cambio fortalece la dictadura de Ortega con asistencia militar de un gobierno sancionado por Occidente.

Se trata de un regreso a las tácticas de la Guerra Fría por gobiernos dictatoriales en América Latina. Sumando el desastre interno por sus pésimas decisiones políticas y económicas, se pone el mantel para que se busque “derrocar al capitalismo” acercándose a gobiernos o grupos indeseables.

Nicaragua, Cuba y Venezuela se convirtieron en el patio trasero de esos indeseables.

Esperemos México no siga esa vía.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube