Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

22 Nov, 2023

Los extremos se tocan

   ¿Quién es López Obrador para dictaminar qué constituye un voto

                 adecuado y cuál no? Yo me considero un liberal libertario

                                          Javier Milei, presidente electo de Argentina.

Estas palabras, pronunciadas por el presidente electo de Argentina, Javier Milei, encapsulan un momento de cambio en el panorama político de América Latina.

Argentina, inmersa en una crisis económica perpetua, ha sido testigo por décadas de gobiernos ineficaces y populistas de izquierda, con figuras como Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández. Para los votantes que acudieron a las urnas el pasado domingo, la solución a su hartazgo tomó la forma de un economista de derecha con una retórica afilada y la apariencia de una estrella de rock: Javier Milei. Al igual que el populismo de izquierda, su versión no está exenta de extravagancias.

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El movimiento libertario, que aboga por la libertad individual y mercados sin restricciones, se levanta como una respuesta al desastroso manejo económico de la izquierda.

Sus raíces se remontan a filósofos como John Locke, quien enaltecía la propiedad privada y limitaba la intervención estatal, y Adam Smith, cuya teoría de la “mano invisible” sugería que el interés personal, correctamente canalizado, podía generar beneficios colectivos.

Figuras del siglo XX como Ayn Rand y Friedrich Hayek promovieron el individualismo y alertaron contra el exceso de poder estatal, anticipando un resurgimiento de estas ideas en el siglo XXI.

Javier Milei emerge como el heredero contemporáneo de esta tradición, con un discurso que resuena en el espíritu de libertad y autodeterminación de Rand, así como en la oposición a la regulación económica de Hayek.

A primera vista, el populismo de López Obrador y otros líderes de izquierda puede parecer muy distinto. Sin embargo, en su desprecio por el statu quo y su llamado al descontento popular, ambos líderes, aunque en lados opuestos del espectro ideológico, estimulan a sus seguidores. Ambos prometen un cambio radical y utilizan una retórica antielitista.

El ascenso político de Milei no sólo desafía la estructura política tradicional de Argentina, sino que también destaca la naturaleza cíclica de la lucha entre libertad y control. En este juego de espejos ideológicos, donde cada extremo refleja la desconfianza en las instituciones y el deseo de autonomía, el pueblo argentino se encuentra en una encrucijada, contemplando el futuro de su democracia y economía.

La política, como un reflejo de nuestra psicología colectiva, cambia entre extremos en busca de un equilibrio. Argentina, con la elección de Javier Milei, y México, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, ejemplifican cómo los extremos ideológicos se tocan en la práctica.

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Lo irónico radica en que, en su afán por romper con el pasado, estos líderes pueden terminar invocando un poder centralizado similar, concentrando autoridad bajo la promesa de un futuro mejor. Milei y López Obrador, en los extremos opuestos de sus respectivos espectros, reflejan una dualidad arraigada en el corazón de América Latina: el deseo de autonomía personal y justicia social, una búsqueda que aún espera encontrar su expresión más equilibrada y sostenible en el escenario político.

 

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