Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

14 Feb, 2024

¿Nacionalismo o inversiones?

En el horizonte de una China que alguna vez fue sinónimo de un crecimiento económico vertiginoso, Zhang Wei, un economista sexagenario, contempla el cambio de marea.

Donde las calles de Beijing bullían de actividad incansable, hoy se percibe la sombra de la duda. Las tensiones de una guerra comercial que se ha prolongado con Estados Unidos, la mirada inquisitiva del gobierno sobre los negocios, tanto nacionales como internacionales, y un aire de desconfianza, han empezado a tejer una historia distinta para el gigante asiático.

Wei recuerda la época en que las grúas no descansaban y los rascacielos brotaban como bambú después de la lluvia. Durante más de dos décadas la economía creció sin freno. Ahora, esos mismos gigantes de acero y cristal se alzan incompletos, testigos del enfriamiento de una industria inmobiliaria que alguna vez fue el motor de la economía. Los puertos, arterias del comercio global, muestran signos de fatiga y las cifras de exportación titubean.

En 2022, el Producto Interno Bruto de China había alcanzado 73% del de Estados Unidos, diez veces más que en 1990, cuando el PIB de China sólo constituía 7.0% del correspondiente a la nación norteamericana.

El ingreso per cápita de China es 17% de la renta per cápita de Estados Unidos, un salto colosal desde ese humilde 2.0% registrado en 1990.

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Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, la pérdida para China puede ser ganancia para México, o al menos en teoría. En realidad, al igual que en China, el gobierno ha sido un obstáculo para un mayor dinamismo económico. Mientras que en China la sospecha de su gobierno ha detenido inversiones extranjeras, en México el nacionalismo del Presidente —sobre todo en materia energética y empresas estatales— ha alentado nuevas oportunidades.

La mayor oportunidad de crecimiento para México es el llamado nearshoring que, de acuerdo con un análisis de Morgan Stanley, tiene el potencial de impulsar el crecimiento de las exportaciones manufactureras de México hacia el mercado estadunidense, pasando de 455 mil millones de dólares actuales a una estimación de 609 mil millones de dólares en los próximos cinco años.

Actualmente, las exportaciones manufactureras representan aproximadamente 40% de la economía de México, la cual tiene un valor de mil 300 millones de dólares. Sin embargo, las políticas gubernamentales, al igual que en China, favorecen la mano del Estado sobre el dinamismo del sector privado, sobre todo en materia de energía. Petróleos Mexicanos (Pemex) es la empresa estatal de energía más endeudada del mundo y un barril sin fondo. Aún así, el gobierno cree en un milagro basado en la mera voluntad del presidente Andrés Manuel López Obrador.

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Pero ¿podrán estas dos naciones, con historias tan ricas y economías tan dinámicas, encontrar un camino que las lleve a través de estas aguas turbulentas sin el ímpetu del sector privado? Wei, el economista chino, piensa en las lecciones que cada país podría aprender del otro, en la importancia de la transparencia y la colaboración, y en el equilibrio entre el control gubernamental y la innovación empresarial.

Lo cierto es que en ambos casos el nacionalismo gubernamental ha resultado obsoleto. En el primero, señala el freno a una economía que crecía a doble dígito. En el caso de México, es un nacionalismo rancio que frena lo que podría ser una bendición económica sin precedentes.

 

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