Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

25 May, 2022

¿Qué hacemos con las armas?

 


Las armas no matan a la gente. Lo hacen más fácil. Anónimo

Después de la guerra vendrá la calma. Tras la violencia, el cansancio y la reconciliación. Las más de quinientas mil armas importadas al año y los más de treinta y seis mil muertos por homicidio anuales son la herencia de una guerra subrepticia. Las armas y el crimen organizado binacional son las causas. Tras cientos de miles de muertes y la destrucción del tejido social, deberá venir la reconstrucción nacional.

La historia se remonta, en parte, a Estados Unidos. El país vecino, con 393 millones de armas en circulación y casi 40 millones de armas vendidas en el 2020, está inundado de instrumentos de muerte. No siempre fue así; se intentó detener las masacres. Tras varios episodios de matanzas civiles en escuelas, oficinas y universidades, el presidente Clinton firmó, en 1994, una reforma legal que prohibía las armas de asalto para civiles. La legislación estuvo vigente desde 1994 hasta 2004, cuando dejó de tener efectos, en espera de una nueva reforma legal.

La nueva reforma legal nunca llegó y Estados Unidos siguió con las matanzas entre civiles. Una parte importante de esas armas de asalto se importaron a México a través de prácticas ilegales, como el ejercicio de comprar en baja escala por una sola o varias personas —sin antecedentes legales— con el propósito de, luego, llevarlas a México vía terrestre. La importación de armas a México fue tan grave que, con ella, la violencia se incrementó significativamente.

De 2004 al 2014, los homicidios dolosos en México se incrementaron en un 114 por ciento. Desde 2004 hasta el 2020, los homicidios dolosos se incrementaron casi en un 300% en el país. Mientras en 2004 se registraban 9,329 homicidios dolosos en toda la República, en 2020 se registraron 36,773.

Estados Unidos no está exento de esa violencia, aunque a otra escala. Ayer, en una matanza en una escuela primaria cerca de San Antonio —en Uvalde, Texas—, murieron 18 niños y tres adultos a manos de un adolescente de 18 años que usó una pistola y un arma de alto calibre contra niños pequeños. Episodios como éste han marcado a ese país.

De acuerdo con Gun Violence Archive, una organización que lleva estadísticas de violencia con armas de fuego en Estados Unidos (https://bit.ly/3GgInFY), en 2021 se registraron 20,919 muertes por armas de fuego, un incremento de más del 69% desde el 2014. El 2022 pinta igual de sangriento, con 17,089 o el 81.7% de las muertes registradas en 2021 en sólo cinco meses.

Se trata de una epidemia binacional: En Estados Unidos, alimentada por el apetito desmedido por las armas, la desregulación, pocos controles y el cabildeo de compañías fabricantes de armas. En el lado mexicano, la epidemia se alimenta por el crimen organizado, la importación desmedida de armas y la ingobernabilidad en ciertas regiones del país. Para 2022, los dos países estaremos llegando a números históricos de muertes por armas de fuego, de acuerdo con la población total de cada país.

¿Qué hacemos con este fenómeno? Un buen comienzo es regular las armas en EU —como lo hizo Clinton. En México, crear un Estado más fuerte, donde —como diría Max Weber— sea éste quien ejerza el único y legítimo monopolio de la violencia. De lo contrario, no habrá reconstrucción.

 

 

 

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