Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

10 Oct, 2017

¿Qué significa engañar con la verdad?

 

Se ha vuelto casi un lugar común afirmar, una y otra vez, que en determinados momentos o coyunturas —económicas o políticas—, el político —sea gobernante, funcionario, legislador o dirigente de partido— engaña con la verdad.

¿Quién no conoce la anécdota de don Adolfo Ruiz Cortines, quien engañó con la verdad a Gilberto Flores Muñoz en relación con la designación de su sucesor en la Presidencia, allá por el año 1957?

Sin embargo, no por muy usada la expresión de engañar con la verdad, se sabe de su origen. Ante la situación que vivimos hoy, relacionada no con el resultado de la elección para definir al sucesor de Enrique Peña Nieto en la Presidencia de la República, sino con algo más mundano, la designación del candidato a dicho puesto por parte del PRI, pienso que conviene comentar algo de su origen.

Esto último porque, ante la posibilidad —casi imposible según algunos, y posible según yo—, de que el presidente Peña Nieto engañe con la verdad, el comentario es obligado. Veamos pues.

Los orígenes de engañar con la verdad se remontan a los últimos años del siglo XVI y los primeros del XVII. El personaje que casi con seguridad fue el que introdujo la expresión fue Lope de Vega, quien debe mucho en esto a don Miguel Sánchez.

El Arte Nuevo de Lope de Vega se refiere a la comedia y dentro de ella, a ese engañar con la verdad como centro de la obra. Los espectadores sabían lo que algunos de los actores desconocían porque, estos eran los engañados con la verdad. Los siglos siguientes han visto un gran número de estudios serios acerca del Arte Nuevo el cual, repito, tenía que ver con hacer comedia de otra manera.

Para entrar a la parte política de engañar con la verdad, convendría aclarar primero, que mentir es afirmar algo que es falso, y otra cosa muy diferente engañar. Aquí, existe voluntad, premeditación y búsqueda de un beneficio o el perjuicio de otra persona.

De ahí que cuando decimos de un político que engañó con la verdad, él estaba a la búsqueda de un beneficio o un perjuicio al otro. En el caso de don Adolfo Ruiz Cortines, es claro que hubo premeditación y búsqueda de un beneficio. ¿Cuál era la primera y cuál el segundo?

La premeditación se da, cuando don Adolfo piensa lo que le dice a Flores Muñoz para hacerlo creer, que él es el elegido; el beneficio es obvio porque trataba de mantener protegido al que era, efectivamente, su candidato para sucederlo, don Adolfo
López Mateos.

Un elemento no menor en esto de engañar con la verdad en la política es la propensión del que escucha a imaginar lo que le conviene dejando de lado la objetividad. Como dijo don Adolfo meses después: Él creyó que le decía que iba a ser mi sucesor cuando, si hubiera sido objetivo, habría entendido que lo que le estaba diciendo, era que él no sería el designado. 

Lleguemos con esta larguísima introducción —que espero haya sido clara y no lo hubiese aburrido—, a lo que vemos hoy con el secretario de Hacienda y el presidente de la República.

¿En verdad nos está diciendo el Presidente, que el candidato de su partido será José Antonio Meade? ¿En verdad así es, sólo porque lo placea, lo envía a éste o aquel acto en calidad de su representante, lo hace presidir reuniones importantes y en general, deja que corra la especie de que él es ya, el designado?

Otros dicen, quizás recordando la anécdota de los Adolfos, ¿no nos estará diciendo Peña que Meade no será? Su argumento es claro: De serlo ¿para qué lo placea, para qué lo expone al error o la pifia, y al golpeteo de sus adversarios de partido?

Si bien esto que vemos no es una comedia, pero tiene mucho de ella, ¿piensa usted que Peña engaña con la verdad a los que tienen posibilidades de ser designados candidatos, para proteger a uno de ellos, al suyo?

¿Y usted, en caso de no ser Meade, se sentiría engañado con la verdad?

 

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