Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

8 Feb, 2019

Empiecen la 4T, ¡arreglen los baños del AICM!

Luego de que se diera a conocer la intención del secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, de reprender la veladora de La Milagrosa, esto es, “reflotar Mexicana”, pareciera que se enteran de todo menos de que, para que esto se realice, deberán pasar por una buena consolidación de la competida aviación comercial. O sea… ¿para qué engaños?

Y hablando del saturado Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), fue en 1910 cuando se empezaron a utilizar en la capital los entonces llanos de Balbuena para realizar vuelos. Con los años, esos terrenos, que son los mismos donde se ubica el actual AICM, fueron transformándose y, para efectos oficiales, se considera que fue el 19 de noviembre de 1952 la fecha de inauguración formal del AICM.

Cincuenta y tres años después, es decir, en 2005, ante el fracaso político de la administración de Vicente Fox para construir el nuevo aeropuerto en Texcoco, su gobierno activó un disque “plan B” denominado Sistema Metropolitano de Aeropuertos, que tuvo como objetivo, señalaron, llevar al AICM a su máxima capacidad y aprovechar la infraestructura de los aeropuertos ubicados en el centro del país (Toluca, Puebla, Morelos y hasta Querétaro) para que ahí operaran aerolíneas de bajo costo (de las que sobrevivieron tres: Interjet, de la familia Alemán; Volaris, de Roberto Kriete, y VivaAerobús de IAMSA, que lleva Roberto Alcántara).

Empero, esa “máxima” intervención en el AICM implicaba elevar de 20 millones a 32 millones el número de pasajeros (44%) con la T2, pero insuficiente para dar salida a la demanda creciente de conectividad del Valle de México y los estados circunvecinos. El de Toluca ha sido un fracaso, Puebla tiene un par de vuelos locales, Querétaro se ha alimentado de TAR, la aerolínea regional que va bien para el entorno, y Morelos, pues se usa para instrucción aérea.

Al cierre de 2018, habiendo cumplido “oficialmente” sus sesenta y seis años, el saturado AICM atendió a 47.7 millones de pasajeros, registró más de medio millón de operaciones por año, 49% más de la capacidad estimada en 2007.

A lo anterior sumemos que, en los últimos años, no se invirtió en mantenimiento e infraestructura como se hace en cualquier aeropuerto del mundo, sobre todo cuando se atienden más de mil 200 operaciones de aterrizaje y despegue al día.

Ante las actuales circunstancias, ya por todos conocidas, resalta que la SCT, a través del subsecretario de Transporte, Carlos Morán, está tomando acciones que beneficiarán a las aerolíneas y pasajeros en el AICM, que dirige Miguel Peláez.

En unos días, se hará público que habrá una nueva expansión (la T3) a construir, donde se encontraba el hangar presidencial y los hangares adjuntos a la T2, pero que, al menos, en una primera etapa, este año se invertirán tres mil millones de pesos en mantenimiento, construcción y aspectos operativos con miras a elevar su imagen, seguridad, eficiencia y capacidad. Se está cambiando el rodaje para que dejen de cruzar aviones en medio de las pistas y reducir con ello los tiempos de espera para despegues y aterrizajes.

Lo que el usuario recibe a cambio de la TUA que paga, que por cierto supera los 45 dólares si el vuelo es internacional, son baños que provocan náuseas, espacios donde no se puede caminar o esperar, goteras, hundimientos, filas eternas en migración y una mala imagen en general.

Además de pagar una TUA de las más caras a nivel mundial, el pasajero debe contribuir a los servicios aeroportuarios de aterrizaje y despegue, uso de plataforma, estacionamiento y pasillo telescópico, mal servicio migratorio, pésimo servicio de recepción de maletas, y si amanece Don Goyo con humo o la neblina se apodera del Valle de México, lo mismo que la lluvia, la situación se complica más.

Respecto a esto último, se considera probable incorporar un sistema de aterrizaje por instrumentos o ILS, pero, en el aspecto operativo, se comenta que una de las pistas no tiene las condiciones requeridas y  las plataformas no están en estado óptimo, como tampoco las puertas de embarque y desembarque (que son insuficientes), mientras hay mucho hectareaje de hangares y otros espacios desperdiciados, etcétera.

Y en materia de slots, que son los horarios de aterrizaje y despegue que los aeropuertos asignan a las aerolíneas, el AICM sigue saturado y requiere incrementar el número de vuelos que puede atender.

A pesar de que las aerolíneas han invertido en tecnologías que permiten mejorar la experiencia del pasajero en el aeropuerto, tales como quioscos para realizar el check-in y documentar la maleta, y en remodelaciones de las salas de abordaje, existen servicios públicos fuera de su control, y la frustración del público se enfila contra ellas porque son las que dan la cara al cliente, quien se queja de las horas de espera, de servicios deficientes de migración, aduanas y policía federal, y hasta de la falta de reparación de accesos en las calles que rodean al AICM.

La primera impresión cuenta. Una fila interminable, un vuelo demorado, una maleta perdida o instalaciones sucias son motivo para deteriorar la imagen de México como un centro de conexión, de turismo y de negocios. Un tema de atención también para el secretario de Turismo, Miguel Torruco.

Así pues, la mayor víctima de todo esto terminan siendo los pasajeros, quienes sin deberla ni temerla padecen en nuestro país de un trato no digno ni acorde a lo que pagan.

Enhorabuena por las noticias de inversiones en el AICM, urgen, pero México necesita una concertada política aeroportuaria y de conectividad. Se lo merece y a todos nos conviene.

 

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