Y el premio es para... la crisis financiera

El trabajo de los ganadores del Premio Nobel de Economía ha sido clave para que los gobiernos y bancos centrales comprendan el rol de los intermediarios financieros, los riesgos, la propagación y profundidad de las crisis.
Economía -
Dibujo de una gráfica negativa con una moneda y flechas.
El trabajo de los ganadores del Premio Nobel de Economía ha sido clave para que los gobiernos y bancos centrales comprendan el rol de los intermediarios financieros, los riesgos, la propagación y profundidad de las crisis. Foto: iStock

Luego de las consecuencias económicas de la pandemia de covid-19 y en medio de un complejo panorama para los mercados financieros, con decenas de economistas pronosticando una recesión para 2023, no es extraño que el motivo de su premiación sean sus investigaciones sobre bancos y crisis financieras. 

Llama la atención que los estudios de los laureados no surgen de las crisis más recientes, sino que se realizaron en la década de los ochenta. En su momento, éstas aportaron elementos para un mayor entendimiento del papel de los intermediarios financieros en la economía, como bancos, fondos de pensiones, cajas de ahorro, uniones de crédito, entre otros. Dicho entendimiento derivó en acciones concretas por parte de los gobiernos y bancos centrales, que hoy más que nunca son parte fundamental del funcionamiento de la economía.

Dos de las acciones concretas que más destacan son: 1) la regulación (como Basilea III) y 2) la provisión de liquidez por parte de los bancos centrales. Mientras que la primera acción tuvo mayor relevancia para lidiar con las consecuencias de la Gran Recesión en 2008, la segunda fue vital para amortiguar los efectos económicos de la pandemia. 

Durante la Gran Recesión, Ben Bernanke no desaprovechó la oportunidad de llevar a la práctica los aprendizajes derivados de sus investigaciones, promoviendo las medidas de Basilea III, adoptadas por diversos países para regular y supervisar la actividad de los bancos. Dentro de estas medidas destacan: 1) un aumento de los requerimientos de capital hasta el 4.5% (en México el mínimo requerido es de 8.0%), es decir, un incremento en las reservas de las instituciones financieras para cubrir posibles pérdidas por los créditos que otorga; 2) mejores métodos para calcular los riesgos y 3) una mayor supervisión por parte de las autoridades financieras. 

La Gran Recesión también representó un parteaguas para la política pública en relación con la liquidez, es decir, la capacidad de un activo para ser convertido en dinero en efectivo de forma inmediata. Por ejemplo, una casa es un activo con poca liquidez dado que puede demorar meses en venderse y generar el dinero en efectivo. Cuando necesitamos comprar comida y pagar los servicios, una casa nos es de poca utilidad, dado que lo que requerimos es liquidez. Así, cuando una economía no tiene liquidez, se detiene y corre el riesgo de entrar en una fuerte recesión. 

Dada esta relevancia de la liquidez, en 2008 los bancos centrales, destacando la Fed, decidieron incrementar, a niveles nunca antes vistos, la provisión de liquidez a las instituciones financieras a través de la compra de activos, es decir, los bancos centrales compraron bonos de largo plazo (activos con poca liquidez) que las instituciones tenían en su poder y, a cambio, recibieron dinero líquido con el objetivo de ser canalizado en forma de créditos al resto de la economía.

Gráficas con datos económicos de la Reserva Federal de los Estados Unidos.

Como respuesta a la pandemia de covid-19, diversos países adoptaron medidas para asegurar que el crédito siguiera llegando a empresas y hogares. En Estados Unidos, la Reserva Federal proporcionó liquidez ilimitada a través programas de compra de activos a las instituciones financieras con el objetivo de que las empresas productivas no quebraran. En Europa, el Banco Central Europeo aceleró la compra de bonos gubernamentales y corporativos y lanzó el Programa de Compras de Activos de Emergencia ante la pandemia. Por su parte, el Banco de México adoptó medidas para ampliar los activos y participantes con acceso a la liquidez.

De esta forma, el trabajo de los ganadores del Premio Nobel de Economía 2022 ha sido clave para que los gobiernos y bancos centrales comprendan el rol de los intermediarios financieros, los riesgos en que éstos pueden incurrir, la propagación y profundidad de las crisis, así como sus implicaciones sobre la economía. Asimismo, las investigaciones de los laureados, destacando Bernanke, han dotado de herramientas efectivas para procurar la estabilidad financiera. Sin embargo, aún quedan en el aire los límites, costos y efectividad a largo plazo de las medidas adoptadas en cada crisis.

Por: Luis Dámazo y Yehoshafat Sereijo

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