Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

Guillermo Zamarripa

26 Feb, 2022

Conflicto en Ucrania

 

Si no se toman medidas, lo que sucedió ahora se puede repetir con China, Irán y otros países.

La rapidez con la que se dieron los hechos durante la semana en Ucrania es sorprendente. Llama la atención la ejecución de Rusia. Parece que todo seguía un guion que se instrumentó a la perfección. Esto da evidencia de un plan detallado planeado por meses. Mis reflexiones las voy a hacer en torno a lo que puede pasar en el ámbito económico global a consecuencia de la invasión.

Si lo vemos desde la perspectiva más amplia, lo que sucede es que a la canasta de riesgos económicos globales que tiene varios componentes (inflación, tasas de interés y mercados) se le añade uno adicional con un potencial de afectación profundo.

En mi primera columna de 2022 escribí sobre los riesgos globales más relevantes. Uno de ellos era el geopolítico de un conflicto entre Rusia y Ucrania. A finales de febrero este riesgo ya se materializó.

Para entender las consecuencias se tiene que contestar la pregunta: ¿donde va a parar? El lunes se pensaba que sería un apoyo militar a los separatistas de dos regiones del este del país. Hoy parece que el escenario es que Rusia tomará el control de todo el país, que sucederá pronto y sin tanta resistencia. 

Es claro que Occidente no va a mandar tropas para enfrentar a Rusia en territorio de Ucrania. La escalada de enfrentamiento militar entre potencias parece que no va a suceder y eso es buena noticia para el entorno económico.

Tendremos a Rusia anexándose de alguna forma el territorio y el conflicto quedará acotado a la región.

La implicación de las acciones de Putin, de primer orden, es que está violando el derecho internacional y actuando unilateralmente con oposición de la ONU. La implicación de segundo orden es que afecta el equilibrio del orden mundial actual.

Sí se quiere no romper tanto con el orden actual se requiere actuar. La señal que implica que las acciones tomadas por Rusia no tengan consecuencias es muy grave.

El dilema que enfrentan las economías occidentales es que mantener el equilibrio implica costos en el corto plazo, en tanto que las consecuencias de romperlo serán una nueva fuente de inestabilidad en el mediano y largo plazo.

Hay riesgos de más desviaciones del orden actual. Si no se toman medidas, lo que sucedió ahora se puede repetir de otra forma con China, Irán y otros países.

Por esta argumentación es que los principales países desarrollados de Occidente, a través de sanciones y de otros mecanismos, deben generar un costo muy alto a Rusia por la agresión no justificada que tomó. 

Si hay un beneficio de las sanciones y es que no hay guerra. El problema con las sanciones es que tienen la parte de consecuencias para quien las impone. Varios ejemplos.

Uno es que si se limitan las importaciones rusas de materias primas se tendrá un impacto en su precio. Es decir, el proceso puede reforzar las presiones inflacionarias.

En algunos casos puede llevar a tener oferta limitada de algunos insumos que frenen a ciertos sectores.

Un tercero es para empresas con operaciones en Rusia que van a perder dinero y esto afectará a sus inversionistas.

Estamos ante un problema mayor. La mejor salida implica volatilidad y costos en el corto plazo. Si se hace bien el beneficio se verá en el largo plazo. Esperemos que los líderes actúen con visión.

 

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