Paul Lara

Cyberpunks

Paul Lara

9 Dic, 2019

Los verdugos público

 

Imagínese que los casos judiciales se decidieran en función de lo que la gente tiene que decir en las redes sociales, como si fuera un episodio de Black Mirror: todos serían culpables y los castigos serían crueles. Si de por sí, muchas veces las autoridades primero culpan y luego investigan.

No hace falta poner ejemplos de lo que ya sucede desde hace tiempo en las redes sociales, principalmente en Twitter, donde todos son jueces y verdugos públicos. Estos espacios han dado a las personas la confianza descarada de expresar su opinión no filtrada y no deseada. Todos son especialistas que muchas veces se ocultan en el anonimato, y los que no creen que tienen el derecho de decir lo que se les plazca y enterrar reputaciones sólo por el simple hecho de ser “personas públicas”, o más bien porque no hay regulaciones efectivas para internet.

Lo cierto es que, como dice Umberto Eco, son una legión de imbéciles, que entre ellos se aplauden y se felicitan. Lo peor es que muchos son “periodistas” que deberían informar bien en sus medios, pero como ahí no pueden, pues salen a decir puras barbaridades en Twitter.

Cuando una historia aparece, los hilos de comentarios están llenos de “usuarios” que piensan que saben más que las autoridades y expresan el castigo que el sospechoso debería recibir. Es bueno que la sociedad se haya alejado de las lapidaciones públicas, o ¿no ha sucedido y se han incrementado ahora de manera virtual?

Hay un nuevo Salem donde, sin ninguna evidencia concreta, personas que pueden resultar inocentes o que cometieron alguna equivocación, como lo hacemos todos, han sido colgados y quemados.

¿Qué pasaría si una mujer perdida o “secuestrada por un Uber” se convierte en Trending Topic? Muchos expresarían su desconcierto hacia tales actos. Los usuarios compartirían sus pensamientos y oraciones por la familia. Pero si todo fue un error, los comentarios pasan a ser turbas que buscan quemar brujas, que juzgan y diseccionan a una familia. ¿Ya se olvidaron de lo que pasó con el famoso #MeeToo en México?

Si ustedes o yo nos equivocamos en poner algún comentario en Twitter, ¿resolvemos nuestra estupidez borrando el comentario, o pidiendo una disculpa de: “perdón, nos equivocamos, ya es libre”? Y mire que conozco a varios “profesionales de la comunicación” que cada rato tiran netas, y cuando se equivocan se hacen los omisos o sólo se disculpan soberbiamente, sin pensar en el daño que ya ocasionaron.

Las redes sociales nos han quitado nuestra empatía y nos han vuelto fríos y cínicos. Ya hasta hemos descartado el viejo adagio: “Si no tienes nada bueno que decir, no digas nada”. Nos escondemos detrás de nuestros teclados como cobardes crueles que esperan colgar a la próxima persona. Somos verdugos públicos.

Twitter, como una red social, tiene un papel importante en nuestra comunidad: proporcionar una plataforma para informar a las personas a lo largo de los años sobre levantamientos, desastres naturales, eventos terroristas, entre otros. Sin embargo, como sucede con muchas de estas plataformas con aspectos positivos, también hay negativos de la transmisión. Informar usando las opiniones y opciones sin filtrar de Twitter y, como tal, cualquier plataforma de redes sociales como base de una opinión o hecho mayoritario, es peligroso e irresponsable.

Todas las principales agencias de noticias del mundo han anunciado incorrectamente en algún momento la muerte de una “estrella” o una noticia falsa, debido a la tendencia del hashtag de Twitter.

Son muchos los “usuarios” de la plataforma que creen que esta red social y sus tendencias nos proporcionan una sección transversal de la sociedad, lo suficientemente grande como para reflejar el estado de ánimo de una nación. Que equivocados están.

Hemos evidenciado y lapidado disparos de la policía sin ver la imagen completa. Hemos visto supuestos incidentes raciales, gente que es acusada de acoso sin pruebas, y las tendencias de las redes sociales han dictado que los informes no se investiguen.

¿Cuánto tiempo pasará hasta que la distopía de los programas tipo Black Mirror se conviertan en nuestra realidad, donde no se necesita conocer la imagen completa, y nos defendemos en la corte del estudio de medios, no de la ley?

 

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