Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

26 Ene, 2019

Cuatro retos del sector automotriz

Hace unos cuatro años, parecía inminente que para estas fechas podríamos manejar un coche Apple, Google o de alguna otra compañía tecnológica, en ese entonces parecía que la nueva movilidad automotriz era únicamente un problema de software y navegación y dado que las compañías de tecnológicas tenían el expertise y el dinero podrían revolucionar rápidamente a dicha industria. El aspecto de la manufactura no parecía ser particularmente difícil para las empresas tecnológicas, sobre todo porque en el caso de Apple tienen experiencia en procesos de manufactura y cadenas de valor complejas, lo mismo se puede decir de Google.

Hoy, no parece inminente que arribe al mercado un vehículo de una de estas compañías. Hace unos días, por ejemplo, se dio a conocer que Apple despidió a 200 ingenieros de su proyecto automotriz llamado Titan, que desde hace un par de años se ha desdibujado. A pesar de que la disrupción no ha sido tan rápida como se proyectó, no hay un ejecutivo del sector automotriz que no considere que su negocio se encuentra en un proceso de transformación histórico que tiene que ver con conectividad del vehículo, autonomía de manejo, nuevos motores eléctricos y nuevos modelos de comercialización.

Los cambios en el sector automotriz son importantes para México, ya que representa 31 por ciento del total de las exportaciones del país y se deben tener presentes las nuevas dinámicas para saber cómo nos pueden afectar y cómo podemos aprovecharlas.

En ese contexto, me parece clave identificar y actualizar cuáles son los principales retos de las compañías automotrices y considero que son: inversiones de capital, no convertirse en un commodity, participar en el mercado chino y contar con liderazgos que posean una clara visión de hacia dónde van las tendencias, más allá de administrar los negocios, y una alta capacidad de ejecución para encaminarse hacia ellas.

El mayor reto en este sentido, es el capital. Los montos que las compañías requieren para avanzar de manera simultánea en el desarrollo de sistemas autónomos, nuevos motores eléctricos y entrar a nuevos mercados es enorme lo que deja a pocos jugadores en posición de hacerlo. Desde hace algunos años, Sergio Marchionne, desde Fiat Chrysler Automobiles, buscó sinergias, aunque no encontró mucho eco. Las alianzas han ocurrido, aunque son de una escala menor, como la que anunció Ford con Volkswagen para sacar al mercado pick ups y otros modelos para 2022 o la de General Motors con Lyft o aquella que GM tiene con Uber. También está la cooperación entre Toyota y Mazda con una planta conjunta en Estados Unidos, así como la de Renault-Nissan y Mitsubishi que, por el episodio Ghosn, podrían no sobrevivir.

Otro riesgo significativo de las compañías automotrices es que se conviertan en un commodity, es decir, que lo valioso de un automóvil sea el software de manejo autónomo, mientras que el motor y el modelo se convierta en un factor menos importante para el cliente, similar a lo que ya ocurre con los fabricantes de teléfonos que utilizan Android como sistema operativo.

El otro reto es China dado que para tener escala en el futuro cualquier empresa automotriz que aspire a ser global tiene que tener una presencia robusta en dicho país. Casi todas las compañías ya tienen participación, pero justo ahí radica la otra amenaza y es que los jugadores de la nación asiática son formidables y en menos de diez años pueden ser rivales importantes como ocurrió en el sector de los trenes rápidos y los smartphones por mencionar dos ejemplos.

El tema de China nos lleva a los motores eléctricos dado que la nación asiática avanza hacia un ambiente regulatorio de menos emisiones de contaminantes y la reducción de la dependencia de hidrocarburos, por lo que los motores eléctricos se asoman como una opción. Aunque es obvio que el management es el reto permanente de cualquier empresa en el sector automotriz, hace tiempo que se requiere poder integrar la cultura automotriz tradicional con la del software, además de tener ejecutivos que logren transmitir una visión de transformación porque la inercia institucional será particularmente mortal en el próximo lustro.

 

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