La Fed regala al peso jornadas de alivio

La divisa cerró el viernes previo en 15.0562 pesos por dólar, una recuperación de 3.6%. De hecho, entre la inyección diaria de 52 mdd al mercado y la reacción a la reunión de la Fed, el peso se fortaleció 2.9%, su mayor apreciación en una semana desde junio de 2013
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Foto: Thinkstock
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CIUDAD DE MÉXICO.- En otra demostración de fuerza, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) dejó claro que ella maneja a su antojo a los mercados financieros globales. Su autoridad es indiscutible y llena de asombro: sin tomar ninguna acción de política monetaria, sin mover las tasas de interés, sólo mediante el manejo de las expectativas del mercado, provocó una virulenta reacción en las divisas mundiales, los bonos y las bolsas, efecto que duró hasta el final de la semana pasada.

Janet Yellen, esa venerable mujer llena de sabiduría que está al mando del banco central estadunidense, conoce mejor que nadie la sicología del mercado, y a pesar de retirar la palabra “paciente” del comunicado, un paso delicado y trascendental, supo templar con mano maestra los ánimos de los inversionistas para que nadie se ponga nervioso.

Sí, la Fed quitó el término paciente del comunicado. Pero lo contrarrestó, y con creces, mediante dos mecanismos: primero, recortó sus expectativas de crecimiento y de inflación, tanto del índice general de precios como del subyacente (excluyendo los volátiles componentes de alimentos y energía) para este año y los dos siguientes; y segundo, y como corolario de esa mayor debilidad macroeconómica, redujo sus proyecciones de un incremento de las tasas de ineterés.

Ahora el promedio de los miembros de la Fed prevé que el objetivo de la tasa de los fondos federales se situé al final del año en 0.625 por ciento, una reducción de 50 puntos base (pbs) respecto al pronóstico que publicaron en diciembre (1.125 por ciento).

Ese número está más cercano a nuestra expectativa original: desde el 26 de enero sostuvimos en este espacio, en un artículo titulado “¿Puede ir la Fed contra el resto del mundo?”, que este año los altos funcionarios de la Fed serían más “cuidadosos, lentos y graduales de lo que nos dicen”. 

En el aducíamos que no sería tan conservadora como afirmaba el premio Nobel de Economía Paul Krugman, quien estimaba que la Fed no incrementaría las tasas de interés en todo este año, ni tan agresiva como sugerían los propios pronósticos de la Fed.

Nuestra conclusión era que la Fed podía aumentar las tasas de referencia en un monto acumulado de 50 puntos base en todo 2015.

Expectativas

Las menores expectativas de aumentos en las tasas para este año se trasladaron para el horizonte de 2016 y 2017. Para final de 2016, la Fed ahora augura una tasa de 1.875 por ciento comparado con 2.5 por ciento en diciembre, y para 2017, la tasa esperada es de 3.125 por ciento frente a 3.625 por ciento, establecido previamente.

Para los mercados, descubrir esas nuevas trayectorias esperadas para las tasas de interés fue como escuchar musiquilla celestial. Con ello se convencieron de que la Fed, si bien ya no es “paciente” tampoco tiene motivos para ser “impaciente”.

Al gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, le tocó observar la reacción del peso a la reunión de la Fed rodeado de banqueros, en la tradicional Convención Bancaria de Acapulco, y lo hizo con la distensión y apacibilidad propia de la brisa del Pacífico.

El peso responde

El peso mexicano, que ya había aguantado los embates de la economía estadunidense con más entereza que otras divisas emergentes, también reaccionó a la decisión de la Fed con una mayor fortaleza.

El peso, que cerró en un mínimo histórico de 15.624 pesos por dólar el pasado 10 de marzo, concluyó el viernes en 15.0562 pesos por dólar, o una apreciación de 3.6 por ciento.

Durante la semana pasada, entre la inyección de 52 millones de dólares que diariamente se destinan al mercado y la reacción a la reunión de la Fed, el peso se fortaleció 2.9 por ciento, lo que significa la mayor apreciación en una semana desde junio de 2013.

Pocas divisas emergentes se comportaron mejor que el peso mexicano la semana pasada: en Latinoamérica sólo le superó el peso colombiano, que aumentó 3.8 por ciento.

Fuera de esa región, el rublo ruso fue la mejor moneda emergente con una alza de cinco por ciento, si bien esa divisa ha sido castigada por una intensa volatilidad desde finales del año pasado, debido a las sanciones económica por el conflicto en Ucrania y la caída del precio de los energéticos.

También se comportaron mejor que el peso mexicano el rand sudafricano con un aumento de 3.8 por ciento y el zloty polaco con una mejoría de 3.5 por ciento. Pero el resto de divisas emergentes mostraron menos músculo que el peso mexicano. En la semana, el índice de divisas de mercados emergentes de JP Morgan avanzó 1.7 por ciento, su mayor ganancia desde septiembre de 2012.

De hecho, en lo que llevamos de año ninguna divisa latinoamericana ha mejorado el comportamiento del peso. La moneda mexicana apenas se ha depreciado dos por ciento contra el dólar, comparado con 3.4 por ciento del sol peruano, 4.2 por ciento del peso chileno, 7.2 por ciento del peso colombiano y un derrumbe de 17.7 por ciento del real brasileño, con mucho la peor divisa este año de entre los emergentes.

Acciones correctas

Esa estabilidad del peso refleja el éxito de las políticas económicas de las autoridades mexicanas, a la espera de que se materialice la temida alza de tasas por parte de la Fed. Pero ante el escenario de que esa decisión se postergue, los capitales regresaron a los activos de riesgo de los mercados emergentes, sobre todo a aquellos que ofrecen una rentabilidad atractiva y un firme marco de seguridad.

De nuevo, los bonos mexicanos, en ese contexto de estabilidad cambiaria, baja inflación (meta oficial de tres por ciento anual) y la fortaleza macroeconómica, destacaron sobre sus pares emergentes.

En la semana, la tasa de los Certificados de la Tesorería (Cetes) a un año se cayeron 22 puntos base, para cerrar en 3.42 por ciento, la de los bonos de tres años se derrumbó 34 puntos base para ubicarse en 6.45 por ciento y la de diez años en 35 puntos base a 5.73 por ciento.

El fabuloso rally o racha de los bonos soberanos mexicanos denominados en pesos permitió reducir el diferencial entre la tasa de diez años de México y su par estadunidense en 13 puntos base para situarlo a 380 puntos base (100 puntos base es equivalente a un punto porcentual).

Confianza

La que no se vio bien fue la bolsa mexicana: su principal indicador, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC), cedió 0.1 por ciento en la semana, lo que contrasta con un aumento del índice MSCI de mercados emergentes de 3.2 por ciento.

Sin embargo, la relativa estabilidad del peso mexicano y el apetito que mostraron los inversionistas por los bonos locales sitúan a México como una nación que proyecta confianza a los mercados internacionales. 

Los esfuerzos de una política fiscal más restrictiva, con recortes en el gasto público para evitar que surjan desequilibrios preocupantes en las finanzas gubernamentales; de una política cambiaria que ya ha echado mano de las reservas internacionales para contener la depreciación del peso; y de una política monetaria que se traducirá en mayores tasas de interés si prevalece la volatilidad han contribuido a consolidar la imagen de México ante los inversionistas internacionales.

Además, el crecimiento de la economía mexicana, con un sector exportador boyante, debido a la debilidad del peso y la poderosa expansión de la economía estadunidense, también representa un importante aporte en este escenario de incertidumbre.  

A la expectativa

La semana pasada, por tanto, la astuta y habilidosa Fed, logró aplacar el nerviosismo que latía entre los inversionistas, y los mercados emergentes lo celebraron a lo grande. Esa ansiedad fue ocasionada, sobre todo, por los indicadores económicos de Estados Unidos, que reflejan una economía que crece de manera vigorosa, por encima de su tendencia, y con riesgos de generar indeseadas presiones inflacionarias.

En caso de materializarse, la volatilidad regresará a los mercados financieros ante el miedo de que la Reserva Federal de Estados Unidos reaccione de manera súbita con un aumento de tasas.

El primer escollo lo tendremos mañana martes, con la publicación en Estados Unidos de los precios al consumidor para febrero, donde los mercados prestarán mucha atención al índice subyacente. Dos días después, el jueves, el Banco de México se reunirá para evaluar la situación y dirimir si sube ya las tasas, de manera preventiva, o se espera.

* Director de llamadinero.com

 

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