Trump podría revivir este oscuro episodio de la historia de EU

Es momento de regresar al año 1950
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El Macarthismo afectó a todos los ciudadanos estadounidenses, pero en especial fue Hollywood el que padeció más durante esos años. Foto: Pixabay.
El Macarthismo afectó a todos los ciudadanos estadounidenses, pero en especial fue Hollywood el que padeció más durante esos años. Foto: Pixabay.

Ciudad de México.- El “Macarthismo” es un periodo de la historia de Estados Unidos que se desarrolló entre 1950 y 1956. Recibe este nombre, pues durante este periodo el senador por Winsonsin Joseph McCarthy desencadenó lo que conocemos como la “Caza de brujas” contra personas sospechosas de ser comunistas.

El Comité de Actividades Anti-Norteamericanas se instauró por 1937, pero adquirió mayores poderes durante la Segunda Guerra Mundial. Por más de 30 años el Comité acumuló expedientes, testimonios e informes.

Si bien en el pasado los enemigos eran los Nazis, al comenzar la Guerra Fría la Unión Soviética y Socialismo se convirtieron en los principales detractores del estilo de vida norteamericano.

El Macarthismo afectó a todos los ciudadanos estadounidenses, pero en especial fue Hollywood el que padeció más durante esos años. El gobierno reconoció que el cine era una de las principales armas ideológicas del momento.

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¿Cómo funcionaba?

Al más puro estilo de las cacerías de brujas, para el Macarthismo sólo bastaba que hubiera una acusación sobre las tendencias políticas de los ciudadanos (contrarias al sistema) para iniciar un proceso. En este caso, los implicados eran culpables y debían demostrar la lealtad a su país.

Básicamente se les pedía que delataran a toda aquella persona que consideraran militante o simpatizante del socialismo. Si se negaban a hacerlo, entonces se les despedía inmediatamente de su trabajo y se notificaba a las empresas que no podían contratar a ese hombre o mujer.

El Comité logró integrar la famosa “Lista Negra” con aquellos nombres que fueron señalados como socialistas y, por lo tanto, enemigos del país.

Joseph Raymond McCarthy, senador por Wisconsin. Foto: Wikipedia.

La persecución llegó a tal grado que, “en adelante, todo el mundo debía tener mucho cuidado con sus relaciones, con los lugares que visitaba, los lugares que frecuentaba; un mero error social, como asistir a una reunión ‘mala’, hacer un cheque de caridad a favor de una causa de caridad proscrita, alguna relación más que casual con personas de simpatías radicales: cualquiera de estos errores podían ponerlo a uno en la Lista Negra y dejarlo sin trabajo”, señala Garry Wills en Tiempo de Canallas de Lillian Hellman.

Cualquiera con la Lista en mano podía proceder contra aquellos que considerara sospechosos. Durante este periodo se permitió una violación grave a los derechos civiles y sentó las bases para toda clase de violaciones posteriores por parte del Congreso.

Los que eran llamados a comparecer ante el Comité, debían ser sometidos al “programa de lealtades” de manera estricta. Mediante el sistema de las Listas el Congreso tenía la facultad de suponer que un ciudadano era desleal hasta que se demostrara lo contrario. En caso de que se negara a someterse al procedimiento, entonces se tenía el derecho a negarle el acceso al empleo.

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Episodio amargo para Hollywood

Estados Unidos buscaba protegerse ideológicamente de Rusia, quien ahora, en época de “paz” se había convertido en una amenaza. El gobierno entendía el poder del cine y por eso desde el conflicto bélico comenzó a utilizar esta herramienta a su favor.

Sin embargo, su reacción fue tan exagerada, que varias veces cayeron en el absurdo. Por ejemplo, el gobierno pidió películas en la Segunda Guerra Mundial en las que se ridiculizara y minimizaba al Nazismo porque eran los enemigos. Mientras, la imagen de los rusos era enaltecida y respetada. Ellos eran los aliados.

Al finalizar la Guerra, las autoridades tuvieron el atrevimiento de cuestionar a las personas que participaron en estas cintas. Es decir, la postura y el enemigo cambiaron. Por el mero hecho de haber participado en estas películas que favorecían a los rusos se cuestionaba la lealtad y se les acusaba de ser comunistas.

Las Listas estaban mayormente nutridas de actores, productores y guionistas de Hollywood. Y es que en la industria cinematográfica de Estados Unidos el Partido Comunista tuvo muy buena aceptación.

Por supuesto hubo quienes cedieron ante el poder y le facilitaron el trabajo al Comité. Por ejemplo, el gran director Elia Kazan, Walt Disney o el productor Budd Schulberg se dieron a la tarea de dar nombres para la Lista Negra. La novelista y guionista Ayn Rand trabajó hombro con hombro con McCarthy. Ella formaba parte del aparato que censuraba y desmenuzaba los guiones para identificar cualquier idea que pareciera favorecedora a los comunistas.

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El Comité convocó a declarar a 41 sospechosos de Hollywood, sólo 19 se negaron a comparecer. Invocaron la Primera y Quinta Enmiendas a la Constitución. La Primera es la que garantiza el derecho a la libertad de expresión, mientras la Quinta consiste en que no se forzará a declarar a ninguna persona contra sí misma.

Pese a ser citados por el Congreso, los llamados “Diez de Hollywood” se negaron a declarar sobre sus filiaciones políticas. Estas 10 personas fueron catalogadas como personas nones gratas, condenados a prisión por desacato y, por supuesto, se bloqueó cualquier oportunidad de trabajar.

  1. Alvah Bessie, guionista.
  2. Herbert Biberman, guionista, director.
  3. Lester Cole, guionista.
  4. Edward Dmytryk, director y guionista.
  5. Ring Lardner, Jr, periodista, guionista.
  6. John Howard Lawson, autor.
  7. Albert Maltz, autor, guionista.
  8. Samuel Ornitz, guionista.
  9. Adrian Scott, guionista, productor.
  10. Dalton Trumbo, guionista, novelista.

Los Diez de Hollywood estaban integrados por guionistas, novelistas y directores. En algunos casos pudieron seguir con su labor, pues muchos firmaban sus trabajos con seudónimos. Sin embargo, bajo esta circunstancia también cobraban menos.

Algunos integrantes de los Diez de Hollywood con sus familias. Foto: Wikipedia.

Cineastas como Charles Chaplin fueron de los más perseguidos, pues su trabajo tenía un marcado corte a lo social. De hecho, tuvo que huir de Estados Unidos para no ser encarcelado.

Orson Welles, uno de los mejores directores de la historia, pero no uno de los favoritos de Hollywood, dijo al respecto:

Lo malo de la izquierda estadounidense es que traicionó para salvar sus piscinas. Y no hubo unas derechas estadounidenses en mi generación. No existían intelectualmente. Sólo había izquierdas y estas se traicionaron. Porque las izquierdas no fueron destruidas por MacCarthy; fueron ellas mismas las que se demolieron dando paso a una nueva generación de nihilistas”.

El final del Macarthismo

La fórmula de persecución se desgastó durante la segunda mitad de los años 50. La opinión pública, el hartazgo de la censura y las decisiones judiciales favorecieron para acabar con el Macarthismo.

El cambio de presidente también ayudó, Harry S. Truman y Dwight D. Eisenhower pronto darían paso a John F. Kennedy.

Una figura clave fue John Henry Faulk, un locutor de radio que fue catalogado por el Comité como comunista. Durante ese tiempo, existían empresas dedicadas a investigar a las personas de las Listas. En este caso, la compañía AWARE, Inc. se encargaba de Faulk.

Faulk demandó a AWARE en 1957 y para 1962 ganó el caso. Este precedente sentó las bases para que las compañías con Listas Negras desistieran de investigar ciudadanos o de lo contrario les lloverían demandas.

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