Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Abr, 2020

¿De dónde saldrá el baro?

La obsesión del actual gobernante por obtener recursos de donde fuere, sin detenerse a considerar los efectos negativos de lo que parece ser una muestra de desesperación —no un acto de gobierno—, evidencia de manera inobjetable la difícil situación que enfrenta aquel que no muestra resultado alguno, digno de calificarse como positivo y útil para el país.

Por encima de la realidad, el actual Presidente colocó un conjunto de grandes sueños que a la fecha, lejos de haber demostrado su viabilidad en todos los aspectos en obras de esa índole, lo único que ha evidenciado es, exactamente, lo opuesto: su inviabilidad técnica, económica y financiera. Quedaron todas ellas como lo que siempre fueron y son, simples sueños que jamás alcanzaron ni alcanzan ni alcanzarán el nivel de propuestas sensatas, mucho menos viables.

Sin embargo, para agravar las ocurrencias e insensateces que ya lucen cual grandes y onerosos elefantes blancos, el daño causado a las finanzas públicas amenaza aún más su ya débil salud y el lamentable estado que ya dejan ver. A esto, agreguemos un conjunto de programas los cuales, por más que se pretenda venderlos como actos de elemental justicia social a los marginados, apenas llegan a programas clientelares de orden electoral, pues su prioridad es no otra que la elección intermedia de julio del año 2021.

Todo lo anterior, más la incapacidad e inexperiencia mostrada por todo el equipo gobernante, han demostrado su pequeñez ante la pandemia que azota sin piedad alguna al planeta.

En pocas palabras, como solemos decir, “fue mucho problema para tan poco gobierno”. Ante esta dolorosa realidad creada por políticos pequeños y mezquinos, la pregunta surge: ¿De dónde saldrán los recursos para mantener el proceso de construcción de las tres grandes ocurrencias y la operación de los programas del “malestar”?

¿Ya vio el presidente de México el precio del petróleo?

La primera de las dos preguntas, no es correcta. Dada la nueva realidad de las finanzas públicas, producto de una gobernación errática, sin dirección ni objetivos claros, mucho menos viables, esto es lo que deberíamos preguntarnos: ¿Qué recortes harán, dónde y en qué montos?

Asimismo, ¿cuándo anunciarán la posposición —si no es que la cancelación definitiva— de las tres grandes ocurrencias?

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Hoy, el baro escasea; además, frente a las nuevas condiciones, consecuencia de la fuerte contracción económica que se espera para este año, soñar con obtenerlo de recortes, casi criminales, de los salarios de servidores públicos y legisladores y la eliminación de su aguinaldo, lejos de ser la solución, ni siquiera alcanza para cataplasmas para un enfermo terminal de cáncer.

La única salida que tiene este gobierno de ocurrencias es rectificar de manera profunda su gobernación y recortar donde debe recortarse, no en los ingresos de los servidores públicos.

El problema del dispendio irracional y gigantesco de este gobierno no se resuelve con la morralla de los recortes del ingreso de estos o de aquellos, sino con la cancelación de obras absurdas y suspensión temporal de los programas clientelares.

¿Entenderá el mensaje el Presidente? Yo también lo dudo.

 

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