Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

24 Mar, 2020

¿Qué quiere el Presidente para México?

Una limitación frecuente, prácticamente en todos los países al margen de su régimen de gobierno, es que los ciudadanos y la población no alcanzan a descifrar qué es lo que quiere el gobernante.

Hemos llegado a pensar, y a aceptar ciegamente, que esa pregunta encuentra la respuesta en esas ruinas de un antepasado arrumbado ya, por fortuna, en el basurero de la historia: los planes de desarrollo.

Éstos pueden ser nacionales, globales o sectoriales, pero, en los tiempos que corren de globalidad e interdependencia y economías de mercado, para nada sirven, pues las condiciones cambian permanentemente. Hoy, por ejemplo, lea usted el rosario de buenas intenciones que dio a conocer el Presidente el año pasado y compare lo ahí escrito con la nueva realidad que estamos enfrentando.

Frente a esto, insistir en verlos como la fuente de la respuesta a la pregunta del título sería, para decirlo respetuosamente, una tontería. Luego entonces, preguntemos: ¿Qué quiere el Presidente para México? ¿Lo sabe él? Al analizar y revisar su conducta de estos últimos casi dos años –desde el 1 de julio del año 2018–, no habría otra conclusión que ésta: No sólo no sabemos qué quiere, sino que es muy probable que ni él mismo lo sepa.

Un día dice una cosa y al siguiente afirma y defiende la posición contraria. Otro día alaba a los empresarios y los pone como el grupo fundamental que hará, con sus inversiones, que la economía crezca y, días después, sin la menor consideración, los ataca e insulta. Por si hiciere falta, unos cuantos días después les lanza la jauría de sus adeptos para que los ataquen y/o voten, por ejemplo, en una consulta ilegal y amañada para cancelar la construcción del NAIM.

Es más, después de haber expresado su agradecimiento a empresarios extranjeros –por haber confiado en México–, azuza a sus seguidores para que ellos, el pueblo bueno y sabio, se manifieste en contra de una inversión histórica en Baja California la cual, como era de esperarse, fue rechazada ampliamente.

El efecto negativo de esa forma ilegal de echar a la basura permisos y autorizaciones de todo tipo -otorgados por instancias y dependencias de los tres órdenes de gobierno- satisface al Presidente porque, el pueblo decidió y él no ve bien a los empresarios.

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Esos dos ejemplos nos llevan a afirmar, que hoy y aquí, nadie puede decir con seguridad qué quiere el Presidente para México. ¿Quién se atrevería a afirmar que quiere atraer inversión extranjera, la cual crearía fuentes de empleo permanente?

Es más, ante las manifestaciones de desprecio y burla de los que fueron a prepararse al extranjero, ¿quién aceptaría como creíble su afirmación de que habría que dejar el problema de la actual pandemia, en manos de esos especialistas? ¿Acaso lo que busca es, dada la gravedad del problema causado, un chivo expiatorio?

Será el sereno, pero es imposible saber hoy con claridad y exactitud, qué quiere para México el Presidente. ¿Se explica usted ahora, por qué la economía es un desastre y el estado general del país una tragedia? Hoy pues, nadie sabe a ciencia cierta qué quiere el Presidente para nuestro México. ¿Lo sabe él?

 

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