¿Cómo hacer las emociones a un lado al tomar decisiones sobre el dinero?

Colegio de Contadores Públicos de México, A.C. -

Deseando a todos un feliz año 2016 y esperando aportar algunos puntos que nos permitan mejorar nuestras finanzas personales, hago aquí algunos comentarios al respecto. Aprovechando la época es bueno hacer un alto y reflexionar acerca de nuestras finanzas personales. Imperativo el empezar a tomar decisiones.

El primer paso a dar es elaborar un breve presupuesto dónde veamos los ingresos que estimamos obtener y de dónde provienen. Posteriormente detallar los gastos que se tiene, tanto aquellos que son fijos (renta, hipoteca, teléfonos, luz, etc.) como aquellos que se prevea podamos incurrir en un momento dado (vacaciones, fines de semana largo, estudios médicos, etc.).

Es importante contemplar un parte para ahorrar y, dentro del ahorro lo podemos dividir en tres partes:

  • Corto plazo: Ahorro para contingencias, el cual debe corresponder a una porción de nuestros ingresos y contemplando algún imprevisto que pudiera presentarse.
  • Mediano plazo: Aquellos recursos que no se pretende utilizar en el tiempo cercano, pero que es importante destinarlos a un periodo de disposición más largo (8 meses a un año).
  • Retiro: Independientemente de la edad que se tenga (mientras más joven mejor) es imprescindible iniciar un ahorro para el retiro; cantidades que serán destinadas para un periodo muy largo (5, 10 o 15 años).

Al llevar a cabo este presupuesto se inicia una etapa en dónde uno como ser humano empezamos a valorar nuestro esfuerzo y vemos la real posibilidad de que concretemos nuestros planes y proyectos y es aquí donde empiezan a jugar nuestras emociones de forma importante.

Los seres humanos siempre reaccionamos de alguna manera ante el dinero: hay quienes los ven como una solución, quienes lo ven como algo malo, algunos se sienten tranquilos o intranquilos; lo cierto es que de una u otra forma, el dinero nos provoca ciertas emociones, las cuales se deben aprender a dominar. Cuando un piensa, por ejemplo en 100 pesos, al ser poco dinero nos es indiferente, pero cuando se habla de un millón de pesos o en cantidades mayores, hay algo dentro de nosotros que dice “ojo, puede haber algo”. Nuestras emociones cambian.

¿Qué emoción siente cuando gasta?, ¿Cuándo cobra? ¿Cuándo ahorra? Es importante analizarnos, hacer la reflexión y tomar decisiones. ¿Necesitamos cambiar nuestros hábitos? Incluso, ¿necesitamos ayuda? Las compras compulsivas son precisamente originadas por estas emociones, mismas que hay que aprender a dominar.

Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos. Muchas veces cuando vamos al médico no decimos toda la verdad de ciertos síntomas por temor a enfrentar un regaño o –más grave aún-, no aceptar que padecemos alguna enfermedad seria. Con el dinero y las emociones nos puede pasar lo mismo; compramos de forma compulsiva pero no lo aceptamos y nos engañamos a nosotros mismos.

Si bien es cierto que la relación de nosotros con el dinero es emocional, la forma de contrarrestar esto es a través de la educación financiera. La educación financiera es racional y parte de la premisa de que debemos definir lo que queremos hacer con nuestros dinero y a dónde queremos llegar; tal y como lo planteamos al inicio de este artículo.

Para ir mejorando nuestra educación financiera, es importante seguir los siguientes pasos:

  • Definir metas a corto plazo: Ahorrar para una vacaciones, adquirir algunos bienes
  • Definir metas a mediano plazo: Adquirir un auto, mobiliario de casa, etc., es decir, bienes duraderos
  • Definir metas a largo plazo: Ahorro para el retiro, adquirir una casa

Un papel preponderante lo tiene el crédito. Recordar que el crédito no es extensión de nuestros ingresos; nos ayuda para solventar algunos compromisos, pero finalmente hay que pagarlo. La única fuente que tenemos para pagarlo es, precisamente, nuestro ingreso.

El analizar nuestras emociones frente al dinero y establecer metas y un plan para llevarlo a cabo son la base fundamental de unas finanzas personales sanas. Nos da tranquilidad y nos hace un poco más productivos al no distraernos en problemas que podemos evitar.

Como conclusión podemos decir que al definir nuestras metas, estamos empezando a establecer un plan de trabajo que nos permita lograrlas. De esta forma las emociones se vuelven menos influyentes en la toma de decisiones que hagamos, pues estamos actuando de una forma más racional.

 

*gl

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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