Por qué tengo deudas, y tú también deberías tenerlas

De finanzas y otros demonios -
¿Pueden imaginar a una persona que asegure que no le debe nada a nadie, y nadie le debe nada? Foto: Claudia Ocampo
¿Pueden imaginar a una persona que asegure que no le debe nada a nadie, y nadie le debe nada? Foto: Claudia Ocampo

Aunque escribo una columna de finanzas personales, tengo montones y montones de deudas, suficientes como para llenar un libro entero. En realidad me considero muy afortunada de tenerlas: no me quitan el sueño y no son malas para mi salud ni para mis finanzas, sino al contrario, me llenan de agradecimiento y me hacen sentir viva.

¿Pueden imaginar a una persona que asegure que no le debe nada a nadie, y nadie le debe nada? ¡Qué vida tan triste y miserable! Yo estoy en deuda con muchísimas personas, empezando por mi familia y amigos, y pasando por aquellos gracias a cuyo trabajo hay caminos transitables, comida en mi mesa y servicios en mi casa. Estoy en deuda con creadores vivos y fallecidos, inventores, escritores y pintores, y con las siguientes generaciones que merecen que conserve el planeta para ellos.

Pero claro, no todas las deudas son creadas iguales, y hay un tipo de deudas que no tengo ni he tenido nunca, porque si lo hiciera, en lugar de agradecimiento tendría angustia. Me refiero por supuesto a las deudas financieras, es decir, deberle dinero al banco, gobierno, usurero de la colonia,  familiares y cualquier otro acreedor.

Algunos expertos aseguran que hay deudas financieras buenas y malas, dependiendo de la razón por la cual se pide el préstamo.  Ellos dicen que si usas el dinero prestado para invertirlo, entonces es una deuda buena, y si lo usas para gastarlo en productos de consumo, entonces es una deuda mala.

El problema con declarar que hay deudas financieras buenas es que te lo creas… y después de creerlo te endeudes “para invertir”. La mayoría de quienes hacen esto no sabrían distinguir entre una inversión y un sapo gordo. La palabra “inversión” está más manoseada que un aparador de juguetería. Algunos consideran inversión los préstamos que pidieron para pagar sus automóviles, sus casas de vacaciones, y sus títulos de universidades privadas. La mayoría están pagando más en intereses de lo que cualquier rendimiento de su “inversión” podría darles.

Las probabilidades de que adquieras un crédito “para invertir” son pequeñas si tienes una educación financiera que te abra el horizonte a un estilo de vida que no requiere de préstamos. Pedir prestado es el último recurso, siempre, incluso para adquirir una casa, instalar un negocio propio o para tu educación. Es muy raro que las personas con finanzas saludables tengan créditos y, cuando los tienen, es porque analizaron sus opciones, y saben bien que podrán terminar de pagar rápidamente.

Para saber si estás sobreendeudado, haz cuentas. ¡Cualquier deuda es estar sobreendeudado! Antes de tomar un crédito ¡espera! Probablemente estás olvidando otras opciones. Por ejemplo, puedes iniciar tu negocio de manera menos ambiciosa y reinvertir las ganancias en su crecimiento, inscribirte en una universidad pública, o ahorrar para tu casa desde hoy, en lugar de esperar a que te den un préstamo. Sólo recomiendo créditos hipotecarios si puedes pagarlos en 6 años o menos; de lo contrario, espera a tener un enganche mayor.

Si ya tienes una deuda, investiga si puedes pagarla anticipadamente y, en caso afirmativo, paga y paga hasta que duela. Tu deuda es un fuego que se come tu patrimonio, tu seguridad, y tu salud mental. Olvídate de ir al cine, salir de viaje, ir al pedicure, organizar fiestas, beber alcohol: mientras debas dinero, vive como un monje tibetano y trabaja duro. Sólo así serás una persona más fuerte y consciente del verdadero costo de los créditos y de tu potencial para liberarte de ellos.

Aunque algunos “expertos” te dirán que no es recomendable usar los ahorros para pagar deudas, ¡esto es ridículo! y equivale a no usar agua para apagar un incendio. A menos que tus ahorros estén invertidos en instrumentos que te den más intereses de los que estás pagando con tu préstamo, aparta un pequeño fondo de emergencias y usa todo lo demás para reducir tu deuda.

En resumen, todas las deudas financieras son un mal (comúnmente innecesario) que debe erradicarse pronto porque…

1. Las deudas te hacen vulnerable. No tener ahorros en caso de una crisis de salud, familiar o de un despido del trabajo es ya suficientemente malo, pero tener deudas es mucho peor, porque ellas no esperan, los intereses se acumulan, las penalizaciones se incrementan, y puedes terminar pagando durante décadas tres, diez, veinte veces lo que pediste en un principio, media vida tratando de escapar de una cárcel financiera. ¡Es como caminar en una cuerda floja! Cualquier imprevisto te puede tirar.

2. El acceso a créditos te da una falsa confianza. Jamás aprenderás la importancia de prever, ahorrar e invertir si consideras al crédito como una opción para satisfacer tus necesidades y solucionar tus problemas financieros. Existe una ley de Murphy que dice: “El trabajo se expande hasta ocupar todo el tiempo disponible para realizarlo”; esta ley también aplica para el dinero. Por eso, entre más ganas, más gastas. Pensar que puedes pedir un préstamo te hará confiarte en dinero ajeno y acabarás pidiéndolo. Mejor, elimina de tu mente la posibilidad de endeudarte como eliminarías la posibilidad de lanzarte al vacío desde un décimo piso.

3. Las deudas te esclavizan. Si cada mes pagas 10% de tu sueldo en intereses, esto quiere decir que alguien es dueño del 10% de tu vida. Y tu 10% de esclavitud no sirve para restituir el préstamo, sino simplemente para tener el privilegio de restituir el préstamo. Es un negocio redondo, por eso te ofrecen créditos por todas partes. Juega un rato con las calculadoras de intereses y sorpréndete ante el alto costo del dinero ajeno. ¿Qué bien o servicio es tan urgente, qué negocio será tan exitoso como para hacerte esclavo durante años? Además ojo, en México tu salario ya es embargable hasta en un 30%. Tu vida es demasiado corta, si tú no la defiendes, nadie más lo hará.

4. Las deudas te hacen adicto. Como ya vimos antes, los lujos y comodidades crean adicción y te sumirás más en ella cada vez que pidas prestado para  “invertir” en lujos, como por ejemplo, una casa grande. Si quieres garantizarte problemas financieros graves, pide préstamos para acostumbrarte a una vida más cara de lo que puedes pagar hoy, incluyendo los traicioneros “meses sin intereses” (si el producto tiene 20% de descuento en pago de contado, entonces tus intereses son del 20%, ¿cierto? Siempre paga de contado el precio real).  

Las finanzas sanas y las deudas son extremos opuestos. No te dejes engañar por ningún “experto”, las únicas deudas buenas son aquellas que no son financieras, y que te hacen sentir gratitud, satisfacción y un enorme deseo de retribuir un poco de lo que has recibido. Mantén tu vida llena de este tipo de deudas, págalas con gusto y finge que no existen esas otras, las que te esclavizan y ponen en riesgo tu salud, tu tranquilidad, y tu futuro. 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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