¿Por qué somos adictos a las compras?

CIUDAD DE MÉXICO.-En la entrada anterior escribí que además de darnos tranquilidad y libertad, el dinero puede estar al servicio de nuestra felicidad. El truco para que así sea es ahorrarlo e invertirlo en lugar de gastarlo en cosas superfluas. Sin embargo, para la mayoría de nosotros suele ser difícil resistir la tentación de realizar compras innecesarias. ¿Por qué? Hay varios elementos en nuestra contra:

1. La manipulación: Los sicólogos y mercadólogos nos conocen muy bien, y usan nuestros puntos débiles para manipularnos todos los días, bombardeándonos con cantidades de publicidad nunca antes vistas en la historia de la humanidad.

2. La cultura imperante: No estamos a salvo de la influencia de esta sociedad manipulada, que admira a quienes poseen ciertos bienes y menosprecia a quienes no los tienen. A veces somos víctimas del consumo conspicuo, mediante el cual un individuo compra para mantener un estatus social o para provocar la envidia de otros.

3. Nuestro peor enemigo está dentro de nosotros mismos: existen un sinfín de fenómenos sicológicos que han sido muy útiles para la supervivencia pero que también nos estorban. Uno de esos fenómenos es la adaptación hedónica, gracias a la cual nos podemos convertir en adictos a las compras.

La adaptación hedónica

La mayoría de los seres humanos tenemos la capacidad de recuperarnos de pérdidas desastrosas. Durante el duelo, pasamos del dolor más profundo a la resignación melancólica y, poco a poco, recuperamos la normalidad. El problema es que el retorno al nivel original de bienestar no solamente sucede con tragedias: también nos adaptamos a lo bueno. A esto se le llama “adaptación hedónica”.

Existen investigaciones que miden los niveles de satisfacción cuando una persona tiene una buena racha: un mejor empleo, un auto nuevo, una casa más grande o el premio mayor de la lotería. Ninguna de estas alegres ocasiones eleva la sensación de bienestar durante más de seis meses. Al pasar el primer efecto de euforia, tendemos a volver a nuestros niveles de felicidad normales.

Constantemente sentimos deseos y luchamos para satisfacerlos. Sin embargo, cuando por fin lo hemos logrado, el gusto dura muy poco porque nos acostumbramos a lo obtenido. Nuevos y mayores deseos vienen a ocupar el lugar de los anteriores, dejándonos perpetuamente insatisfechos.

Es por ello que gastar en lujos y comodidades no nos hace felices a largo plazo. Sentimos una gratificación instantánea y después necesitamos de mayores dosis para volver a sentir placer. Este ciclo vicioso es como el de cualquier otra droga. Cuando llega el día en que ya no podemos seguir pagándO nuestro costoso estilo de vida, viene el “síndrome de abstinencia”. Hay personas que llegan al suicidio porque ya no pueden pagarse lujos, y no se sienten capaces de volver a la vida que tenían.

La buena noticia es que, al igual que las demás adicciones, la adicción a gastar puede ser curada. El primer paso es ser conscientes de que somos adictos. Después, debemos estar dispuestos a cambiar y a practicar las habilidades necesarias para aplazar los placeres presentes para obtener mayores beneficios a futuro. A continuación, cinco estrategias infalibles:

1. Evita la tentación y la manipulación. Es más fácil no exponerse a la tentación que resistirse a caer en ella. Antes de ir al centro comercial, busca opciones, como encargar lo que necesitas a alguien más, buscarlo en línea o comprarlo en tiendas pequeñas. Tampoco te expongas voluntariamente a una avalancha de comerciales, prefiere medios de entretenimiento sin anuncios obligatorios, como los libros o las películas en casa.

2. Conócete a ti mismo. Saber cuáles son tus tendencias naturales, cómo las explotan los mercadólogos y cuándo debes resistirlas es una herramienta indispensable para la salud financiera. No es accidente que la gente con cultura pobre suele ser también pobre económicamente. Leer acerca de finanzas, sicología y filosofía es muy importante.

3. Piensa antes de comprar. Cuando no puedo evitar ir al centro comercial, en lugar de reprimir mis deseos, los identifico y les hablo para persuadirlos, de la siguiente manera:

• ¿Podrías vivir sin este producto?
• Recuerda: esto no te hará feliz de forma duradera.
• ¿Cuál es el precio del producto en tiempo? Un suéter de $500 vale 8 horas de mi trabajo. ¿Tener un suéter más vale un día de sudor?
• Recuerda: la elaboración de este producto tiene un impacto en el ambiente.
• Para objetos de estatus, recuerda que de nada sirve la admiración de otros si tú no eres feliz.

4. Ten una meta superior. En mi opinión, el gran defecto de la mayoría de los consejos financieros es que te dan tips para ahorrar con propósitos consumistas: “no te compres dos mil helados, mejor ahorra para comprar un auto”. Estas metas no nos sacan de la espiral eterna de la adaptación hedónica, porque también a las compras grandes nos acostumbramos. Mejor, proponte objetivos financieros de ahorro e inversión, que te ayudarán a lograr tranquilidad, más tiempo libre con tu familia y amigos, o la libertad de trabajar en lo que se te dé la gana. Estas metas, además de tener efectos más duraderos en tu felicidad, son una mejor motivación para no comprar.

5. Perdónate. A las finanzas se aplican muchos principios usados para la pérdida de peso. La fuerza de voluntad nos falla a veces, pero lo peor que podemos hacer es darnos por vencidos. Debemos caer y volver a levantarnos cuanto sea necesario, hasta que nuestros buenos hábitos financieros sean automáticos e indoloros. ¡Perdónate los errores inmediatamente y vuelve a empezar!

*DR