No, Cancún, así no se recupera el espacio público

Espacio Urbano -

Como muchas y muchos en este país, soy hijo de las ciudades: casi toda mi infancia tiene cara urbana, de ahí mi interés en estudiarlas, tratar de entenderlas y mejorarlas. Nací y vivo desde hace cuatro años en la Ciudad de México, pero crecí en Cancún, una ciudad que apenas cumplirá 45 años de haber sido fundada. Por esto, me permitiré escribir unas líneas sobre la ciudad a la que le debo mucho, porque se merece mucho más de lo que se le ha dado.

Para quienes no conocen el origen de Cancún, éste surgió de un proyecto turístico pionero de Fonatur llamado Centros Integralmente Planeados, de donde también nacieron Ixtapa, Los Cabos y Huatulco. Sin embargo –y a pesar del término anterior– Cancún no fue muy bien planeado: la ciudad no fue diseñada para crecer tanto como lo ha hecho (poco más de 1,500 % de crecimiento poblacional en sólo 40 años, el más alto de América Latina), y su rápida y desmedida expansión provocó el descuido del primer cuadro de la ciudad, que en años recientes sufrió todas las consecuencias ya conocidas por la presencia de la delincuencia organizada.

En un intento por recuperar el centro de Cancún, el gobierno local actual, encabezado por Paul Carrillo (PRI-PVEM), ha utilizado el Fondo Metropolitano para promover la revitalización de la zona centro de la ciudad, con una inversión de casi 20 millones de pesos. Hasta el momento, el proyecto más grande es la peatonalización de dos de los cuatro carriles originales de la Av. Tulum, que cruza el primer cuadro de la ciudad. A pesar de mencionar en su sitio web que este proyecto se realizó con un diagnóstico participativo, parece que ni siquiera el gobierno local estableció el planteamiento clave al momento de realizar proyectos de este tipo y dimensión: ¿Para qué hacer esta revitalización?

Y digo esto porque, si la intención era recuperar la vida cultural y comercial del primer cuadro de la ciudad, el proyecto fue implementado incorrectamente: la población local coincide en que no se ha garantizado la seguridad pública en esta zona, lo cual continúa inhibiendo el consumo y la inversión, especialmente de restaurantes, bares y tiendas comerciales que han cerrado en los últimos años. A pesar de que ésta era una zona conocida por su vida nocturna para locales hace poco más de una década, hoy en día se encuentra inundada de casas de empeño, farmacias y tiendas de souvenirs que suelen cerrar en las noches. Además, no existen incentivos para promover una mayor vida cultural, lo que podría ser otro motivo para aprovechar el espacio recuperado.

Si la intención era promover otras formas de movilidad no motorizadas, tampoco parece que la implementación sea la adecuada: caminar o andar en bicicleta durante el día puede ser un verdadero calvario debido a la falta de sombra, sumada al retiro de árboles que estaban ahí previo al proyecto – esto es común cuando quienes diseñan las ciudades no utilizan otro vehículo que su automóvil.

Además, la señalización para el ciclocarril es confusa, y la vía no es continua a lo largo de las menos de diez manzanas que ocupa esta recuperación; aunado a que no cuenta con interconexión peatonal o ciclista con el resto del primer cuadro de la ciudad, por lo que lo vuelve una isla en medio de una ciudad diseñada para los automóviles – en una ciudad donde el reglamento de tránsito establece que las bicicletas no deben circular en medio del carril, sino en la orilla y dando preferencia al automóvil.

De hecho, buena parte del espacio de la recuperación se utilizó como zona de estacionamiento para automóviles, que ha sido aprovechada principalmente por las y los propietarios de los locales sobre la avenida y de las calles aledañas. Sumado a esto, la confirmación de que parece un proyecto aislado de peatonalización es que, a una manzana de este proyecto y sobre la misma avenida, se está construyendo un puente peatonal para permitir una mejor y más fluida circulación de los automóviles. Es decir, el centro de las decisiones es y seguirá siendo el automóvil y no el peatón.

¿Cuál ha sido el resultado de todo lo anterior? El primer cuadro de la ciudad apenas y se ha visto beneficiado por este proyecto, a pesar de la fuerte inversión. Las personas no se sienten seguras y no encuentran motivos para ir a la zona más allá de usarla como conexión para transportarse a sus casas, ya que es un nodo para el transporte público. No se recupera el espacio para el peatón, el uso de la bicicleta se vuelve limitado y el proyecto de “revitalización” simplemente no revitaliza.

La intención de este blog, desde su inicio, ha sido tratar de repensar las ciudades donde vivimos, pero bajo el entendido de que se realice de forma correcta y adecuada. Como ya he escrito antes, los beneficios sociales y económicos de las ciudades caminables son tangibles, siempre y cuando estas políticas públicas relacionadas se implementen de forma adecuada. De poco sirve un gran proyecto de recuperación de espacios públicos si su impacto final es prácticamente nulo y las cosas en poco cambian, quedando todo en buenas intenciones.

No, Cancún, así no se recupera el espacio público.

*gl

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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