José Yuste

Activo empresarial

José Yuste

11 Dic, 2012

Banca de desarrollo: ¿Esperanza o temor?

La banca de desarrollo se va a reestructurar. Se debe hacer: Las instituciones de fomento en México han perdido objetivo, no queda claro hacia dónde van, y lo peor, en algunos casos quedaron desdibujadas, como Nafin-Bancomext.

El problema es hacia dónde deben ir las instituciones de fomento: hacia la complementariedad de la banca privada para prestar donde no lo hacen los bancos comerciales o hacia la sustitución de la banca privada, volviendo a esquemas de primer piso para prestar directamente o a clientelismos políticos.

Asociación de Bancos:
no al primer piso

Obviamente, para la Asociación de Bancos de México (desde Jaime Ruiz Sacristán, pasando por Luis Robles y Luis Niño de Rivera), la banca de desarrollo debe apoyar a sectores donde los privados no llegan y continuar, pero con más foco, con programas de garantías para que sean los privados los que al final presten (pero con la garantía de la banca de fomento, que apoyaría a los créditos y haría más fácil su otorgamiento).

Para la Asociación de Bancos de México, quienes llegaron a la banca de fomento como sus nuevos directivos sí son personas profesionales con las cuales se puede trabajar en conjunto.

Cuidado con seguir a Brasil

Sin embargo, también existe la otra cara de la moneda: crear de la banca de fomento poderosa, que preste directamente, muchas veces a clientela política o a un público que puede ser atendido por la banca comercial.

Allí está el caso de lo sucedido en Brasil, que al principio no se notó porque el país crecía y todos pagaban sus créditos, pero cuando la economía se empezó a desacelerar surgieron problemas de falta de pago y creció la cartera vencida.

En México hay una amalgama curiosa en los distintos directivos que llegaron a la banca de fomento.

Los técnicos

Si bien vemos a un Jacques Rogozinski, quien estuvo en el BID, llegar a Nafin y que entiende lo que debe hacerse.

O a un Enrique de la Madrid, quien va a redireccionar otra vez a Bancomext, pero con un enfoque financiero, pues ya fue director de Financiera Rural y directivo de HSBC. En Bancomext se debe recomponer el banco, pues nunca se logró su fusión con Nafin.

Los políticos

Por el otro lado vemos nuevos directores de bancos que no tienen experiencia y más bien tienen mucha carrera política: Alfredo del Mazo en Banobras, o ya ni se diga de las instituciones hipotecarias, adonde por ejemplo llega José Reyes Baeza en el Fovissste, quien fuera gobernador de Chihuahua.

O se tiene una amalgama entre conocimientos técnicos, pero trayectoria política, como es el caso de Alejandro Murat, quien ya era encargado del tema vivienda en el equipo de transición y llega al Infonavit.

Reto de Videgaray

Sin duda, el reto de Luis Videgaray como secretario de Hacienda va a ser llevar a buen puerto la banca de desarrollo para, en efecto, hacerla funcionar como un puntal del desarrollo con visión de Estado y objetivos claros.

Sin embargo, hay el temor de que se vaya por otro lado, por el político, y de alguna manera solventar la falta de gasto público a través de créditos poco cuidados. Esperemos gane la primera visión.

Bajar salarios no tiene sentido

Bajar los salarios de mandos altos y medios del sector público de verdad no tiene sentido.

Los funcionarios públicos, desde directores, subsecretarios y secretarios, no sólo deben tener el honor de su servicio, sino ser competitivos frente al mercado privado.

El gobierno del presidente Enrique Peña debe traer a los mejores funcionarios y para ello debe ser competitivo frente a los salarios del sector privado.

Vaya, no se trata de dar los más altos salarios, pero sí algo decoroso que mantenga al personal público en el gobierno.

Además, el bajar salarios a funcionarios públicos, de seguir su tendencia, puede tener un desvío fatal: abrir las puertas para completar dichos salarios.

La baja de apenas 5% del salario de funcionarios públicos de mandos altos y medios, que viene en el Decreto de Austeridad del gobierno recién llegado, busca mandar una señal buena, de evitar dobles gastos o duplicidades que se puedan ahorrar.

Pero el meterse, otra vez, en bajar sueldos a funcionarios públicos ni sirve para ahorrar y sólo puede llevarnos a una tendencia donde las personas prefieran estar en el sector privado.