David Páramo

Análisis superior

David Páramo

18 Dic, 2012

Autonomía en comisiones

Manlio Fabio Beltrones ha sido, desde hace varios años, la voz más fuerte sobre la necesidad de replantear la autonomía de las comisiones que regulan diferentes órdenes del país, como pueden ser competencia, energía, finanzas o telecomunicaciones.

Desde principios de la década de los 90 se pensó que crear comisiones que no dependieran del gobierno en turno era el camino más adecuado, pues se trata de organismos netamente técnicos que, por diseño, no tienen que definir la política del sector, sino sólo operar con un carácter técnico.

En todos los ámbitos se han generado diferentes ajustes institucionales que, en el menos malo de los casos, generan confusión sobre cuál debe ser el objetivo de una comisión reguladora.

La única comisión que es autónoma por ley es la Comisión Federal de Competencia, puesto que si bien es parte de la Secretaría de Economía actúa de una manera totalmente autónoma a su cabeza de sector.

Las comisiones Bancaria y de Valores, y de Seguros y Fianzas se alinean de una forma directa a las directrices de la Secretaría de Hacienda y Banco de México.

La Comisión Reguladora de Energía es un organismo híbrido, puesto que si bien tiene independencia la realidad es que carece de facultades reales para regular mercados. Muchas de sus atribuciones siguen en la Secretaría de Energía.

En el caso de la Cofetel mucho se ha discutido sobre la doble ventanilla, así como la separación que debe tener con respecto a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Revisión

Hay una corriente que propone que se cree un ordenamiento que regule a todas las comisiones, es decir, que se defina cuál es su marco de atribuciones, formas de gobierno y, además, el alcance de sus resoluciones.

Quienes plantean este esquema establecen que, de entrada, se tienen que convertir en órganos colegiados, en los cuales el poder sea distribuido de una mejor manera.

En cierto sentido se pretende que los comisionados sean una suerte de magistrados, es decir, que propongan temas y que las votaciones se hagan por mayoría. En algunas comisiones el presidente es el único que puede establecer cuáles son los temas que son llevados al pleno o tiene el control sobre las áreas operativas.

Lo que se plantea es que los comisionados puedan ser ponentes de diferentes temas y las decisiones se tomen por mayoría. En estos momentos se debate una serie de cambios a la Ley Federal de Competencia, en los cuales se adoptaría este esquema; sin embargo, ha sido muy fuertemente cuestionado por el propio presidente del organismo, porque según él le quitaría fuerza a la institución, pues dice que la decisión recaería sobre un ministro ponente.

La realidad es que hoy por hoy existe un fuerte desbalance entre los órganos de decisión de las diferentes comisiones. Se tiene que evitar, a como dé lugar, que un organismo pueda ser capturado de cualquier manera.

Es importante seguir con este debate sobre las comisiones para que tengan una regulación que les fortalezca y dé seguridad jurídica.

Barona

Iván Barona, trágicamente, sigue quitándole el tiempo a los trabajadores de Mexicana de Aviación, así como a sus acreedores.

Mucho más allá de sus promesas huecas y vacías sobre los cientos de millones que dice fue a recoger a Europa o los planes maravillosos que dice tener, la realidad es que no tiene el dinero.

Su apuesta es que va a lograr convencer a alguien que le fondee la operación pero lo deje a él ser quien esté al frente de la transacción, lo cual suena de entrada complicado, puesto que no cumpliría con las cuatro condiciones que establece la ley y que, a pesar del cambio de nuevo gobierno, no han cambiado y ni lo harán.

Lo menos malo que le puede pasar a los acreedores, que comienzan con los ex empleados, es que se decrete la quiebra y se pase al siguiente punto; pero eso sólo podrá ocurrir hasta mediados de enero, pues entre otras cosas los juzgados se van de vacaciones.

Reformas

Para todos debe ser bastante claro que el paquete económico para 2013 es total y absolutamente inercial, porque la administración de Enrique Peña Nieto tiene los ojos puestos en una reforma fiscal que, esperan, se presentará hacia mediados del año próximo.

Las líneas de acción no son ninguna sorpresa, pues el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, las ha dejado claras en todas las oportunidades que ha tenido.

Sin embargo, tampoco está inventando el hilo negro ya que atiende a un diagnóstico que desde hace mucho tiempo está acordado entre los expertos, pero no necesariamente con los políticos.

El país recauda mucho menos de lo que debiera. En gran medida porque la política fiscal está llena de parches, huecos y deformidades que propician la evasión.

Se tiene un esquema de subsidios generalizados que terminan beneficiando poco a los que menos tienen y se pierden grandes cantidades de recursos.

El subsidio a la gasolina beneficia a quienes consumen más que, evidentemente, son aquellos quienes tienen más vehículos o de mayor cilindrada, es decir, a los ricos.

Algo similar sucede con la tasa cero de IVA para alimentos y medicinas, la cual para supuestamente beneficiar a los del decil más bajo de ingresos que destinan la mayoría de su ingreso disponible a estos productos, se termina beneficiando a los que más consumen. Otra vez a los ricos.

Sin embargo, y tan importante como eso, es realizar un análisis a fondo de cómo se está gastando y en qué. Parecería que no hay un seguimiento adecuado de la forma en la que se usan los recursos de los contribuyentes.

No existen esquemas claros para medir cuál es el impacto que tiene la forma en que se están usando los recursos y, por lo tanto, no puede saberse qué tan efectivo es su empleo.