David Páramo

Análisis superior

David Páramo

15 Mar, 2013

Socializa su fracaso

Mony Sacha de Swaan, a pesar de que lo trata de negar en las redes sociales, está en plena campaña para buscar quedarse como presidente de lo que será, si los legisladores así lo deciden, el Instituto Federal de Telecomunicaciones.

Una vez que se conoció la iniciativa reunió a los trabajadores para, como informamos oportunamente, decirles poco más o menos que si él se quedaba también ellos. Según él se trata de una mentira, lástima eso comprendieron muchos de los trabajadores de base de la comisión que, dicho sea de paso, pasarían íntegramente al nuevo instituto sin la intermediación de nadie.

Sin embargo, este hombre amigo de las cortinas de humo y quien claramente no comprende el momento que está viviendo el sector, no sólo no defiende a la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), como podría esperarse, sino que ahonda los motivos para los que creen que se tiene que eliminar esa comisión y volver de nuevo con un esquema bastante complejo.

En la reunión del Pleno del miércoles se decidió, según el boletín de prensa, “ajustar la fecha del apagón analógico en Tijuana” cuando en realidad se trata de un verdadero fracaso para el presidente de la Cofetel que, a decir de sus pares jerárquicos, se fue por la libre.

Trata de culpar a los comisionados diciendo que le pidieron documentos, como si ellos fueran burócratas sólo preocupados por el proceso y que frenaran el apagón analógico que, a no ser que se cambie la fecha ante la nueva realidad que vive el sector, será en 2015.

Creencia

En el Pleno De Swaan dijo que él creía que se había instalado equipos que darían una cobertura de más de 90% en Tijuana, pero que Teltec (siempre otro tiene la culpa) no lo había podido documentar.

El comisionado Alexis Milo fue claro en decir que no se trataba de un acto burocrático, sino de responsabilidad al exigir que hubiera constancia del trabajo que supuestamente se ha realizado.

Haber creído la palabra del presidente de la Cofetel necesariamente hubiera puesto en riesgo a los habitantes de Tijuana de menores ingresos que no tendrían acceso a la televisión abierta.

De acuerdo con las normas generalmente aceptadas y con el contrato con la empresa que fue firmado por el presidente de la Cofetel no basta la instalación de los decodificadores, sino que además esté documentada su presencia, puesto que de lo contrario podría prestarse a cualquier cantidad de equívocos.

Supongamos por un momento que sí se cumplió con la meta y que todo se trata de la falta de pruebas documentales, entonces bien valdría la pena preguntarse ¿por qué alargó el plazo del 16 de abril al 28 de mayo?

La prueba piloto originalmente era de tres meses, por lo que resulta francamente increíble que requieran prácticamente mes y medio únicamente para documentar lo que supuestamente ya hicieron.

En el Pleno, el presidente de Cofetel dijo que ya se habían instalado más de 190 mil decodificadores, pero la realidad es que sólo tienen evidencia de 82 mil, es decir, el retraso es verdaderamente grave.

Es importante recordar que cuando fue cuestionado este esquema, De Swaan culpó al duopolio, a los intereses de los comisionados y a las conspiraciones que sólo existen en su cabeza cuando en realidad, como ha quedado demostrado, el plan estaba tan mal hecho que no se pudo cumplir.

Una de las cosas buenas que tiene la iniciativa de reforma a la ley de telecomunicaciones es que se dificultará que personajes como Mony Sacha lleguen sólo porque eran incondicionales del secretario de Comunicaciones en turno, en aquel momento Juan Molinar Horcasitas, a pesar de no tener un perfil mínimo para el puesto como se ha demostrado.

Si no se licitaron las cadenas de televisión abiertas durante el sexenio pasado como lo había prometido Felipe Calderón fue porque el esquema diseñado por el presidente de la Cofetel a espaldas de los comisionados simple y sencillamente no tenía viabilidad.

Error

Quizá a una primera vista pudiera parecer atractivo para algunos licitar parte de las señales que alcanzan para hacer dos cadenas de televisión abierta mediante un esquema de regiones, puesto que según ellos daría la oportunidad a radiodifusores locales la posibilidad de dar información y generar contenidos locales. La idea suena romántica, pero no tiene ningún sentido desde el punto de vista práctico.

Para poder competir con las dos llamadas cadenas de televisión abierta es necesario tener un alto peso específico considerando no sólo los costos de producción sino la gran concentración que hay en el mercado publicitario.

Quien crea que teniendo los espacios estos se llenarán mágicamente de contenidos atractivos para la gente simplemente se equivoca. La televisión abierta es mucho más que noticias sino entretenimiento, educación, cultura y deportes.

Generar contenidos, está probado, no es un negocio fácil, puesto que se requieren recursos masivos para construir una oferta atractiva para los televidentes y, por ende, de los anunciantes.

Los costos de producción de un programa son menores si tiene mayores posibilidades de salir en cadenas nacionales y no fragmentados por regiones o, peor aún, sólo por localidades.

Masivo

Si lo que se está buscando es una mayor y mejor competencia se necesitan grupos muy robustos con capacidad de generar contenidos de alta calidad y con posibilidad de inversión para lograr una expansión adecuada para no sólo ganar la licitación sino para afrontar debidamente las necesidades masivas de capital en un mercado que, se espera, sea muy altamente competido.

Seamos claros, si se dividen o fraccionan en grupos de señales quizá podrían ser satisfechos los intereses de unos pocos inversionistas; sin embargo, eso no garantizaría que se diera una competencia real.

Se trata, claramente, de una lucha de titanes en la cual se debe buscar que los ganadores sean muy poderosos y con posibilidad de crecimiento. No se trata de una repartición de rentas, sino de una mayor competencia.

El tema de los contenidos locales de información no se genera por la simple presencia de la una empresa sino, por el interés específico de los mercados.