Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

8 Jul, 2013

Letras chiquitas

Hollywood debe estar frotándose las manos con la historia de Edward Snowden, el leaker que reveló cómo el gobierno estadunidense sustrae información de llamadas telefónicas y páginas de internet. Su caso es tan cinematográficamente atractivo que ya realizadores hongkoneses pusieron a circular en YouTube un filme de ficción de cinco minutos, mientras que la revista electrónica Slate elaboró un falso tráiler parodiando The Bourne Identity. Un largometraje en serio incluiría, desde luego, las andanzas en el aeropuerto de Moscú —al estilo de Tom Hanks en The Terminal— y el peregrinar aéreo de un presidente sudamericano acusado de llevarlo de polizón en su aeronave. Más lo que se acumule.

Lamentablemente, la raíz del problema sobre la privacidad en la red es mucho menos atractiva que las aventuras del nuevo héroe de la clase ciberrevolucionaria. Por lo mismo, es poco probable que el documental Terms and conditions may apply, que se estrenará el próximo viernes en unas cuantas salas de Estados Unidos, le quite reflector a los blockbusters veraniegos, aunque sus revelaciones sean mucho más estremecedoras.

Dirigido por Cullen Hoback siguiendo el estilo protagónico de Michael Moore, en el que el propio cineasta es narrador, entrevistador e hilo conductor del relato, Terms and conditions may apply alerta sobre cómo la pérdida de la privacidad en internet es autorizada inconscientemente por los propios usuarios.

La cinta retoma el capítulo de la serie satírica South Park en el que Kyle —uno de los niños protagonistas— es sometido a un indescriptible experimento científico porque así lo consintió él mismo al aceptar, sin leer, las letras chiquitas del contrato de la iTunes Store. La mofa se lleva al extremo porque en cada ocasión que le ofrecen ser liberado de esa cláusula, Kyle firma y vuelve a firmar... sin leer nunca cada nuevo contrato que ponen en sus manos.

Más serio, el sitio web del documental, www.tacma.net, argumenta: “Admítalo: usted nunca lee realmente la interminable lista de términos y condiciones vinculados con cada sitio web que visita, cada llamada telefónica que hace o cada aplicación que descarga. Sin embargo, cada día, las corporaciones multimillonarias están aprendiendo más acerca de sus intereses, sus amigos y familiares, sus finanzas y sus secretos. Y no sólo están vendiendo esa información al mejor postor, sino que también la comparten con el gobierno. Y usted aceptó todo”.

El documental expone la paradoja de que sean los propios usuarios quienes accedan a estar bajo la vigilancia permanente de este big brother con tan sólo dar un click en el botón “accept”. Y de paso borra el mito de la “gratuidad” de los servicios web: los datos sobre nuestros gustos, rutinas y hábitos con que todos los días alimentamos la red constituyen un apetitoso manjar para los desarrolladores de publicidad dirigida.  

En un chat en el sitio examiner.com, Hoback reflexionó sobre cómo nuestra vida se llena paulatinamente de “términos y condiciones de uso” incluso en actividades que nunca las requirieron. Puso como ejemplo suscribirse a Hulu y registrar un Kindle, que ahora nos obligan a firmar contratos para ver series de televisión o simplemente leer un libro.

El trabajo de Hoback llega más que oportuno al debate sobre el caso Snowden, pues documenta cómo las compañías de internet han ido modificando sus cláusulas de privacidad para responder a los requerimientos de información de la Casa Blanca a raíz de la promulgación de la Patriot Act, estrategia antiterrorista aprobada un mes después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Uno de los entrevistados en la cinta es el músico Moby, quien considera que el mayor crimen de la sociedad de hoy es no comprender las configuraciones de privacidad de Facebook. Y otro plato fuerte es, precisamente, el intento de Hoback de arrancar una declaración a Mark Zuckerberg cazándolo en el momento en el que éste llega a su casa. El fundador de la red social pidió de favor que se apagara la cámara.

Presentada en enero en el festival de cine independiente Slamdance en Utah, Terms and conditions may apply ofrece una conclusión más optimista que la del ministro alemán que la semana pasada propuso que quien no quiera ser vigilado por Estados Unidos simplemente deje de usar Google o Facebook. Para el dolor de cabeza debe haber mejores remedios que cortar la cabeza.

marco.gonsen@gimm.com.mx