Pedro Alonso

Consejería

Pedro Alonso

26 Ago, 2013

Ahora inician las acciones de valuación “dura”

El viernes pasado escribí brevemente sobre los impactos negativos que los mercados y las divisas de las economías emergentes han mostrado en los meses pasados y particularmente en las pasadas dos semanas, a consecuencia de dos cosas, esencialmente. Una es el cambio de señal enviado por la Fed en mayo pasado y las recurrentes oleadas de especulación que se presentan alrededor de este tema. La otra, el deterioro en las tasas de crecimiento que los emergentes hemos acusado en lo que va del año.

Sobre el tema de la Fed mucho he escrito en este espacio y desde luego todo mundo habla de ello alrededor del mundo y en varios tonos; pese a ello, aunque pueda parecer extraño, hay mucha gente involucrada en el ambiente de negocios que no se ha dado por enterada del tema.

En cualquier caso, tal vez lo que hay que mantener en la mira respecto de esto es que ni la Fed ni los mercados asumen que se va a ir en contra de lo ya dicho, es decir, que habrá una reducción en los apoyos financieros y que los efectos que de tal condición se desprendan van en la dirección que se tuvo en un principio: alza de tasas, apreciación del dólar y en consecuencia una revisión de expectativas generales, empezando por la valuación de los activos financieros. Creo que en las semanas recientes también hemos empezado a valuar las capacidades de diversas economías, empezando por las emergentes, para hacer frente al mencionado cambio de condición, sobre todo en lo que toca al llamado sector real.

Como suele ocurrir, lo que primero se saca a relucir como acto de defensa son los temas macroeconómicos: la buena condición de las finanzas públicas, la disciplina en la política monetaria y la baja inflación, el tamaño de las reservas internacionales, el déficit en cuenta corriente de proporciones financiables, etcétera; temas todos en los que en términos generales se han registrado mejoras en las economías emergentes que solíamos tener disfunciones importantes que generaron crisis relevantes en el pasado.

Y lo anterior está bien, sólo que los mercados y los inversionistas globales han aprendido que, siendo condiciones necesarias, no son suficientes para convertirnos en esas “grandes oportunidades” que los que estamos en el lado de venta de expectativas solemos decir que somos —sobre todo los que trabajan en esa línea— y entonces empiezan a preguntar y a revisar otros aspectos.

Desde luego los asuntos del crecimiento son fundamentales, pero sobre todo aquello que lo hace posible: la fortaleza del marco institucional, en donde destaca el respeto a la ley y al Estado de derecho; la modernidad de las regulaciones en materia de negocios, la seguridad y el “strés” social, la infraestructura, el tamaño del mercado, las condiciones laborales, la educación, etcétera.

Eso es lo que en un momento dado nos puede hacer interesantes —para propios y extraños— como objeto de inversión y ciertamente lo que nos diferencia a unos de otros en un mundo en el que si bien la oferta de recursos financieros parece amplia, no lo es tanto como para que los límites de riesgo de distinta naturaleza sean ignorados.

Y resulta que en nuestro caso, en coincidencia con el resurgimiento de la inquietud en los mercados internacionales por el tema de la Fed y sus derivados, nos enfrentamos al mundo y a la competencia por capitales con una tasa de crecimiento de la mitad que la que se ofreció a finales del año pasado; con una propuesta de reforma estructural de la energía que por lo menos está en el terreno de lo discutible en cuanto a sus alcances; con un aumento en los temas de violencia y crimen organizado; con la incapacidad de llevar adelante a la reforma en materia educativa admitiendo la presión de grupos opositores sin mostrarse resistencia alguna por parte de las autoridades; sin tener una solución final para las reformas de los sectores financiero y de telecomunicaciones, más lo que usted quiera agregar, amigo lector.

Y sin un cambio de discurso o actitud que nos permita pensar que algo está caminando en la línea de transformación que se nos fue ofrecida, operar a un país que pretende ser un líder global, con base en frases, eslóganes y campañas publicitarias, cuando enfrente de todos están hechos como los que enumeré en el párrafo anterior, pone en riesgo cualquier cambio real que se pretenda llevar a cabo. Y el tiempo pasa. Suerte.

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