David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Sep, 2013

Pobrecitos los de GEO

Si escucha los intentos de defensa de Luis Orvañanos y GEO, parecería que ellos son las víctimas de los malditos acreedores.

Sus argumentos no difieren mucho de los que usó en su momento el Barzón o cualquier otra organización de los paladines del no pago que, desgraciadamente, no se extinguieron después de la crisis financiera de mediados de la década de los noventa.

Llevan más de diez días asegurando que están a punto de lograr un convenio con los bancos y otros acreedores, por lo que podrían ir a un concurso mercantil preconcertado y a partir de ahí recuperar las glorias perdidas de la empresa; sin embargo, los desgraciados acreedores se oponen.

Si sigue sus argumentos, parece que le tratan de decir que los acreedores son una suerte de buitres que sólo quieren acabar con unos buenos empresarios que fueron víctimas de las circunstancias, puesto que en ningún momento reconocen que cometieron gravísimos errores de visión sobre el desarrollo del negocio y daban lecciones morales en lugar de analizar el mercado y entender que aun antes del nuevo gobierno vivían de un modelo de crecimiento que se estaba agotando.

Los defensores de GEO primero inventaron disputas entre bancos que sólo existieron en su imaginación. En su afán de hacer ver a las instituciones de crédito como carroñeros que, hasta sin conciencia gremial, pretendían sacar ventajas de los demás acreedores, hasta trataron de implicar a bancos que jamás han prestado un peso a GEO.

Una vez desmentido este asunto, se les ocurrió comenzar a contar la historia de que ya estaban a punto de lograr el convenio con los bancos, pero ahora eran los infelices tenedores de bonos los que tratan de impedir este convenio. La misma mentira, acusándolos de una suerte de chantaje de algunos para tomar ventajas sobre los demás.

Lo cierto es que tanto los bancos como los tenedores de bonos tienen responsabilidad hacia sus depositantes o inversionistas, así que deben tomar todas las acciones que estén a su alcance en el marco de la ley para proteger ese interés que, sin duda, es superior a los deseos o caprichos de empresarios como Orvañanos.

Hace ya algunas semanas informamos en este espacio que los tenedores de bonos de GEO tenían dudas, fundadas, de que la empresa fuera a cumplir con el pago de sus bonos (el primero vence en unos días más), puesto que no había evidencia suficiente de que estuvieran depositando los recursos en el fideicomiso constituido en Nacional Financiera.

Se trata de bonos que estaban garantizados con el pago de las mensualidades que hacen los acreditados al Infonavit. Sin embargo, GEO ha guardado un silencio culposo y antes de andar hablando de concursos mercantiles preconcertados (que sólo existen en su imaginación), deberían explicar convincentemente si no se están transando a los tenedores de bonos que actuaron de buena fe.

Errores

Uno de los primeros errores que tendrá que corregir el Instituto Federal de Telecomunicaciones tiene que ver con la interpretación que hizo MVS sobre los alcances de la ley de la materia.

La empresa de la familia Vargas subió las señales abiertas de Televisa, interpretando que tienen más de 50% de participación de mercado y, por lo tanto, en cumplimiento con la ley lo hacen.

La compañía presidida por Emilio Azcárraga ha pedido al IFT que haga una determinación sobre qué señales tienen una participación superior a 50% del mercado. El argumento de MVS es que la Cofetel, ya extinta, en su momento decidió que Televisa tenía más de 50% del mercado de la televisión abierta, en una decisión que parece un tanto sacada de la manga.

Este argumento es, por decir lo menos, muy polémico. ¿Cómo se mide la participación total de mercado? Hay quienes dicen que se podría determinar con base en la participación de mercado que tiene el grupo económico dominante. Otros más consideran que se debe hacer por cada una de las concesiones, puesto que así es como están otorgadas.

Los defensores a ultranza de MVS opinan que todo es una estrategia de Televisa para ganar tiempo. La pregunta sería: ¿Qué ganan?

Lo que pide la empresa de Azcárraga es una definición clara en torno a lo que el nuevo regulador, encabezado por Oswaldo Conteras, sobre la forma en que se define qué canal o grupo de canales tienen una participación superior a 50% del mercado.

Dragón

Hace ya varias semanas le informamos en este espacio de las actitudes racistas e inaceptables de algunos líderes empresariales en contra del proyecto de Dragon Mart, que, dicho sea de paso, es mucho más mexicano de lo que algunos quieren ver.

Las descalificaciones sin ningún fundamento de líderes de iniciativa privada acusando a los chinos de construir este centro de exposiciones para introducir ilegales, vender piratería y depredar al mercado mexicano no faltaron los calificativos raciales que bajo ninguna circunstancia deben ser permitidos.

Líderes como Francisco Funtanet, Rodrigo Alpízar, Juan Pablo Castañón no han dudado en propalar mentiras muy graves sobre este centro y, en no pocos casos, sólo contar una parte de la historia.

Hubo quienes llegaron a usar un ejemplo similar como fue un centro parecido en Europa y omitieron el éxito que tiene Dragon Mart en Dubái. Otros más hablaron de preferencias diferentes.

Sin embargo, bastó que el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, diera un golpe en la mesa (como escriben los fanáticos del lugar común) para que los líderes de iniciativa privada guardaran silencio y voltearan hacia otro lado en la Reunión Anual de Industriales.

Como adelantamos en este espacio, era de esperarse que el gobierno defendiera, en el marco de la ley, una de las inversiones del que podría calificarse como el principal objetivo en la relación comercial de México durante esta administración: China.

Dragon Mart Cancún ha ido cumpliendo todas las etapas legales para iniciar sus operaciones. Si viola en algún momento cualquier ley, debe ser sancionada como cualquier otra empresa que opera en México, pero ha exhibido la pequeñez y mezquindad de algunos líderes de iniciativa privada que decidieron lanzarse en contra de un molino de viento (otra vez dirían los fanáticos del lugar común) y terminaron siendo dóciles ante el primer levantamiento de voz de la autoridad.

La gran pregunta es: ¿En adelante mantendrán su posición racista y mediocre en contra de la competencia?

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube