Jesús Alberto Cano

Colegio Nacional de Economistas

Jesús Alberto Cano

28 Oct, 2013

Medidas monetarias se integran a fiscales y a reformas estructurales para promover crecimiento

Una vez más, nuestro banco central se unió al pensamiento de ajustar a la baja su tasa de interés de referencia, a la luz de la tendencia a la disminución de la inflación, registrada en México durante el curso de este año, que pasó de alrededor de 4.6% a tasa anual, al inicio del segundo trimestre, a 3.5% en el tercer trimestre, y llegando a 3.39%  el pasado mes de septiembre.

Es significativa la acción del Banco de México, porque era momento oportuno para que la política monetaria continuara aportando su fuerza a la necesaria recuperación económica de México, sin riesgos de propiciar presiones inflacionarias al país, ya que este último recorte de 0.25 puntos porcentuales se suma a los ajustes a la baja en esa tasa de referencia desde 2011.

Coincidió también con las tendencias observadas en los países desarrollados, que durante los últimos dos años aplicaron políticas monetarias de inyección de liquidez, con el objetivo de promover actividad económica o reducir tendencias recesivas, según el caso en los países donde se aplicaron.

Podemos contrastar las tasas de hoy con las de otros momentos, como por ejemplo, el nivel promedio de la tasa de referencia del Banco de México que registró 8.25 por ciento en 2008 y que bajó en los últimos años, hasta llegar a 3.50% el viernes pasado, por decisión de su Junta de Gobierno.

Se percibe en todo esto una cuidadosa política económica que se prepara para integrar sus efectos a las decisiones de finanzas públicas y de reformas estructurales, en proceso en las cámaras legislativas federales, que sin duda incentivarán inversiones de modernización en los principales sectores de la economía nacional.

El mercado también reportó tendencias congruentes con las acciones recientemente tomadas. Por ejemplo, los analistas financieros estimaron bajas moderadas en las tasas al contemplar los retrocesos observados en las últimas semanas, ante las expectativas de una baja adicional en la tasa de referencia del Banco de México.

Según la cifras publicadas por el INEGI, la actividad económica mexicana ha declinado desde noviembre del año pasado, registrando durante todo 2013 un bajo dinamismo, siendo el último en agosto, con un crecimiento de apenas 0.8%, según el Índice Global de la Actividad Económica (IGAE). También la industria manufacturera ha reflejado similar tendencia.

Durante las últimas semanas los analistas económicos resaltaban la debilidad de la economía mexicana. El sector de la construcción fue de los más afectados, a los que se sumaron las consecuencias de los huracanes recientes que causaron inmensos daños a diversos sectores productivos regionales, incluyendo partes de la planta productiva agropecuaria, como fue el caso de Sinaloa y la destrucción de la infraestructura carretera en importantes áreas del país.

De ahí que la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), el banco de desarrollo del sector vivienda, ha respondido creando nuevos instrumentos para favorecer la concesión de créditos a la vivienda, apropiados a la situación de la economía y al ambiente del mercado actual.

La semana pasada describimos una serie de apoyos instrumentados por la SHF ante la reducción de la participación de la banca comercial en el sector.

Ahora se ha anunciado un programa nuevo de rentas, dirigido al segmento de los trabajadores que constituyen los no afiliados al Infonavit o al Fovissste. El esquema estará dedicado a Repecos, comisionistas y empleados por honorarios, con un ingreso mensual medio superior a diez mil pesos.

Ese programa de rentas al mercado abierto contempla una alianza del organismo, instituciones financieras y desarrolladores de vivienda, para generar una oferta de vivienda en arrendamiento disponible; creando así desarrollos en grandes ciudades y en destinos turísticos, donde la movilidad laboral es alta.

Es el caso donde hay trabajo o polos de desarrollo claramente definidos, como la Riviera Maya, con el crecimiento explosivo que está teniendo; o en el centro del país, en los polos que se están impulsando y hacen que la gente se mueva.

La idea es que al desarrollador se le dé un crédito puente a la construcción por dos o tres años para iniciar la obra y luego, una vez concluido ese crédito, se convertirá en hipotecario, que será pagadero en un periodo de 15 a 20 años, de manera que las propias rentas sean el recurso que pague esos créditos sindicados; e inclusive, en un futuro las viviendas puedan ser integradas a fideicomisos para conformar Fibras.

(*) Presidente del Colegio Nacional de Economistas, Federación de Colegios de Económistas, A.C.

@acanovelez

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