Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

28 Ene, 2014

¿Quién resultó más atractivo para los inversionistas, Irán o México? ¿Y mañana, África?

La reciente reunión de Davos, nos deparó algunas sorpresas; éstas, si bien pasaron sin mucho ruido mediático —al menos en México—, es posible que terminen por exhibir nuestra incapacidad para hacer lo debido en materia de atracción de inversión con el fin de aprovechar de manera óptima nuestros recursos, no sólo los energéticos.

La participación en Davos del Presidente de Irán, resultó ser la más atractiva para los grandes jugadores del mundo de la energía los cuales, permanentemente, andan a la búsqueda de oportunidades para invertir en ese campo.

Aun cuando las declaraciones del señor Schwab —previas a la Reunión— indicaban algo diferente, esto no fue concretado; dijo, seguro y eufórico, que la Reforma Energética mexicana había despertado gran expectación la cual, con la autoridad de su investidura, nuestro Presidente expondría en Davos en una conferencia magistral.

En un espacio con poca asistencia, las declaraciones generales por parte nuestra, ayunas de concreción acerca de dicha reforma —frente a la declaración clara y compromisos concretos del Presidente iraní—, parecieron inclinar la balanza al lado persa.

Al comentar esto con algunos de los que siguieron de cerca la exposición de nuestro Presidente en Davos mismo y las reacciones que provocó, adujeron —para explicar el gran interés que despertó el gobernante iraní—, el carácter autoritario del gobierno que encabeza el cual contrasta con nuestra democracia.

Si bien no es ése un argumento menor que deba ser rechazado automáticamente, preguntemos entonces si los regímenes democráticos —por el solo hecho de serlo—, estarían condenados entonces a perder inversión extranjera a sus países porque, de acuerdo con aquéllos, la ganarían los países que cuentan con regímenes autoritarios.

Me parece que la explicación de lo que nos pasa, es más profunda; va más allá de aquella simplificación. No hay que olvidar que las decisiones de los inversionistas para invertir en un país, están soportadas en varios factores objetivamente evaluados, no sólo el tipo de régimen político.

En consecuencia, hay que preguntar cuál fue el factor que hizo que los inversionistas redujeran su interés en México y su Reforma Energética, y cuál el que los llevó a interesarse más por Irán.

A la luz de lo que hemos hecho estos últimos decenios y cómo lo hemos hecho, pienso que el factor que pesó más en elevar el atractivo de las posiciones y promesas iraníes, fue nuestra renuencia y temor a comprometernos de manera clara y decidida por realizar cambios a favor de la modernidad y el progreso.

Nuestras decisiones clave, siempre están en veremos, en suspenso; sujetas a la voluntad de políticos cuya visión atrasada, parte de una vieja realidad que ya no está presente en el mundo; además, desconocen las grandes transformaciones que ha sufrido el mundo en los últimos 40 o 50 años.

Irán, guste o no, dio elementos concretos y fecha precisa para tener los contratos a fin de que los interesados en invertir y desarrollar su atrasada industria energética, exploten sus reservas de petróleo y gas.

Claridad y compromiso fue lo que generó la confianza la cual, no supimos o no podemos transmitir; eso explica el interés generado por Irán y el desinterés por México.

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