David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Abr, 2014

Ajustan el dictamen

Seguramente las sobrevaluadas acciones que desde las redes sociales, principalmente Twitter, han hecho algunos grupos de presión fácilmente identificables con Andrés Manuel López Obrador, así como la parte más rupestre del PRD, y algunos otros tan ingenuos como desinformados dirán que lograron una victoria monumental para defender internet.

Entre el lunes y ayer estos grupos ejercieron una campaña para difundir mentiras y mitos sobre el contenido del paquete de leyes secundarias del sector de las telecomunicaciones (que ellos simplifican llamándola ley Peña) y posibles riesgos potenciales.

Dicen, por ejemplo, que el bloqueo de señales en casos de seguridad nacional iba a propiciar que no se difundieran “abusos policiales en las protestas en tiempo real”, lo que simple y sencillamente era una ingenuidad y la incomprensión de una práctica común en todo el mundo y que, ciertamente, le puede servir a gobiernos dictatoriales como el de Venezuela (al que tanto alaban estos grupos) o para capturar delincuentes como ocurrió tras los atentados del Maratón de Boston, el año pasado.

El segundo mito es que se pretende generar censura por parte del gobierno. En ningún lugar de las leyes secundarias se habla de aplicar censuras previas, sino establecer reglamentaciones desde el gobierno similares a la que hoy mismo aplican las propias empresas.

El tercero era decir que se estaba “eliminando la neutralidad de la red” (cualquier cosa que eso sea) dotando a las empresas de la capacidad de vender diferentes calidades de servicio de internet. Según ellos, esto implicaría que hubiera páginas más accesibles que otras o que los pobres tuvieran un acceso diferenciado a internet como, de hecho, sucede hoy en día.

A partir de esto y de una manera estrambótica, los seguidores de las redes sociales decían que todo esto beneficiaría a la alianza, que sólo existe en su imaginación, entre Enrique Peña Nieto y Televisa.

En ninguno de los abundantes textos, que básicamente repiten los mismos tres argumentos y la patética conclusión, explican cómo se beneficiaría una televisora abierta de una ley que, en su imaginación, propiciaría censura. Vamos, hasta tienen un video en internet en inglés, doblado al español, en el que hablan de una conspiración internacional.

Decepción

Todos los idiotas útiles que se han sumado a este movimiento, con más candor que argumentos, se llevaron una gran decepción cuando el presidente de la Comisión de Telecomunicaciones del Senado de la República, Javier Lozano, presentó el proyecto de dictamen de las leyes secundarias de las telecomunicaciones: Eliminó cualquier referencia a estos temas.

Se trata de una buena maniobra política para rescatar lo más importante, es decir, lograr que se aterrice la Reforma a las Telecomunicaciones en sus puntos fundamentales y rescatar la mayoría en un proceso de flexibilidad, entendiendo que es más lo que ganarán los mexicanos si ceden a esta maniobra.

Tanto el gobierno como los legisladores que están a favor de la iniciativa leyeron muy bien cuáles eran las intenciones de este movimiento: No es de ninguna manera la defensa de la libertad de expresión en las redes sociales sino parte de una táctica dilatoria impulsada desde el PRD y los seguidores de Andrés Manuel López Obrador.

Este partido ha dejado claro que no tienen ningún interés en votar esta iniciativa por una de dos razones: Aman a los monopolios o específicamente al preponderante en las telecomunicaciones por razones que no tienen que ver con la ideología sino con el interés económico.

Así, también tratan de meter un dictamen alterno con el que pretenden desviar la discusión y hacerla larga en el futuro. La estrategia de la izquierda es mantener la situación como está en el sector de las telecomunicaciones en contra de los consumidores.

Como hemos señalado desde el primer momento, tanto la reforma constitucional a las telecomunicaciones como sus leyes secundarias tienen en su corazón poner al consumidor por encima del interés de las empresas. Acabar con prácticas que tienen un muy elevado costo para la población y que han impedido su desarrollo.

Si se analiza la reforma constitucional y los textos de las leyes secundarias el principal objetivo es terminar con aquellas prácticas que han sido verdaderamente lesivas para la sociedad; sin embargo, el interés pecuniario de la izquierda les lleva a tratar de dilatar el proceso que deberá estar terminado el 25 de abril en el Senado de la República y aprobado en este mismo periodo.

Seamos muy precisos. El PRD inventa que según él las sesiones de telecomunicaciones no han llegado a ningún trabajo para el dictamen; sin embargo, deberían hacer cuentas y darse cuenta de que en la mayoría de las telecomunicaciones hay legisladores del PRI, Verde y PAN que están a favor de este dictamen y, lo más probable, que también logren la mayoría en el pleno.

Descarado

El senador mala paga, Javier Corral, que no ha presentado ningún argumento en toda esta discusión, sigue escalando cimas de indignidad y desvergüenza. Como no ha podido sostener un debate con el también panista Javier Lozano ahora encabeza una nueva campaña de mentiras.

Exige que el presidente de la Comisión de Telecomunicaciones del Senado de la República renuncie porque, según él y otros orates tiene un conflicto de interés; sin embargo, el senador mala paga debería recordar que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta.

Corral hace más de diez años pidió fiada publicidad a Televisa en su intento, afortunadamente fallido, de gobernar Chihuahua y no pagó. Trató de evitar el cumplimiento de su obligación diciendo que él no había pedido ese dinero prestado y que había sido su partido.

Los jueces que han intervenido en este tema le han dado la razón a Televisa e incluso ya comenzaron los procesos de embargo. Si el senador mala paga habla de conflictos de interés debería explicar qué tanto le arde el tener que pagar algo que pidió prestado.

Corral, quien no sólo es una vergüenza para el PAN sino para Chihuahua, antes de ver la paja en el ojo ajeno debería mirar la viga en el propio.

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