David Páramo

Análisis superior

David Páramo

28 May, 2014

¿Quién manda?

Entre algunos miembros del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) hay dudas sobre la pertinencia de mantener a Luis Foncerrada como director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado.

No sólo por sus más recientes declaraciones en las cuales aseguró que el país se encaminaba a una crisis fiscal como la de Grecia o Irlanda sino por la actitud que ha mantenido a lo largo de los últimos años. Algunos miembros del CCE han analizado diversas maneras de crear otro organismo de análisis para la iniciativa privada que no sea usado como una suerte de ariete o la ínsula de poder de nadie sino como una herramienta objetiva para tomar las mejores decisiones económicas.

Foncerrada es uno de esos hombres que han logrado colarse de muy diversas maneras. Hay quienes lo ven como “el perro de la casa”. Una manera de ladrar y tirar mordidas al gobierno sin que se desgasten los presidentes de los organismos que integran al CCE y mucho menos su cabeza. Algo así como el que da golpe y sus jefes las sobaditas.

Parecería una estrategia tan poco práctica como ridícula puesto que simple y sencillamente no aporta nada. La reiteración de las declaraciones de este hombre a lo largo de los años y los gobiernos lo han venido desgastando.

Alternativa

Hay otra lectura que parece más cercana. Foncerrada es un hábil burócrata de la iniciativa privada quien sabe que los presidentes del CCE son temporales, por mucho que se reelijan, y por lo tanto ha venido construyendo una red de poder, supuestamente de independencia, que le permite volverse impune.

El juego parecería ser bastante sencillo. En estos momentos claramente está aprovechando la excesiva prudencia de Gerardo Gutiérrez Candiani, quien a toda costa busca construir puentes y negociar. Que los presidentes de organismos cúpulas no se piensan enfrentar con su coordinador por un tipo que fácilmente puede ser descalificado por los funcionarios del gobierno federal y que hasta el momento se le ve sólo como una piedrita en el zapato, pero que algunos ya se quieren sacar.

Las declaraciones tronantes e incendiarias, pocas veces bien fundamentadas de Foncerrada no suman nada y antes pueden ser usadas por el gobierno como una estrategia de tensión.

Después de la reforma hacendaria los líderes de iniciativa privada han hecho un gran trabajo de reconciliación con Luis Videgaray. Coparmex y la ABM han logrado cerrar las heridas que se abrieron y ahora se habla mucho más en términos de construcción en favor de México.

Ayer mismo una de las voces más influyentes de la banca en México, Luis Robles, descalificó al pesimismo diciendo que es estéril y avaló la Reforma Hacendaria diciendo que es un precio bastante barato por tener la Reforma Energética.

El CCE se reunió con los secretarios de Hacienda, Gobernación y el Procurador General de la República para acordar una serie de acciones en contra del crimen organizado que controla amplios sectores de la economía informal y la piratería.

Es claro, quizá para Foncerrada, que el ánimo de la iniciativa privada es tender puentes y construir con el gobierno de Enrique Peña Nieto un México que pueda crecer de una mejor manera y no que se pierda en las batallas que son propias del PRD.

Comparaciones

Cuando fueron creados el Instituto Federal de las Telecomunicaciones y la Comisión Federal de Competencia Económica se generaron grandes esperanzas entre los sectores económicos, puesto que se sabe que la falta de competencia y las prácticas monopólicas son dos de las principales anclas para el desarrollo del país.

El primero, presidido por Gabriel Contreras, mostró una gran seriedad. A pesar de que hubieran podido hacerlo, ellos no buscaron pretextos para cumplir en tiempo y forma las obligaciones que le estableció la reforma constitucional. Han demostrado una gran fortaleza e independencia.

A diferencia de antecesores como la Cofetel y la CFC, los del IFT no le han dado la vuelta a los temas y de ahí que el instituto se esté prestigiando al grado de que son pocos quienes dudan de que las acciones que tomen a favor de los consumidores en el sector de las telecomunicaciones y radiodifusión quedarán verdaderamente firmes.

En la Cofece la situación es radicalmente diferente. Alejandra Palacios y los demás comisionados han decidido “nadar de muertito” con las obligaciones.

Cuando se reestructuró el instituto se le dieron 180 días para hacer un estudio sobre la competencia en el sector financiero. De alguna manera que no han logrado explicar satisfactoriamente decidieron que comenzarían formalmente el análisis cuando fuera promulgada la Reforma Financiera.

En diversas ocasiones su presidente dijo que ya le habían pedido información a las autoridades financieras y a los propios bancos sobre el trabajo que deberían hacer, pero que se tuviera calma.

El próximo 6 de junio se cumple el plazo para que entreguen este estudio y más valdría que muchos se prepararan para una gran decepción, puesto que el estudio confirmará lo que los bien informados ya saben.

Primero. Si hay temas puntuales en los cuales puede mejorar la competencia. Eso es obvio.

Segundo. La estructura del sector bancario mexicano y niveles de concentración son similares a los de Canadá, considerada uno de los sectores más sólidos del mundo.

Tercero. Si se miden los índices de competitividad con base en los criterios de la OCDE o de la Unión Europea para medir las concentraciones resultará que los bancos mexicanos compiten con los más altos estándares.

Cuarto. Se deben analizar con mucho cuidado otros participantes dentro del sector financiero, algunos de ellos no regulados, que inciden en la calidad y oportunidad de los servicios bancarios.

Palacios y sus comisionados poco más podrán decir, puesto que el estudio está siendo “copiado” de los análisis que tienen Banco de México, Secretaría de Hacienda, Comisión Nacional Bancaria y de Valores, así como datos proporcionados por la Asociación de Bancos de México.

Dicho de otro modo. Lo único bueno que tuvo el cambio de CFC por Cofece fue la remoción del nefasto Eduardo Pérez Motta y sus coptados comisionados. Por lo demás, parecería que el único cambio fue el cambio de nombre.

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