Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

5 Jun, 2014

Para cambiar..., ¡hay que cambiar!

Le he venido comentando la escisión de los productores lecheros de Jalisco, Veracruz, Coahuila, Aguascalientes y Durango que han decidido integrar el  Gremio de Productores de Leche de la República Mexicana (GPLRM) el cual preside Salvador Álvarez Morán.

También que representan aproximadamente al 70% de los productores que formaban parte de la Asociación Nacional de Ganaderos Lecheros, AC (ANGLAC), que preside —contra estatuto de asociación— por quinto año consecutivo, Vicente Gómez Pombo.

Mire, para la gran mayoría es un pleito entre Alpura de Víctor Gavito y Lala de Eduardo Tricio, pues por años, los productores de ambos grupos guardaron la regla de representación escalonada y de un voto un ganadero, hasta que llegó Gómez Pombo, un ganadero de Querétaro, listo y entrón, a quien todos respetaban, hasta que comenzó el tema de la reelección.

En ese ínter, Grupo Lala decidió un cambio de estrategia tal que lo ha convertido en el segundo grupo productor de leche en Estados Unidos y el primero en México. No sólo alineó la gama de productos de leche y derivados, sino que invirtió fuerte para comprar las plantas de EU y modificó el sistema de pago a sus productores para impulsar una reducción de sus costos de producción.

Ante esta situación, los mismos industriales de la leche, comentan que Alpura se mantuvo casi igual, pues, aunque cambió la presentación de algunos de sus productos y lanzó una agresiva campaña publicitaria, no ha modificado la relación con sus productores de leche.

Además, cuentan que Gómez Pombo comenzó a utilizar un discurso de “empobrecido ganadero y buscador de recursos”,  pues al frente de la ANGLAC llegó al CNA y se involucró en la Comisión de Enlace Legislativo para “gestionar” recursos con la bandera que representa a ganaderos pobres, que nadie sabe de qué monto son ni la forma en que se utilizan.

El periodo del presidente de la ANGLAC es de tres años y no se imagina la cantidad de recursos y cosas que han hecho uno y otro grupo, entre demandas cruzadas y estrategias competitivas. Hoy en la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas, que encabeza Oswaldo Cházaro Montalvo, las dos organizaciones tienen representación, sólo que la primera debe cuotas y la segunda en cosa de dos semanas suma 70% de la representación lechera, pues tiene compromisos con productores de otros estados.

Llámele hartazgo, pero si la escisión es un tema, seguro el secretario Enrique Martínez y Martínez tiene importantes retos, pues como usted sabe, entre foros y la reforma al campo, apenas hace semana y media el presidente Enrique Peña comprometió un cambio importante en la distribución de recursos y el sector lechero es prioritario en la producción ganadera.

De hecho, se formó una Comisión Especial de Ganaderos, cuyo decreto fue enviado a la Cofemer de Virgilio Andrade, por la Sagarpa, pero si ésta decide seguir negociando con quien no toma decisiones colegiadas, el problema lo enfrentarán a partir del verano, porque normalmente en esta época, la producción de leche aumenta y la salida de los niños de la escuela hace que baje el consumo, con lo cual el precio también baja y eso presiona más aún a los productores.

Ya algunos comienzan a presentar el problema, pues de 6.50 pesos que cuesta en promedio el litro de leche, se anticipa que pueda bajar a 3.80 pesos.

Puede o no suceder, pero lo que tradicionalmente ocurre, es que presionan por precio y recurren a la práctica de tirar leche enfrente de la Sagarpa o de Economía de Ildefonso Guajardo, que dada la circunstancia social y económica presente, no creo que abone mucho a la imagen de México.

El tema más que de precio, es de productividad, y la visión que parece imperar es que busca subsidios temporales para coyunturas específicas asegurando empobrecimiento del hato y del productor; también se busca que los incentivos de subsidio se modifiquen para generar una base de producción estable, que sea capaz de competir con los costos de los productores en EU (principal mercado de importación), Australia y Nueva Zelanda).

México tiene un déficit de 30% en producción de leche, pero si a eso añadimos el alto costo, entiende por qué los industriales prefieren importar a 50 pesos un queso manchego de Australia, que comprar aquí a 62 pesos 10 litros de leche para elaborarlo y duplicar el precio para procesarlo, distribuirlo y comercializarlo. Ésa es la realidad que Martínez y Martínez podría ver. Gavito es un gran hombre, pero su visión empresarial requiere un gran cambio, comenzando por la representación de la ANGLAC.

De Fondos a Fondo

Si la ganancia financiera neta de Pemex, que dirige Emilio Lozoya, por invertir en Repsol, de Antonio Brufau, fue favorable en 900 millones de dólares desde que entró a Petronor hacia principios de los 90, contando dividendos, costo financiero de las operaciones e inversión en dinero de las monetizaciones, ¿no hubiera convenido mejor invertir en deuda soberana de España, pues con todo y crisis, en 30 años hubiera sido mejor. Ya no digamos invertir en Petrobras, que en la mitad del tiempo, vale 14.50 dólares y tiene reservas petroleras y de gas.

Vender era una decisión, pero hacerlo al mejor precio posible implicó una fuerte inversión diplomática del presidente Enrique Peña para convencer a Cristina Fernández de pagarle a Pemex la nacionalización de YPF, lograr que la deuda soberana recién emitida encontrara comprador en medio de una fuerte disputa legal con fondos buitre en Nueva York por el pari pasu argentino en la deuda reestructurada, y de pilón, una operación de ingeniería financiera muy sólida para vender al menor descuento posible.

Pemex colocó el porcentaje de sus acciones en HSBC PlC, y de ahí la ofreció a cerca de 15 postores. Citigroup y Deutsche hicieron la mejor propuesta de compra entre ellos a 20.10 por 7.68%, y esos dos grupos distribuyen con recomendación de mantener la acción entre sus clientes institucionales y patrimoniales. El descuento de salir con un “paquetote” fue pequeño considerando que el día previo Repsol cerró en 20.86 euros por título y, sobre todo, antes de que se anuncie que Sacyr sale también. Eso hubiera tirado el precio por debajo de los 19 euros.

Además, el crédito con el que se compró el 1.4% restante de las acciones, se vence en agosto y podrá venderse el siguiente tramo en condiciones adecuadas para asegurar que se coloque dentro del rango promedio de la operación precedente.

Repsol es un dilema. A Brufau sólo le queda la inestable Venezuela y a sus socios un presidente que cada vez es menos ejecutivo y, como dicen por ahí, ni México ni Pemex están en la mira de la petrolera española, salvo para relaciones estrictamente comerciales.

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