Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

4 Jul, 2014

Cuando los equipos pierden el momentum

Un equipo ganador. Invencible. Incluso invicto. Que ha sorprendido a todos por sus resultados, por poder hacer todo bien, por llevar un track-récord ganador. Por mantener en alto las expectativas de todos los que lo rodean, algunos que lo envidian y muchos que lo emulan. Equipo que está en su momento.

Y de pronto, al parecer sin razón… pero, al parecer, sin remedio, todo lo que parecía salir bien empieza a salir mal. Y no hay nada ni nadie que pueda detener la caída.

Un ejemplo de esta gloria/infierno es el desempeño y el resultado del equipo mexicano en el Mundial de Futbol. Pero no está limitado a la cancha de pasto.

En todas las empresas y organizaciones, en todos lo países, en todos los sectores, en todos los equipos hay momentos en que se pierde ese toque mágico que al parecer se poseía.

La palabra es momentum. El ímpetu que adquieren los cuerpos en movimiento.

Entre más se mueven, mayor es la aceleración que alcanzan. Un círculo virtuoso. Necesario para alcanzar el éxito. Hasta el momento en que éste acaba y todo se detiene. Es una ley de la física, una ley del futbol y una ley de los negocios.

Lo que pasó con México (o con España si se compara su desempeño en 2010 con 2014) es un perfecto espejo de lo que pasa en muchas empresas y/o equipos de trabajo a lo largo de todas las industrias.

Empresas/equipos que toman fuerza por las pequeñas victorias que obtienen y que, sea por un condicionamiento mental o una serie de aciertos que pavimentan el buen camino, van permitiendo otros éxitos. Hasta el momento en que se pierde la magia.

El analizar estos ciclos de todo sale bien/nada sale bien es un aspecto importantísimo en el manejo de equipos y en la gestión de los negocios.

Que quede claro, la pérdida del momentum es inevitable. Todos los negocios y equipos pasan por momentos de vacas gordas y momentos de vacas flacas. El chiste es encontrar la manera de dirigir a los equipos para hacer los momentos buenos más largos y los malos más cortos.

Que quede claro, el responsable de que los engranes de un equipo de trabajo funcionen adecuadamente es el líder. Su manera de dirigir a su equipo en cualquier circunstancia es fundamental.

Sin embargo, contrario a lo que se pensaría, la dirección en los momentos malos no empieza cuando todo está yendo mal. Tiene que comenzar a gestionarse desde antes, cuando uno está en la gloria.

Los momentos de auge, en donde al parecer nada sale mal, crean espejismos en los equipos de trabajo.  Es ahí en donde se empiezan a obviar o a olvidar errores que parecen no tener impacto, pero lo tendrán en el futuro.

Es en estos momentos cuando se postergan cambios necesarios, se omite oír o tomar en cuenta críticas dolorosas o se descansa en la cómoda costumbre ya sea de los productos o servicios que ofrecemos, de los procesos que manejamos y las metas que tenemos.

Ojo, no es cuestión de no celebrar los éxitos, pero esto no puede ser a costa del constante movimiento y evolución aún en los momentos de gloria. Para mantener siempre la vertical y la humildad como jefe, como empresa y como equipo:

Como bien queda opinar sobre los negocios, y definitivamente vale la pena pensar ante la derrota contra Holanda: Ni somos tan buenos como pensamos ser en nuestras cimas ni tan malos como pensamos ser en nuestros valles.

adinachel@gmail.com
@AdinaChel

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