David Páramo

Análisis superior

David Páramo

17 Sep, 2014

El destino de GOM

Parecería que el destino de Guillermo Ortiz Martínez fue decidido, incluso, mucho antes del segundo y, definitivo, error de ubicación.

El presidente del Consejo de Administración del Grupo Financiero Banorte fue mucho más allá de sus atribuciones durante la compra de la Afore XXI que no le son perdonados por los miembros del Consejo de Administración que, en estos momentos, están decidiendo su futuro entre dos alternativas: o se va por las buenas, o por las malas.

Como se recuerda, la operación comenzó en 2011 y concluyó el año pasado con lo que la Afore XXI-Banorte se convirtió en la más grande del sistema financiero. Durante el proceso de adquisición Ortiz Martínez diluyó en poco más de 4% a los miembros del grupo de control sin avisarles.

De hecho, cuando Juan González le reclamó esta determinación, el exgobernador del Banco de México le respondió en algo que fue considerado como una afrenta. Poco más o menos le dijo que no tenía por qué informarle de sus determinaciones más allá de las reuniones del Consejo de Administración.

Fue la primera vez que, de una manera muy grave, olvidó que si bien puede tener una participación accionaria no es de los dueños de la empresa, es decir, de los miembros del grupo de control. Más bien se trata de un funcionario con altas prestaciones, pero jamás un miembro de la familia de Roberto González Barrera.

Sobre la forma en que se tomó esta determinación hay básicamente dos versiones. La primera de ellas es que simple y sencillamente fue un acto imprudente de Ortiz Martínez considerando que era lo mejor para el grupo financiero y que le “estorbaban” los accionistas del grupo de control.

Es importante recordar que la inmensa mayoría de las acciones públicas de Ortiz Martínez han sido marcadas por su historia como servidor público donde ha llegado a utilizar su historia para ir a Londres a grillar en el proceso de elección de la Asociación de Bancos de México.

La segunda posibilidad que algunos ponen sobre la mesa es que se trató de una maniobra consciente por parte de este hombre para fortalecer su posición frente a los fondos de inversión que participan sobre Banorte.

Hay una discusión bastante absurda en el grupo financiero sobre la forma en la que llegaron los grandes fondos a Banorte. Ortiz Martínez trata de hacer creer que fue por su nombre, que él los convenció y les dio la garantía que necesitaban.

La otra versión, que suena mucho más verosímil, es que los inversionistas internacionales se acercaron a Banorte al conocer su historia y gran capacidad de crecimiento. No debe olvidarse que pasó de ser el banco 18 de 18 cuando la privatización bancaria al tercer grupo financiero del país. La parte más importante del camino se recorrió bajo la batuta determinada de Roberto González Barrera.

Es mucho más creíble pensar que, a la vieja escuela, los inversionistas institucionales se acercaron atraídos por la posibilidad de maximizar sus recursos y no por los blasones de un hombre.

Segunda caída

La segunda caída del presidente del Consejo de Administración de Banorte se dio luego de la muerte de don Roberto. Resulta que los accionistas dominantes le ofrecieron a Ortiz Martínez un acuerdo en el cual le daban una participación accionaria y se tenía que retirar.

La mayoría de las versiones sostienen que luego de aceptar un acuerdo con González, días después decidió no aceptar y pedir una participación mayor. A partir de ahí no sólo se rompió el primer acuerdo sino que los accionistas tomaron la determinación de olvidarse de la posibilidad de una salida adecuada.

Hay señales que indican, sin duda, que los principales accionistas han comenzado un camino para unirse y proteger sus intereses. Por un lado está la cercanía, incluso pública, que han tenido Juan González y Carlos Hank mandando un mensaje de que sus determinaciones serán tomadas de manera conjunta y protegiendo, sin lugar a dudas, el interés de los accionistas de control.

Así, se han construido algunas posibilidades sobre los siguientes pasos.

Primero. No queda duda que los herederos del patriarca de Grupo Financiero Banorte no son proclives a una disputa entre ellos que les lleve a perder el control y sí a la toma de determinaciones que les permitan mantener el control de la tercera institución financiera del país.

Segundo. En cualquier escenario Ortiz Martínez se ha convertido en un problema en la toma de decisiones.

Tercero. Hay quienes han pensado en la figura de Carlos Hank González como un catalizador de todos los grupos de la familia puesto que se le ve como quien podría mantener el legado.

Sin embargo, el gran problema es Interacciones. Al gobierno le preocupa la mezcla de culturas empresariales. Mientras que Banorte es una institución de carácter comercial, Interacciones ha tenido una gran especialización en financiamiento a gobiernos lo que podría ser una carga excesiva en el tercer grupo financiero del país.

Independientemente de las formas que podría tomar esta alianza y cómo asegurar a la Secretaría de Hacienda y a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores el mantenimiento de un banco altamente competitivo y de riesgos diversificados, hay quienes, incluso, apuestan a la venta de Interacciones.

Seamos claros. Si la recomposición de Banorte pasa por la toma de control de Hank González es muy posible que se considere la venta de Interacciones no porque se trate de una institución en problemas, está muy lejos de serlo, sino para enviar una señal clara de concentración.

Ventas

En esta columna hemos insistido que está por llegar una época de consolidación del sistema financiero mexicano. Que se han creado demasiadas instituciones, las cuales no están teniendo el tamaño suficiente para mantenerse dentro de la fuerte competencia con niveles adecuados de rentabilidad, así que hay una oportunidad para quienes tienen capital para crecer.

El proceso se detuvo ante la Reforma Financiera y la muy larga implementación de sus leyes secundarias; sin embargo, en este momento hay  bancos como Bajío o Mifel que cada vez más parecen ser candidatos a ser fusionados o vendidos por sus grupos de control hacia otros que ven posibilidades de crecer. Pronto le daremos detalles.

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