Rodrigo Pérez-Alonso

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Rodrigo Pérez-Alonso

1 Oct, 2014

Y Cantarell murió

En 1976 un pescador campechano llamado Rudesindo Cantarell hizo historia por accidente. Al momento de estar en su pequeña lancha de pesca, encontró en el agua unas manchas de petróleo que cambiarían la historia política y económica de las siguientes tres décadas. Las manchas se convirtieron en barcos de exploración y pronto en la mayor plataforma de explotación y producción de petróleo en nuestro país, alcanzando en 2003 los 2.1 millones de barriles al día. Por ello decía José López Portillo que con el petróleo habría que administrar la abundancia.

Quizá por eso nuestro país cayó, bajo los efectos del oro negro, en crisis recurrentes empujando hacia los márgenes a los emprendedores y las empresas para enfocarse en el petróleo y sus actividades secundarias. Los ingresos del Estado se hicieron cada vez más dependientes de ello, se justificó el absoluto control del gobierno en las actividades relacionadas, y la riqueza del Estado (y privada) se hizo sometida a la explotación de los recursos naturales.

Sin embargo, la borrachera terminó a principios de la década pasada. Explotar los recursos energéticos del subsuelo se convirtió en una actividad cada vez más necesitada de inversión de capital, infraestructura tecnológica y técnicas novedosas, ninguna de las cuales estaban al alcance de Pemex o el gobierno sin haber sacrificado el sagrado y desgastado nacionalismo del petróleo. Ante la caída de la producción, nos vimos en la necesidad de importar nuestras necesidades energéticas desde Estados Unidos. Ironías de la vida.

Ante el colapso de Cantarell, aquél enorme campo petrolero en la costa de Campeche, el sistema político por fin tuvo que asumir la responsabilidad de olvidar los viejos discursos nacionalistas y dogmas cuasireligiosos. No obstante la inversión de capital en Pemex —dobla el monto de todas las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores— el monto necesario de inversión en el sector energético era imposible de alcanzar únicamente por el Estado. Por más inversión pública que se ha hecho en los últimos diez años en la exploración de hidrocarburos, los niveles de producción han venido en picada de un histórico total de 3.4 millones de barriles por día en 2004 a 2.5 millones de barriles al día de hoy. Pemex sigue siendo el gran empleador de nuestro país (150 mil empleados) y un nido de vicios arrastrados desde hace años que le hacen perder competitividad.

Por ello el acierto de la Reforma Energética. Quizá no sea entendida o popular a corto plazo. Quizás el ciudadano común no reciba en poco tiempos sus beneficios. Sin embargo, en el mediano y largo plazos el tamaño y alcance de esta reforma son enormes en lo macro y micro. En noviembre de este año el Congreso habrá establecido a través del Paquete Económico 2015 los términos fiscales de las empresas que quieran entrar, y los primeros contratos de pozos de aguas poco profundas se otorgarán entre abril y mayo del siguiente año. En septiembre u octubre del siguiente año se estarán otorgando los contratos de explotación de pozos de aguas profundas.

Cantarell ha muerto pero el sector energético revive.

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