David Páramo

Análisis superior

David Páramo

27 Oct, 2014

Delincuencia organizada

Usando como pretexto la desaparición de 43 jóvenes en un acto inaceptable de vinculación entre el narcotráfico y un presidente municipal impuesto por Andrés Manuel López Obrador, se está generando un fenómeno por lo menos tan grave como el anterior.

Siguiendo el síndrome de Pedro Infante (cualquier delito que cometa un pobre se debe perdonar por su condición social) se justifica prácticamente cualquier ilegalidad: al robo de autobuses se le llama “toma”, como si la semántica cambiara el hecho.

A la toma de caseta se le dice “dejaron pasar sin cobrar peaje”, aun cuando exigen “cuotas voluntarias” para mantener el movimiento. Despojar a la gente de su propiedad o el derecho a usufructuar su inversión como sucede con las carreteras de Capufe es un robo.

Los nazis justificaron la invasión a Polonia por un principio conocido como el levensraum (espacio vital), según el cual ellos tenían derecho a “tomar” los territorios de los demás porque eran superiores a sus vecinos, sin entrar en los temas de su pretendida supremacía racial.

¿Cuál es la diferencia en el fondo de movimientos que se sienten que se causa es moralmente superior y eso les da derecho a “tomar pacíficamente” estaciones de radio y televisión? No sólo lo han hecho para difundir sus mensajes, sino han llegado al extremo, como en Chilpancingo el fin de semana, de usar las concesiones para promover delitos como el robo, saqueo y vandalismo.

Los saqueos a las tiendas de autoservicio son robo. Tan lo es cuando un grupo de afectados por los huracanes en Baja California Sur, delincuentes comunes o cuando lo hacen grupos de embozados que se esconden atrás de “vamos a recuperar algo de lo que nos ha quitado el capitalismo”. De paso, eso no tiene nada que ver con la indignación por el secuestro de 43 jóvenes.

En Guerrero, como en su momento fue en Michoacán por situaciones cada vez más parecidas, es una práctica recurrente el robo de mercancías a transportistas supuestamente para “mantener la causa”. El fin de semana se realizó un saqueo de tiendas. Robo es un robo, ya sea por mantener una familia o una causa. La ley no distingue entre las motivaciones del delincuente.

Hay declaraciones públicas de estos ladrones, que además se cubren el rostro, según las cuales no es grave lo que hacen porque las empresas además están aseguradas. Como si no causara daño a las empresas que protegen a otras en contra de este tipo de daños.

En esta columna le hemos narrado del cobro de cuotas que tienen que pagar los empresarios pequeños y medianos de Guerrero a las dos formas de delincuencia organizada: los vinculados con el narcotráfico y con los supuestos grupos de maestros.

La iniciativa privada de Guerrero, como de una buena parte del país, se encuentra atrapada. En un lado tienen que cumplir con obligaciones fiscales que se endurecieron a partir de este año y, por el otro lado, recibir los continuos ataques de formas diversas de delincuencia organizada. En Guerrero disfrazada de causa social.

La pérdida del Estado de Derecho no perjudica únicamente a los “capitalistas” que, dicho sea de paso, son la herramienta más eficiente para combatir la pobreza a través de la generación de fuentes de empleo (que los enamorados del comunismo volteen a ver a Venezuela), sino a todos los mexicanos, especialmente a los que menos tienen.

Los negocios deben enfrentar esta difícil situación cerrando sus puertas, restringiendo sus horarios, aumentando las primas de seguros... lo que redunda en menores ingresos y por lo tanto tener que recortar empleos, lo que termina dañando a los que menos tienen.

Esta es una gran oportunidad de recordar que el cumplimiento de la ley, tanto por los ciudadanos como las autoridades de los tres niveles de gobierno, es la única garantía que tiene una nación de lograr prosperidad.

Debe hacer tanta indignación por el secuestro de 43 jóvenes como por la pérdida de la gobernabilidad en Guerrero a manos del PRD y los grupos supuestamente vinculados con maestros.

Se debe dudar de estos grupos cuando la quema de papelería y documentos de los palacios municipales es una herramienta sumamente útil para cubrir los delitos que habrían cometido individuos como José Luis Abarca, en su cargo como presidente municipal.

Contrasentido

Scotiabank tardó muchos años, quizá demasiados, en comprender que el sistema financiero mexicano se parece muy poco al del resto del mundo.

Quizá si se ve la composición de competencia podría parecerse al canadiense, pero no así en una historia tan exótica como la estatización, privatización, crisis, extranjerización, apertura, crisis y ser una de las bancas más sólidas y capitalizadas del mundo.

El nombramiento de Enrique Zorrilla es, a no dudar, el reconocimiento que la banca mexicana opera bajo reglas no escritas que sólo las conocen quienes la sobrevivieron y, a no dudar, contribuirá a una mejor posición competitiva de este banco.

Lo que resulta paradójico es que mientras el último de los extranjeros grandes mexicaniza su administración, Citi continua en su labor de kill´em all a los directivos mexicanos vinculados con Banamex.

Alguien, con muy pocos argumentos, podrá creer que se trata de un acto de moralizar la administración cuando en el fondo es una guerra de la burocracia de Estados Unidos que raya en el racismo en contra de funcionarios como Manuel Medina Mora, quien ha tenido mejores resultados que el actual presidente del consejo de administración del banco, Michael Corbat.

Se trata, como hemos asentado en este espacio, de aprovechar un problema como el fraude de Oceanografía como una herramienta para tratar de encontrar el modo de asumir el control y amansar a los mexicanos rebeldes que les salvaron luego de la crisis de 2008-9.

Tradicionalmente Banamex ha sido una gran escuela y semillero de ejecutivos para muchas instituciones. Bastaría ver cuántos de los actuales directivos de la banca se formaron en aquel banco; sin embargo, ahora muchas instituciones se frotan las manos por dos razones: mientras se mantengan los problemas al interior de Banamex en medio de la competencia bancaria tendrán un competidor mucho menos fuerte y, además, hay una suerte de oferta de ejecutivos de aquel banco.

 

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