Darío Celis

Tiempo de negocios

Darío Celis

20 Mar, 2015

La venta de Banamex por Citi, vigente y se cierra a dos grupos: Hernández y Hank

La venta de Banamex a uno de los tres grupos de empresarios mexicanos interesados no está descartada aún por parte de Citigroup.

Tras superar la semana pasada la prueba de estrés de la Reserva Federal de Estados Unidos, la posible desincorporación entró en “cámara lenta” y abrió un compás de espera que está llevando a revaluar los activos de “la joya de la corona” del sistema bancario mexicano.

El grupo de Michael Corbat ganó una batalla, pero no la guerra. El CEO conservó su trabajo y logró retener la venta por el momento. Anunció ligeras ganancias a los inversionistas. Pero la maquinaría para que Citi se deshaga de Banamex empezó a caminar desde hace varios años.

Los focos rojos de Citi se prendieron cuando el banco empezó a pagar en enero de 2009 dividendos de un centavo por acción y luego, en mayo de 2011, los mejoró a cuatro centavos. Aquí los equipos Corbat y Manuel Medina Mora se terminaron de confrontar por el caso Oceanografía.

Otro expediente aún abierto del que nadie volvió a hablar, y que terminó de tensar la relación de mexicanos y estadunidenses, fue la gestión de Federico Ponce Rojas, primero como funcionario de Banamex entre 1992 y 2013, y luego como proveedor de seguridad del banco.

Citi levantó una demanda ante la PGR por un supuesto fraude por 15 millones de dólares, pero lo más grave fue que la empresa Servicios Especiales a la Presidencia de Citigroup realizaba servicios de escucha a ejecutivos, consejeros y otros personajes relacionados con Banamex.

Imagínese que el encargado de la seguridad personal de consejeros como Germán Larrea, María Asunción Aramburuzabala, Alfredo Harp, Valentín Diez Morodo, Francisco Medina, Juan Beckman, Antonio Cosío o Bernardo Quintana se valía de esa infraestructura para espiarlos.

Éste no es un capítulo cerrado. Se sabe que el área de inteligencia de Citi, a cargo de Ramón Suárez, se llevó de México a Nueva Jersey parte del equipo tecnológico, reportes y documentos que Ponce Rojas utilizaba para escuchar a funcionarios y consejeros de Banamex.

El del espionaje fue un asunto todavía más comprometedor. El de Ponce Rojas y la posterior extracción de información sensible y su fuga a Estados Unidos propició un diferendo entre el gobierno mexicano y el equipo de Corbat, por un tema de seguridad nacional.

Por eso se apuesta a que Banamex tarde que temprano será escindido de Citi. Desde el mismo gobierno de Enrique Peña Nieto se alienta ese escenario. Y también por ello al menos tres grupos plenamente identificados empiezan a mover sus fichas en ese sentido.

El valor de la operación rebasa por mucho cualquier enajenación de activos del sistema financiero mexicano que se haya hecho en la historia. Citi pagó a principios de 2001 la friolera de 12 mil 500 millones de dólares y ahora los estadunidenses podrían obtener el doble.

Cálculos muy conservadores estiman que actualmente el valor de Banamex, que encabeza Ernesto Torres Cantú, a escala internacional podría superar los 22 mil millones de dólares. Otros más arrojados lo llegan a situar por arriba de los 35 mil millones de dólares.

Banamex representa 11% de las utilidades anuales de Citi, esto es unos 384 millones de dólares de los tres mil 344 millones de dólares totales. El principal interesado es el grupo de Roberto Hernández, que va con los mencionados Harp Helú, Diez Morodo y Aramburuzabala.

Otro es Banorte, que fundó Roberto González Barrera, y que actualmente preside su nieto Carlos Hank González. Se sabe que Guillermo Ortiz, como CEO y ahora como asesor externo, está levantando recursos con bancos de inversión y fondos internacionales.

Un tercer grupo nacional es el de Carlos Slim con banco Walmart, que adquirió en diciembre pasado de la minorista Walmart de México a través de Grupo Financiero Inbursa, que en lo operativo lleva Marco Antonio Slim Domit.

El único extranjero interesado por Banamex es el brasileño Itaú-Unibanco, de Roberto Setubal.

Pinfra aclara

Sí pero no. En esencia eso fue lo que dijo ayer en su comunicado a la Bolsa Mexicana la constructora Pinfra, de David Peñaloza, cuando trató de aclarar su intervención como garante de Radio Centro en el proceso de licitación de una de las dos cadenas de televisión abierta digital.

En la víspera le informamos que el accionista de la compañía, antes denominada Tribasa, apareció como quien respaldaba la carta de crédito que presentó la compañía de Francisco Aguirre y que se expidió con el sello de Interacciones.

Ciertamente: Pinfra ya no tiene nada que ver, en apariencia, porque hasta los primeros días de marzo Radio Centro retiró la garantía de esta empresa y la sustituyo con otra carta emitida por Banco del Bajío, de Salvador Oñate, y que es dirigido por Carlos de la Cerda.

Lo que no queda claro es, cuáles eran los intereses de Peñaloza para subirse a un tema que nada tiene que ver con el negocio de la construcción, lo que en sí mismo no tiene nada de malo porque la licitación de la televisión prevé las asociaciones siempre que no sean a escondidas y se revelen al mercado cuando se trata de emisoras. En este caso ni Radio Centro ni Pinfra, que cotizan en Nueva York, divulgaron el evento relevante.

Por otro lado, la sustitución del aval que respalda la carta de crédito emitida por Interacciones y quizá hasta quien pone la garantía de la nueva carta emitida por Banco del Bajío para Interacciones, ya empieza a generar ciertas suspicacias en el sentido de que podría ser Roberto Alcántara, el principal accionista de referencia de Grupo Prisa.

Todo esto evidencia que las huestes de Aguirre ni siquiera tenían dinero para soportar una garantía de 415 millones de pesos.

¿De dónde van a sacar entonces los tres mil 58 millones de pesos? La CNBV, que preside Jaime González Aguadé, ya empezó a investigar.

Urge Marzam

Genomma Lab tiene un flanco que debe cerrar rápido porque puede hacerse acreedora a una sanción de las autoridades bursátiles.

Se trata de Marzam, la empresa distribuidora de medicamentos que adquirió el año pasado en mil 506 millones de pesos y que maneja Ramón Neme. Le había dicho aquí hace unos días que se detectaron inventarios de sus productos con más de un año.

El punto es que mucha de esa mercancía se registró como vendida, lo que implica que los estados de ventas de 2014 no serían las más reales que digamos. El asunto ya lo estaría evaluando la SEC en Nueva York. Aquí espere también mucho, pues al igual que en el caso de Radio Centro, los sabuesos de la misma CNBV, que preside Jaime González Aguadé, ya pararon las antenas.

El sorpresivo anuncio de salir a vender 51% de Marzam busca esquivar esa potencial multa, porque hoy tiene estatus de empresa relacionada y toda la carga de la responsabilidad cae en el grupo de Rodrigo Herrera. Por eso les urge vender. La pregunta es si habrá quién se interese.

Compra Princess

Si no sucede nada extraordinario, hoy se estará firmando la compraventa de los hoteles Princess y Pierre Marqués de Acapulco.

Como le informé en su momento, Juan Antonio Hernández le terminó ganando la partida a Alejandro Burillo. El dueño del Banco Autofin está cerrando el acuerdo con Laurent Poole, quien hace unos siete años aproximadamente adquirió el par de hoteles.

Conforme a la ruta crítica, el pago se hará la próxima semana.

Por lo que se conoce, Grupo Financiero Banorte, de Carlos Hank González, está financiando la operación al dueño de Mundo Imperial.

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