David Páramo

Análisis superior

David Páramo

28 May, 2015

Partida de desvergonzados

El presidente mundial de OHL, Juan Manuel Villa Mir, describe muy bien la muy lamentable estrategia seguida por esta empresa desde su matriz y en particular en México.

Para enfrentar la caída de las acciones en su mercado doméstico ante el anuncio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes que solicitó a la Secretaría de la Función Pública una batería de auditorías sobre todos los contratos federales en los que participa OHL, Villa Mir mostró cuán descarado se puede llegar a ser.

En una conferencia telefónica con inversionistas dijo, entre otras cosas, que se sentía avergonzado por el comportamiento de Pablo Wallentin y que lamentaba que este hombre (que incluso era miembro suplente del Consejo de Administración) hubiera sido parte de la empresa.

Hasta el momento OHL México no ha presentado una sola denuncia de hechos en contra del empleado al que dejaron renunciar para no entorpecer las investigaciones o alguna cosa así.

En los audios que se han dado a conocer el 5 y 26 de mayo no se trata de un monólogo del extrabajador. Habla con otros empleados como José Andrés de Oteyza y Gerardo Fernández, quienes en mayor o menor grado son cómplices de los actos de corrupción. Ninguno de los dos funcionarios los denunció e incluso el director jurídico abiertamente es cómplice de los hechos señalados por Wallentin.

Villa Mir no ha despedido a ninguno de estos dos o por lo menos, les ha pedido su renuncia o  mayores explicaciones.

Hasta aquí la estrategia es elemental. Tratar de crear la imagen de que no se trata de una práctica corporativa sino que Wallentin no sólo actuó solo sino que además tenía extraños poderes para poder delinquir sin que se diera cuenta absolutamente nadie. La realidad es que se trata de una operación no sólo tolerada sino en la que participaron muy diversos funcionarios.

En automático el presidente de la empresa dice que no se oponen a las revisiones que hará la SCT de los contratos. No más faltaría que dijeran que se oponen o que ellos ya hicieron su propia auditoría con Ernst and Young que no encontró irregularidad con imposible velocidad ni las otras tres empresas que, podemos anticipar, que tampoco encontrarán nada indebido porque según parece están limpiando los clósets.

INCONGRUENCIA

Villa Mir demuestra la segunda fase de la estrategia que han usado en este escándalo de corrupción. La primera es hacer creer la teoría del asesino solitario. Quizá sería más creativo si construyeran  un discurso en el que Wallentin es algo así como The informant (El Desinformante) aquella famosa película de Matt Damon.

La segunda hacerse la víctima. Habla de espionaje, ilegalidad de la forma en que se consiguieron los audios, una campaña de desprestigio y, según parece, todos los lugares comunes que se utilizan en estos casos.

Esta actitud recuerda el dicho popular según el cual no es malo robar, sino que te cachen. No se debe decir en privado aquello que no se puede sostener en público.

¿Quién los desprestigia? ¿Un poder desconocido que envidia su éxito, un competidor celoso, el gobierno federal? El desprestigio de la empresa y la caída de sus acciones es resultado de los actos de sus funcionarios, no sólo de un exempleado, y curiosamente lo más posible es que la fuente de los audios sea un trabajador de la propia compañía quien tal vez está asqueado de la corrupción o tiene un fin mucho menos noble.

En esta columna hemos insistido que sería necesario que todos los contratos que tiene OHL en México sean revisados bajo la óptica de que es altamente probable que las prácticas ilegales correspondan a una decisión corporativa. En los casos del Viaducto Bicentenario y Circuito Exterior Mexiquense lo más sano sería que el gobierno del Estado de México interviniera ambas concesiones.

REGLAS

No deja de ser paradójico que ayer el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, haya publicado las leyes para combatir a la corrupción, uno de los pilares del Pacto por México, se vean casos tan escandalosos como del de OHL México o las continuas trapacerías, ahora internacionales, de Grupo México.

Muestran que no sólo faltan las leyes sino una lucha frontal contra esta nueva forma de delincuencia organizada.

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