Víctor Beltri

Víctor Beltri

13 Ago, 2015

La verdadera revolución de Twitter

Las redes sociales han supuesto una verdadera revolución en las relaciones interpersonales. De todo tipo: desde quien encuentra a sus amigos de la infancia en Facebook hasta quien se dedica a fastidiar desconocidos en Twitter. Anuncios de niños perdidos, perros maltratados, gente que se “manda luz” una a otra. Amores que surgen, otros que terminan, chistes que se repiten interminablemente.

No sólo eso, por suerte. Las redes sociales también se han convertido en un espacio de debate, en un foro abierto a cualquier persona. Las convenciones sociales para interpelar al otro se desvanecen, y las discusiones se convierten en sesiones de esgrima cuyos floretes tienen 140 caracteres.

Twitter, en concreto, es una herramienta de comunicación formidable. El límite de espacio obliga a la brevedad y a la precisión en las ideas, a la claridad en los conceptos. Estas características, aunadas a la seguridad del anonimato, han permitido que sea utilizada con los fines más diversos y que haya tenido un rol protagónico en muchos de los movimientos sociales, en el mundo entero, en tiempos recientes. La Primavera Árabe es el ejemplo paradigmático, pero por supuesto que no es el único. En nuestro país, sin ir más lejos, la gente utiliza las redes sociales como un medio de protección, al advertirse de las zonas de peligro, pero también como una plataforma de protesta, una forma de presionar a las autoridades. Una causa que consiga el apoyo popular en Twitter puede saltar a muchas plataformas más y llegar a más gente, volverse viral.

Los mensajes que un usuario promedio de Twitter publica, a lo largo de los años, asciende en muchos casos a las decenas de miles. Miles y miles de mensajes vertidos por cada usuario, que contienen no sólo quejas sobre el clima o reportes de tráfico, sino información sobre hábitos de consumo, preferencias políticas, expresiones de descontento y frustración cotidiana. Tuits que han sido publicados sin mayor miramiento, con todo tipo de opiniones. Opiniones que, fuera de contexto, podrían ser muy peligrosas.

En días pasados, Twitter anunció al mercado un producto largamente anhelado: el acceso al archivo completo de su base de datos. Esto es, todos y cada uno de los mensajes que han sido publicados por cada usuario. Todos. De acuerdo con la empresa, esto le permitirá a las marcas entender mejor a sus clientes, al analizar las reacciones –expresadas en tuits– ante campañas o eventos determinados.

Esto no había sido posible anteriormente, dada la magnitud de la información a procesar: el motor de búsqueda sólo era capaz de arrojar resultados de treinta días. Treinta días que daban espacio a que surgieran escándalos y contradicciones: nueve años podrían ser algo parecido a la caja de Pandora.

Las posibilidades son infinitas, tanto como lo son espeluznantes. Sobre todo en las condiciones de inseguridad que se viven en algunas regiones del país donde, como apuntábamos hace unos instantes, se ha convertido en una herramienta para la protección de los ciudadanos: liberar la información podría poner en serio peligro a quienes, hasta ahora, se habían refugiado en el anonimato para poder cumplir con sus fines.

¿Qué podría hacer el crimen organizado con el acceso a todos los mensajes de una ciudad determinada? ¿Cuántas relaciones podrían establecerse, cuántas identidades podrían inferirse? ¿Qué podría hacer un partido político con la misma información? Una máquina podría estar dirigiendo mensajes personalizados a cada elector, basados en miles y miles de tuits por los que le fue conociendo. ¿Qué podría hacer un gobierno con una herramienta así? ¿Qué poder le daría sobre sus opositores el saber exactamente cómo piensan?

Habíamos creído, hasta ahora, que las redes sociales habían transformado el mundo. La verdadera revolución apenas está por comenzar.

                *vbeltri@duxdiligens.com

                 @vbeltri

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