Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

29 Ene, 2016

Relación Pemex-Hacienda: amor y desamor

Ayer Pemex, que dirige Emilio Lozoya,  salió al mercado internacional a fondearse. Qué destaca: por primera vez, estará pagando una tasa tres y media veces más alta que el soberano, cuando en tiempos prerreforma y prebaja acelerada de precios del crudo global, lo hacía con un diferencial de entre 100 y 120  puntos base sobre bonos del gobierno federal.

Sin embargo, es el primer corporativo y petrolero de América Latina en abrirse al mercado en aguas turbulentas, y lo hizo justo un día después de que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, diera dos mensajes clave dirigidos a los bancos de inversión y de financiamiento corporativo, que normalmente sindican crédito de Pemex y para los tomadores de bonos de la empresa productiva del Estado.

Antes de ir a Davos, recordará, Videgaray estuvo en Nueva York y luego en Londres, con el subsecretario Fernando Aportela y también con el nuevo titular de la Unidad de Crédito Público, Alberto Torres, lo que permitió responder inquietudes relacionadas con la situación macro, la debilidad del peso y el tema petrolero. Pero en mi opinión, mejor momentum no pudo darse que el evento Energy México Oil Gas Power 2016, que organizó EnergeA, que preside Jesús Reyes Heroles, para que fuera el mismo secretario quien dejara en claro que Pemex es subsidiaria del gobierno federal y como tal tiene la garantía implícita de éste.

El gobierno federal detenta 100% de las acciones de Pemex y por ende, aunque nunca ha tenido en ningún contrato de crédito o bono emitido por Pemex está inscrita una garantía explícita para el pago de sus pasivos, la simbiosis financiera de ambos se tomaba como garantía implícita.

El mensaje político de Videgaray es claro: “Tenemos el más alto grado de confianza en la empresa, en su Consejo de Administración, en su dirección general y, por supuesto, en los trabajadores que habrán de estar a la altura de este reto (su transformación), y el gobierno de la república habrá de darle el respaldo correspondiente a Petróleos Mexicanos”.

Un hecho relevante: tanto las calificadoras de crédito como el mercado han comenzado a diferenciar el riesgo México del riesgo Pemex, un elemento que en mi opinión tiene toda la importancia en el contexto de competencia que abre el sistema petrolero mexicano. El gran problema de Petrobras fue que recibió financiamiento subsidiado del Banco de Desarrollo de Brasil, ¿no?

Mire el resultado: El equipo del director general, Juan Pablo Newman, colocó bonos en tres tramos por cinco mil millones de dólares, el primero  a diez años por tres mil millones de dólares (mdd) con un rendimiento de 6.9%, o 491.6 puntos básicos sobre el bono a igual plazo del Tesoro de EU. El segundo a cinco años por mil 250 mdd con un rendimiento de 6.375%, o 498 puntos básicos sobre el Tesoro de Estados Unidos a igual plazo y, el tercer tramo a tres años por 750 mdd colocado a 5.5%, o 447 puntos básicos.

Si fue más caro (como 280-300 puntos base sobre los bonos y notas mexicanas a igual plazo), pero cuando se inició la oferta, estaba muy por arriba de esos precios y, lo que ocurrió es que Pemex aprovechó estos tres días de revaluación del crudo, pero sobre todo, la declaración de Videgaray que fue ampliamente difundida.

¿Por qué influyó? 1) porque reconoce la necesidad de restaurar la liquidez de la cadena productiva de Pemex afectada por el impago a sus proveedores; 2) porque afirma que debe verse a Pemex como subsidiaria del gobierno (y éste como el corporativo) y, por lo tanto “sus pasivos y obligaciones tienen el respaldo del gobierno federal”. (Más implícito, ni Nimia Almeida, de Moody’s se la esperaba).

Y la más importante es la tercera: hay un reconocimiento claro del deterioro del balance de Pemex y la necesidad de fortalecerlo para que tenga suficiente capital de trabajo y cubra compromisos de corto plazo, de deuda y pago a proveedores. El largo plazo –lo he comentado– no es problema.

Hacienda está sentada en el Consejo de Administración de Pemex y todas sus inversiones son supervisadas, no es ajena a la implementación del plan de fondo que le asegure viabilidad, lo que incluye una reducción gradual y constante de los gastos corrientes y priorizar inversión en proyectos con alta probabilidad de ser rentables y que sostengan la plataforma de producción y la capacidad de transformación en México.

Se están revisando casos específicos con Pemex, como el régimen fiscal. La empresa no está invirtiendo porque la carga del accionista hace inviable el desarrollo de campos petroleros, farm outs o migración de contratos, e inclusive monetización de activos, en el entendido de que en el régimen los porcentajes de deducibilidad y montos establecidos a pagar en el régimen fiscal se definieron cuando se negoció la reforma en un contexto en que no era imaginable que el precio fuera incluso inferior a 50 dólares el barril.

Hoy el desafío es revisar el régimen para que sea favorable a la empresa, sus potenciales socios, pero también viable para las finanzas nacionales, pues “despretrolizadas” aún no están, ya que representan 19% del ingreso total del gobierno.

DE FONDOS A FONDO

No se si la demanda penal y de abuso de confianza que presentó ICA contra Deutsche Bank, que encabeza Jorge Arce, (según información de Reuters), fue una decisión de la administración encabezada por Alonso Quintana, o una reacción del grupo de acreedores, que representa Orlando Loera en la reestructuración de pasivos, porque si uno quiere salirse y llevarse las garantías líquidas (como lo hizo Santander), hace inviable un compromiso asumido por todos de sacar a flote a la constructora/concesionaria.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube