Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

6 Jun, 2016

El peso no tiene remedio

El peso mexicano parece no tener fondo. Los capitales se van de México impulsados por la debilidad de las finanzas públicas mexicanas y atraídos por el espejismo de una posible alza en la tasa de interés en Estados Unidos.

El Banco de México aumentó la tasa de interés y la Secretaría de Hacienda anunció recortes adicionales a las finanzas públicas y el uso de la utilidad del Banxico para bajar la deuda. Con ello, la moneda mexicana, que ya rozaba los 20 pesos por dólar, retrocedió hasta alrededor de 17 por dólar.

Pero esas medicinas duraron unas cuantas semanas. De abril de este mismo año a la fecha el peso se ha depreciado casi 7% y el viernes pasado cerró en 18.60 por dólar.

La realidad es que los capitales se están yendo de México y eso significa que se venden pesos y se compran dólares y provoca que el peso se deprecie.

Sólo en 2016, la tenencia de Cetes se redujo en 197 mil millones de pesos; es decir, los inversionistas decidieron vender Cetes y, casi seguro, compraron dólares.  Se trata, ni más ni menos, que de fuga de capitales.

Y se van de México por muchas razones. Algunas de ellas, probablemente las de mayor peso, atribuibles a los temores que despierta  la economía mexicana, pese a su buen comportamiento; a pesar de que es la de mayor crecimiento y de menor inflación en América Latina y en buena parte del mundo.

Lo primero que se dice para explicar la fuga de capitales es la tan traída y llevada posibilidad de que la Reserva Federal de EU eleve su tasa de interés; ahora se dice que podría hacerlo en este mismo mes de junio.

Pero por encima de eso, la verdad es que las finanzas públicas mexicanas no le gustan a nadie.

La deuda sigue creciendo ante la falta de ingresos debido a la caída en los precios y la producción petrolera y llega ya a ser tan grande como el 48.6% del PIB;  en este sexenio aumentó 76 por ciento.

Pero si este indicador es grave, más grave es el hecho de que la deuda representa ya casi cuatro veces los ingresos petroleros de México en un año. Por esa fragilidad de las finanzas públicas el riesgo país ha crecido. De 210 puntos en abril a 232 puntos ahora y por eso las calificadoras empiezan a revisar el endeudamiento del país y posiblemente le bajen la calificación.

El problema principal reside en unas finanzas públicas que no tienen suficientes ingresos; que no han encontrado la forma de reemplazar los ingresos petroleros porque la única forma de hacerlo sería mediante una reforma fiscal, y los tiempos y el capital político de este sexenio se agotaron con las reformas estructurales.

Es decir, no hay forma de defender al peso mexicano, ni usando las reservas internacionales ni elevando las tasas de interés internas, y mientras su depreciación no saque la inflación de los niveles de 3%, parece que la única salida es la resignación.

Habrá que esperar que un nuevo gobierno se decida y tenga con qué hacer una reforma fiscal que acomode mejor el gasto y, en especial, que permita reemplazar los ingresos petroleros.

Hasta el próximo lunes con nuevas…Perspectivas.

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