Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Jun, 2016

Muchos pleitos en pocos días; ¿quién es el responsable? ¿Todos, o ninguno?

Lo visto estas últimas semanas, más específicamente lo sucedido en Oaxaca estos cinco o seis días recientes, deja ver una característica que preocupa de la presente administración: posponer siempre enfrentar un problema y dejar en el olvido diseñar y aplicar las soluciones correspondientes. Dicho de otra manera, les seduce patear el bote hacia adelante o, dejar que el que venga atrás, que arree.

Solían decir los viejos políticos mexicanos, aquéllos que sentaron las bases y disfrutaron hasta el exceso los privilegios y posibilidades de enriquecimiento desde el poder que sólo el autoritarismo hace posible, que problema que se deja para mañana, se agrava.

Hoy, casi como sucedió en los años del presidente Echeverría, a la Presidencia de la República le sobran adversarios y falta oficio de sus principales funcionarios. Tal parece que sus metas y éxito personal está medido en función del número de adversarios que le allegan al Presidente de la República.

La pregunta que se hacen en los días que corren algunos que siguen a la presente administración y su gobernación, no es otra que ésta: ¿Con quién se peleará hoy este gobierno? Lo que parece sobrar son adversarios, y lo que es evidente escasea, es el oficio político entendido éste, como la capacidad de resolver conflictos o, al menos, lograr reducir sus efectos negativos.

Las reglas no escritas del sistema político mexicano dicen que, en cada Gabinete presidencial, debe haber un responsable político; alguien que, además de contar con la confianza total del Presidente, sea el que en determinadas coyunturas y situaciones complicadas o de riesgo para el gobierno mismo, coordine las acciones del resto del Gabinete, y los integrantes de éste reconozcan como el coordinador, quien, para decirlo de manera clara es el que tira línea la cual, queda claro para todos, proviene del mismo Presidente.

Este personaje, es regla no escrita también que debe ser el secretario de Gobernación. No otro, él y sólo él. Además, dicha responsabilidad y tarea no debe ser compartida con algún o algunos otros miembros del Gabinete. De ahí la importancia que dicha secretaría tiene, para el futuro político de quien la encabeza.

¿Hoy ha sido rota esta regla? ¿A quién responden, por ejemplo, los coordinadores de las fracciones priistas en el Congreso? ¿Acaso el joven senador del PVEM se manda solo? Y, de ser así, ¿puede tomar decisiones que lo único que logran, además de poner en ridículo al partido del Presidente y a éste mismo, es generarle más adversarios como si le faltaren?

¿Quién —pongo otro ejemplo– es responsable de lo que vemos en Oaxaca? ¿Quién no recabó la inteligencia adecuada o, de haberla recabado, no la distribuyó oportunamente para tomar las decisiones correctas y oportunas? ¿Quién permitió el bloqueo de una refinería durante casi cinco días? ¿Quién aconsejó no actuar desde el primer momento y dejó correr un conflicto de dimensiones impensables hace unos días? ¿Quién?

¿Qué sigue ahora? ¿Cómo informarán a la sociedad, y qué dirán? ¿Nada aprendieron estos tres años y medio?

Por lo pronto, olvídense del suelo ése de las Zonas Económicas Especiales.

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