Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

16 Dic, 2016

Lecciones de 2016 (parte I de II)

No sólo acaba un año más. Acaba también otro año de emprendedora. La vida del emprendedor es agridulce. Lleno de satisfacciones, pero también de enormes retos que parecen no acabar. Soy sincera: Nunca pensé que tener un negocio fuera tan complicado.

Cada vez me identifico más con el nombre de esta columna: Aprendiz de brujo. A diario me siento como Mickey Mouse en la caricatura del mismo nombre tratando de controlar a las escobas, a las cubetas… sin mucho éxito.

Creo que el potencial de un negocio está directamente relacionado con los retos que se necesitan enfrentar para hacerlo realidad. Entre más crece el potencial que uno le ve a su negocio, más son los problemas que se avizoran en el horizonte.

Me gustaría cerrar este año hablando de las lecciones de 2016 y de los propósitos que, como emprendedora me planteo para 2017.

Lección #1: Por algo Sócrates era Sócrates. Más que nunca en mi vida me doy cuenta que “Sólo sé que no sé nada”. Entre más pasa el tiempo y más pienso saber del mundo de los negocios, me doy cuenta que menos sé. Indudablemente en este año he aprendido una infinidad de cosas, pero creo que por definición en el mundo de los negocios uno nunca deja de aprender y de tener retos y sinsabores en ese aprendizaje. Quizá eso es algo de lo que los hace tan apasionantes.

Lección #2: El que se enoja pierde.  El principal saboteador de uno mismo, del éxito en el trabajo y de la salud es el enojo. No, esto no quiere decir que uno no debe ser asertivo y contundente, pero hay una enorme diferencia entre esto y perder la vertical y mandar (o arriesgar mandar) todo a la goma. El enojo te hace reaccionar mal y, por lo tanto, perder el enfoque de lo que pretendes solucionar.

Lección #3: A veces se gana más cediendo que ganando. Los negocios no son para colgarse medallas de ganador o de “me salí con la mía”. La máxima victoria viene no de ganar en lo personal, sino de que tu empresa o equipo de trabajo consiga los objetivos planteados, aun cuando eso implique dejar de hacer cosas o tomar caminos que uno considere los correctos.

Lección #4: El orden es tu amigo. El orden es tu amigo. El orden es tu amigo. El orden es tu amigo. El orden es tu amigo. El orden es tu amigo… ¿Así o más enfático?

Lección #5: Vendas lo que vendas, hagas lo que hagas, tu principal negocio es ofrecer soluciones a tus clientes. No pretextos, no razones, no asegunes… Necesitas ser una fuente de tranquilidad y de buen servicio para tus clientes. En un mundo en donde los productos y la tecnología son commodities (todos pueden ofrecer lo mismo o productos muy similares) es el buen servicio lo que te diferencia de la competencia.

Lección #6: Los tiempos empresariales son diferentes a los tiempos que tienes en tu cabeza. Quieres conquistar el mundo antes del próximo martes… Y no sucede, esto no quiere decir que no vaya a pasar, simplemente que tu reloj biológico-empresarial está un poco adelantado. Ve poco a poco, replantea lo que necesites replantear y ten fe en lo que haces.

Lección #7: No todo está bajo tu control. Puedes ser el emprendedor más dedicado, enfocado, conocedor y con atención al detalle, pero muchas cosas en el mundo de los negocios (¡la mayoría!) no dependen de ti. Así que a relajarte o a rezar: Dios mío dame la fuerza para cambiar lo que puedo cambiar, la entereza para aceptar lo que no puedo cambiar y la inteligencia para saber la diferencia.

Este año me ha dejado otras lecciones, las que tienen que ver con la encrucijada entre el negocio y mi vida personal… sobre eso hablaré la próxima semana.

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