David Páramo

Análisis superior

David Páramo

18 Ene, 2017

Codependencia económica

Una de las tesis más importantes de Giovanni Sartori es globalización e interdependencia. En México parece que ha llegado el momento de escribir globalización y codependencia.

Si bien es cierto que México es el país con mayor cantidad de tratados de libre comercio, también es un hecho que la codependencia con Estados Unidos es francamente patológica.

Grandes sectores de la población e incluso algunos “expertos” le han transferido a Estados Unidos la obligación de velar por el bien de los mexicanos bajo algunos principios francamente ridículos, como los expresados por Vicente Fox, quien dice que Donald Trump no entiende y que sus acciones llevarán al desmoronamiento de su país.

Supongamos, sin condecer, que fuera cierta esta afirmación errónea del mediocre expresidente (ahí están sus resultados económicos), ¿no es responsabilidad de los votantes de aquel país?

No faltará quien diga que si ellos caen, nosotros caemos. Pues entonces quedaría clara la codependencia.

Otros más como el secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, Salomón Chertorivski, quien acusa de racismo al Presidente electo de Estados Unidos por sus declaraciones en materia económica.

Otros más creen que es simpático el ridículo chiste según el cual la mejor acción del Banco de México para defender el peso o la estabilidad cambiaria (como si esa fuera su misión) sería utilizar 12 mil millones de dólares para comprar y cerrar Twitter para proteger al país de los tuitazos de Trump.

Se ve como un insulto para los mexicanos que el Presidente electo de Estados Unidos nos esté robando empleos para ponerlos en su país. Otra vez la maldita codependencia.

Hasta nos ofende que Walmart anuncie que creará diez mil empleos en Estados Unidos, como si los fuera a quitar de México o no fuera el promedio anual de creación de fuentes de trabajo para esa empresa en su país de origen.

SIN OBLIGACIÓN

Quienes decidieron que este hombre fuera el presidente 45 de Estados Unidos fueron los habitantes de aquel país. Constitucionalmente, este hombre se debe a su pueblo y su principal misión es tomar acciones que les beneficien a ellos.

Desde la óptica de Trump, los gobiernos que le antecedieron no fueron suficientemente inteligentes para llevar la relación comercial de su país y se permitió que los gobiernos mexicanos se aprovecharan de ellos.

Así ha decidido dos acciones que insultan gravemente a los codependientes mexicanos.

La primera es la construcción de un muro fronterizo. Ellos pueden hacer lo que mejor les venga en gana en su territorio, por lo que quizá lo único discutible es si México pagará por él o no. Como suele suceder con los codependientes, no faltan aquellos quienes se pierden en la semántica de pago o reembolso.

La segunda es la renegociación del Tratado de Libre Comercio. Y los codependientes se quejan amargamente pensando en que nuestro país será el gran perdedor. Si es cierta esta afirmación, pues entonces Trump tiene razón en que ellos estaban ganando menos de lo debido con el acuerdo comercial.

Sin embargo, hacen un silencio cuando se recuerda que México quería renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte bajo el paraguas del TPP, es decir, nuevamente la codependencia.

REPATRIACIÓN

Si realmente el gobierno tiene la intención de que el programa de repatriación de activos funcione, tiene que partir de bases totalmente diferentes a las que ha utilizado en el pasado.

El más reciente esfuerzo fracaso de una manera rotunda, puesto que las condiciones que se pedían resultaban excesivas para ser atractivas para alguien quien, por las razones que sean, decidió sacar recursos del país y no tenerlos generando riqueza en México.

De hecho, el anterior esfuerzo parecía mucho más un intento persecutorio que una reconciliación con quienes tienen sus recursos fuera del país.

Se debe destacar que se trata de una gran medida en las condiciones actuales de la economía abrir la posibilidad de repatriar capitales y ponerlos a funcionar a favor del crecimiento y la prosperidad nacional.

No obstante, el ánimo que debe privar debe ser algo así como un borrón y cuenta nueva. No buscar saber por qué se fue el dinero ni en qué condiciones sino atraerlo al país.

De entrada, se debe reconocer que se trata de una condición excepcional, en la cual se requiere fortalecer la inversión productiva por lo que la tasa no debe ser superior al 8%  sin demasiados cuestionamientos en torno al origen y la forma en que salió, pues se respetará el anonimato, así como establecer requisitos de estancia y operación reales.

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