David Páramo

Análisis superior

David Páramo

3 May, 2017

¿Dónde está el piloto?

Entre las cámaras de iniciativa privada se preguntan quiénes fueron los genios de Canaero que estuvieron atrás de los cambios a la Ley de Aviación, que básicamente generan sanciones en contra de las líneas aéreas por retrasos que les son imputables.

Saben, de entrada, que no fue Sergio Allard, de Aeroméxico, puesto que el presidente de esta cámara ha guardado no únicamente un significativo silencio sino que, además, en privado hay una serie de filtraciones que apuntan a que la molestia entre las principales líneas aéreas por el balazo que se dieron en el pie llega a niveles francamente insospechados.

De hecho, podría esperarse que la reacción de quienes deberían mandar en esta agrupación de iniciativa privada realice una purga en contra de los autores de este duro golpe a las líneas aéreas que difícilmente mejorará la calidad y la oportunidad de los servicios aéreos.

En la página de internet de la Canaero se asegura que fueron ellos quienes iniciaron el movimiento frente al Congreso de la Unión para impulsar una serie de reformas a las leyes de aviación. Sí, lo presumen.

Ciertamente venían teniendo una fuerte disputa con el gobierno por retrasos y cancelaciones que sembró una semilla entre los legisladores, quienes en lugar de estar ocupados con temas relevantes como el fiscal Anticorrupción se perdieron entre el día de la abeja y un tema total y absolutamente populista como, supuestamente, mejorar los derechos de los pasajeros de las líneas aéreas, algo que, por lo menos, resulta muy dudoso en este punto.

AGENDA

Según parece, el genio atrás de los cambios fue Alejandro Cobián, director de la Canaero, quien estaría buscando fijar agenda, tomar una posición o cualquier brillante idea para enfrentar la tensión que se había generado entre autoridad y líneas aéreas.

La subsecretaria de la SCT, Yuriria Mascott, llegó a pedirle a Cobián que no moviera el tema en ese sentido, puesto que podrían generarse más daños que beneficios, como lo estaban planteando. La funcionaria tuvo razón y, según parece, terminarán pagando los usuarios de líneas aéreas.

Cobián, según los indicios, se habría brincado cualquier cantidad de normas convencido de que así lograría anotar cualquier cantidad de puntos a su favor y, de paso, de la cámara que tiene empleado a este abogado.

Para cumplir con este fin se hizo de los servicios de Gustavo Almaraz Petrie, director ejecutivo de Grupo Estrategia Política, donde, según la página oficial de esta empresa, coordina los servicios de monitoreo legislativo, consultoría política y cabildeo.

La operación difícilmente pudo ser peor, como lo muestra el desastre que se registró en el día previo a la votación en el pleno del Senado de la República.

Cuando la comisión de transportes de la Cámara de Diputados ya había aprobado un borrador, que al final fue el definitivo que fue votado en el Senado de la República, la IATA emitió un comunicado francamente fuerte en el cual puede leerse: “IATA instó a las autoridades mexicanas a replantear el proyecto… porque de ser aprobado en la forma propuesta, mermaría la competitividad del transporte aéreo en México y encarecerá los boletos de avión en el país”.

Esa posición, que es la de la mayoría de las líneas aéreas, fue descalificada unilateralmente con uno de los comunicados más rastreros de los que se tenga memoria, el cual después trataron de evitar que se difundiera más.

Dice que: “Canaero se deslinda totalmente del comunicado emitido por la IATA, reconocemos la labor realizada por los diputados y no es intención de Canaero ir en detrimento de los avances alcanzados”.

No conformes, aseguran que “estamos trabajando con el Senado de la República en busca de que se realicen algunos cambios puntuales que fortalezcan y sumen al objetivo de que prevalezca una regulación aérea equilibrada y orientada a brindar la mejor experiencia en un viaje a los pasajeros”.

Como usted debe saber, menos de 24 horas después el pleno del Senado de la República aprobó sin ningún cambio el trabajo que inició en la Cámara de Diputados, el cual tiene los defectos que advirtió IATA.

PERRO MUERTO

Si en la Canaero no se han tomado acciones contundentes hasta el momento por esta comedia de errores en la que Cobián y algunos de sus empleados y proveedores que no leyeron lo que se estaba preparando en el Congreso, mucho tiene que ver que nadie quiere estar cerca de lo que parece mucho más un perro muerto arrojado a un lado del camino que una agrupación gremial en la que su director cometió un catálogo de errores digno de manual.

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