Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

4 May, 2017

¿Qué pasaría si mañana, los electores exigieren cumplir lo prometido?

He comentado aquí de esa costumbre perversa —casi ley no escrita—, de todos los candidatos y sus partidos, de hacer, sin el menor recato y freno, promesas de todo tipo a los electores durante las campañas, cuando andan a la búsqueda de su voto.

He afirmado también, una y otra vez, que entre ambas partes —candidato y elector— se da una relación perversa; una relación entre cómplices, en relación con las mentiras del primero y la aceptación pasiva y en no pocas ocasiones con aplausos y vivas, del segundo.

Como bien sabemos, tratándose de campañas electorales, los unos —partido y candidato— prometen el paraíso terrenal a sabiendas, obviamente, que no cumplirán y el otro, también lo sabemos, festeja la mentira, se solaza con ella. Veamos ahora, si le pareciere adecuado, una situación hipotética relacionada con ese par de cómplices, en esto de decir y aceptar mentiras.

¿Qué pasaría en el Edomex, por ejemplo, si millones de electores que hubiesen entregado su voto a Del Mazo o a Josefina —no menciono otros porque, espero no estar equivocado, pienso que el ganador estará entre ellos dos—, exigieren el cumplimiento cabal y oportuno de lo que les prometió el uno o la otra?

¿Qué pasaría si cientos de miles de esos millones, decidieren marchar a Toluca, no el día de la toma de posesión del ganador sino seis meses después, desde los cuatro puntos cardinales de la geografía mexiquense? ¿Qué haría el ganador, ya en su carácter de gobernador constitucional del Estado de México, frente a una realidad la cual, tanto él como su cauda de asesores y lambiscones, jamás soñaron se daría?

¿Acaso lanzaría en contra de esos que marcharen para exigir les cumplieren lo prometido por el ahora gobernador, las fuerzas antimotines? ¿Y si los ciudadanos que únicamente querían que una promesa o compromiso del hoy victorioso fuere cumplida, los pusieren tras las rejas por éste o aquel delito cometido durante la refriega con las fuerzas del orden? ¿Y si esto fuere replicado en Coahuila y Nayarit en su debida oportunidad?

¿Y si el 31 de mayo del año 2019 —seis meses después de la toma de posesión del triunfador en la elección presidencial del próximo año—, en todas las capitales de los 31 estados del país y en la CDMX, millones de electores que hubiesen votado por el candidato triunfador (el del PAN o el del PRI), hicieren lo mismo que los electores hubiesen hecho en su debida oportunidad, en Saltillo, Toluca y Tepic, para exigir les fuere cumplido lo que el candidato triunfador prometió?

¿Se imagina la fiesta democrática que atestiguaríamos y en la cual, obligadamente deberíamos haber participado? ¿Se imagina el salto cuántico en materia democrática que esta conducta del elector significaría para el país entero, y para los partidos y sus futuros candidatos? ¿Imagina la atención del mundo, puesta en México y en sus ciudadanos?

¿Acaso podemos imaginar hoy, el golpe definitivo que le daríamos a esa forma de hacer campaña que tanto seduce a partidos y candidatos, a la vez que adormece políticamente a los electores? ¿Por qué no pensamos en esto desde ahora? ¿Acaso no sería más efectivo promover y llevar a cabo esto, donde millones de ciudadanos entenderían y aceptarían la necesidad de exigir al político cumplir lo que promete, que esperar a que la crisis estalle?

¿Imagina usted a miles de candidatos de todos los partidos, hablar con la verdad a electores pedigüeños desde siempre? ¿Imagina el papel que haría el candidato que hiciere promesas incumplibles, sin tomar en cuenta las marchas del 31 de mayo del año 2019?

Repito pues, ¿por qué no empezamos a promover desde ahora, esos actos totalmente legales, pacíficos y de un alto contenido cívico? De parecerle positivo, ¿por qué no correr la voz desde ya?

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